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El Esclavizador de Dioses

Sigmund Evennig, el último miembro de la ancestral familia Evennig, se sumerge en la escritura de su desgarradora historia mientras enfrenta la amenaza inminente de una entidad siniestra. Desde sus raíces en la antigua Mesopotamia, la familia Evennig ha cargado con un legado oscuro que los ha llevado a explorar artes arcanas y tratar con fuerzas más allá de la comprensión humana. Cuando Sigmund, a una tierna edad, descubre un antiguo grimorio en una biblioteca secreta, desencadena una serie de eventos que lo conducirán a enfrentar entidades ancestrales. Con una única misión que cumplir, un legado que mantener, y un deseo de evitar que el mal triunfe sobre el mundo, Sigmund deberá enfrentarse a los mayores horrores que el mundo tiene para ofrecer.

IgnathiusNZX · Horror
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Capítulo I: La Biblioteca Oculta.

Bueno, la verdad no sé cómo comenzar este diario, ¿debería presentarme? La verdad no estoy seguro, no se supone que un diario personal sea leído por otros pero… Bueno, da igual, mi nombre es Sigmund Evennig y soy el menor de cuatro hermanos y tres hermanas.

Mi familia es muy, muy antigua, y se supone que nos remontamos a la primera civilización humana, creo que era Mesopotamia o algo así.

En fin, los Evennig somos una especie de guardianes del conocimiento antiguo, magos, hechiceros, brujos y ritualistas. Si tiene que ver con magia… magia real, de la que sí es cierta, entonces seguramente también pueden llamarnos de esa forma.

No solo somos guardianes, papá dice que tenemos un deber especial pero no han querido contarme que es. Supongo que no soy suficientemente mayor.

Hablando de edades, es por eso que estoy escribiendo esto, porque tengo la edad en la que todos los Evennig debemos comenzar a escribir nuestras vidas, no es como si fueran muy interesantes, pero bueno, aquí vamos…

Comenzó para mí como un día completamente normal, me desperté con las primeras luces del Sol; como todos en casa solíamos hacer.

Era una mañana fría, y cada vez que respiraba o hablaba podía ver mi aliento formar tenues nubes de vapor. Nada extraño considerando que estamos en pleno invierno.

Ese día en especial, la única diferencia era que se trataba de mi cumpleaños, por fin cumplía nueve años y podría comenzar a estudiar verdadera magia. Al menos, eso me habían prometido mis padres.

No se si lo olvidaron o si simplemente decidieron ignorarlo, pero en lugar de desearme un feliz cumpleaños, y realizar un pequeño y significativo festejo, simplemente se limitaron a instruirme cuales de las tareas del día se me asignaron.

Es decir, no tenía problema alguno con ir a buscar agua del pozo, o recoger huevos del gallinero. Pero cosas como quitar el polvo de las repisas, o limpiar el laboratorio de pociones no eran cosas que quisiera o tuviera intención de hacer en el que debería ser mi día especial.

Bueno, no diré que estoy orgulloso de lo que decidí hacer, pero no tenia ganas de pasar todo el día con las tareas serviles.

Así que, como solía hacer cada vez que quería tiempo y espacio para mi mismo, me escape de casa.

No es la gran cosa, somos la única familia que vive en este lugar. Según papa, este lugar es una isla perdida en la mitad del Pacifico, y que nadie jamás ha venido aquí antes de que nos asentáramos, y mucho menos han venido aquí después de ello.

En fin, después de buscar agua al pozo, recoger los huevos en el gallinero y volver a casa para un delicioso desayuno, me escabullí.

Nuestra casa es una vieja casona de madera de tres pisos, con pilares de roble que mantienen en su sitio los balcones y techos de los pasillos. Esta rodeada de una densa arboleda llena de hierbas, arbustos y líquenes, siempre que escapo de casa, me adentro en aquel pequeño bosquecillo y recorro un par de angostos caminos que conducen a la playa de arena gris y bordes rocosos.

