¡No eres digno de ser mi suegro!

—¡Jordan! —exclamaron Diana, Benedict y Sylvie leavntándose sorprendidos al verlo. Apenas podían creer lo que veían. Nunca habían imaginado que volvería a pisar la casa de la familia Camden.

—¡Guau, guau, guau! —ladró Lucky, el caniche que Jordan había alimentado durante tres años y salió corriendo de los brazos de Diana y cargó hacia él.

—¡Lucky! —exclamó Jordan tomándolo. ¡Tenía más sentimientos por ese perro que por cualquier otra persona de la familia Camden!

Había pasado mucho tiempo desde que se encontraron. Ella seguía lamiendo sus manos y su cara.

Los Camden sintieron envidia del caniche en ese momento. Si tan solo pudieran abalanzarse a los brazos de Jordan y lamerlo sin ningún reparo...

Caminando hacia adelante con entusiasmo, Diana tomó las manos de Jordan entre las suyas: —¡Jordan, por fin estás en casa! Nuestra familia te ha echado mucho de menos...