Siempre me ha gustado esa playa, porque hay decenas de cuevas y túneles que parecen estar conectados entre sí.

Me gustaba explorarlos cada vez que iba allí, y ese día no fue la excepción.

Entre todas las cuevas, había una en particular que tenia una entrada muy bajita y estrecha, donde solo podía entrar arrastrándome incluso siendo un niño pequeño.

Lo genial de esa cueva en particular es que después de un par de metros de arrastrarte para entrar, llegas a una cámara circular donde, he de confesar instale una especie de refugio secreto, no fue fácil, porque no podía llevar muebles ni objetos grandes por su entrada, pero debo confesar que para mi no era problema solucionar aquello.

De las tareas que se me asignaban, siempre fue mi favorita ayudar al abuelo a reparar la casa, los cercos, y muebles, aprendí mucho de él, y gracias a eso mi refugio tiene todo lo que quiero, y lo que no, estoy seguro de que puedo hacerlo yo mismo.

Bueno, después de arrastrarme por el túnel de la entrada, llego directamente a mi refugio, pero antes de levantarme, busco mi lampara de aceite, siempre esta a la derecha de la entrada, solo hay que estirar la mano y ya la tienes. No es como si estuviera invitando a nadie a venir aquí, es mi lugar, no quiero a nadie molestándome aquí.

Mi lampara es genial, el abuelo le añadió una palanca que hace que se encienda, siempre que tenga aceite, claro. La palanca hace que se golpee una piedra rara que el abuelo llama pedernal, no es que sea muy importante, pero así es.

Encendí mi lampara, y ajuste la llama, y la luz anaranjada ilumino mi refugio.

Me encanta ver como las sombras danzan cuando muevo la lampara, es tan genial ver como los contornos cambian y se trazan las formas mas extrañas. Es casi como mirar a las nubes, nunca sabes que formas encontraras…

Como dije esta cueva es casi un circulo perfecto, tiene unos tres metros de alto, y hay cuatro túneles que salen desde aquí.

En mi refugio hay una pequeña mesa, que por cierto, hice yo mismo, son cuatro tablones sobre un marco rectangular de vigas que el abuelo me regalo cuando le dije lo que quería hacer.

Tengo también una silla, y una cama, bueno algo similar, es un marco de madero con pieles y un colchón relleno de lana de oveja. Es duro y grumoso, pero todos nuestros colchones son así, así que da igual.

Caminé por mi refugio hasta llegar a la mesa, y recogí el mapa de pergamino que he estado completando. Después de todo, los túneles de seguro han de llevar a alguna parte y quiero averiguarlo.

He estado mapeando los túneles desde hace unos dos años, porque el abuelo aun estaba vivo, así que debía tener unos siete años, no estoy seguro, pero eso creo.

En todo ese tiempo, no he llegado a completar el mapa, pero si que es bastante grande la red de túneles.

He encontrado hasta ahora trece cámaras, dos de ellas circulares como mi refugio, cuatro solo simples cuevas un tanto mas grandes que los túneles, y el resto eran cuadradas o rectangulares, como si no fueran naturales, por lo que me pareció mucho más interesante.

He ido cerrando algunas entradas, y cámaras, porque algunas me daban escalofríos… y porque no quería que entraran en mi refugio por una de las otras cuevas. Fue difícil pero casi todos los túneles que conectan con mi refugio son muy pequeños y estrechos, así que simplificaba las cosas.

Por otro lado, muchas de esas cámaras que dan miedo simplemente no pude cerrarlas, así marque en el túnel que no debo avanzar por él, y asunto arreglado.

Bueno, después de escoger que túnel recorrer hoy, me puse en marcha, el tiempo es algo que no me gusta desperdiciar. Y así, me puse a caminar.

Los túneles son sinuosos, algunos estrechos y otros anchos, mis pasos y el sonido de mi respiración resuenan en sus paredes, mostrándome que estoy completamente solo.

Lentamente avanzo, siempre atento a cualquier encrucijada que pudiera haber pasado por alto antes, me ha pasado que un túnel que creía haber recorrido completo, estaba conectado a otros dos o tres cuando revise mas tarde. Desde entonces siempre reviso bien incluso si ya lo mapeé.

Avanzo lento, siempre con cautela, no porque tenga miedo, sino porque el abuelo dijo una vez que los túneles, naturales o no, si no han sido visitados y cuidados pueden ser peligrosos. Y el abuelo siempre tenía la razón.

Siento el eco de mis pasos interrumpiendo el silencio, es lo que espero al caminar por aquí, pero… ese sonido que acabo de oír, ese… golpeteo constante es algo que no esperaba… algo que jamás había oído aquí abajo.

Me resulto intrigante, jamás había oído aquí un ruido que no produjera yo mismo al andar. Pero ese golpeteo… constante y exasperante me puso de los nervios.

Caminé por el túnel que se hacia mas angosto y bajo con cada paso que daba, hasta que me vi forzado a agacharme para avanzar. El sonido conforme avanzaba se hacia cada vez mas fuerte, mas sonoro. Era como… como el salpicar del agua… un goteo constante e interminable que aumentaba en frecuencia e intensidad.

El sonido reverberaba con un eco fácilmente perceptible, debía de encontrarse la fuente en una cámara muy amplia.

Avance lentamente, deteniéndome solo a dibujar en mi mapa, la linterna poco ayudaba ahora para mantener iluminado mi entorno. Acabe teniendo que arrastrarme por el suelo rocoso, pues ni agachado me era posible continuar.

Avance unos minutos, ¿o fueron horas? La verdad es que no lo se. Pero si se que continue avanzando por aquel estrecho túnel.

Perdí la noción del tiempo, ¿fluía siquiera? ¿o es que estaba atrapado en un lugar sin tiempo? ¿una simple pesadilla de avanzar infinitamente sin ser capaz de saber si te movías en primer lugar o no?

No lo sé, no lo supe, no hasta llegar a mi destino.

La lampara de aceite; ya con una mortecina y tenue llama, y con el aceite a punto de acabarse. Avance casi en completa oscuridad, quería llorar, quería gritar, pero sabia que no podía, que no debía, que de cualquier forma seria inútil, nadie viene a los túneles, y nadie podría escucharme por ello.

No supe cuanto continúe cuando la lampara por fin se apagó, pero me parecieron días completos… y ese golpeteo, ese sonido constante que se hacía cada vez más fuerte, cada vez mas resonante… Como una cacofonía… como la lluvia constante golpeando los cristales de mi habitación en casa.

Podía sentir las lagrimas fluir por mis mejillas, el sudor frio que empapaba mi espalda y cabello.

Mi respiración mas agitada, el sofocante túnel, y el resonar constante de aquel sonido.

Continue… continue hasta que el túnel volvió a crecer en tamaño, altura y diámetro… No supe cuando, pero en un punto, el suelo rocoso bajo mi cuerpo dio paso a una loza… fría y suave… y el golpeteo incesante pareció crecer en fuerza.

Me levante lentamente, temblando, no por el frio sino por el sentimiento de estar perdido, de estar atrapado a oscuras, sin saber a dónde ir…

Me agache, y con las manos tantee mi entorno, un desnivel fue encontrado por mi mano, el suelo parecía de loza, cerámica o piedra, pero pulida y lisa. Probe el desnivel con mis pies, sentado en el suelo frio. Parecía un peldaño, y avance, sentado en el suelo, y encontré otro desnivel después del primero, peldaños… una escalera… una escalera que descendía… pero… ¿Qué hacia aquí, en esta cueva, en estos túneles?

El golpeteo venia de abajo, note. ¿Podría regresar por donde vine? No, eso era imposible, sin poder ver mi mapa me perdería en los túneles, y podría acabar en una… una de aquellas cámaras que sofocaban mi corazón y parecían hacer pesado el aire con su mera proximidad…

Decidí que bajar era mi única opción real, y arrastrándome, bajé sentado de peldaño en peldaño, eran treinta y nueve, los conté.

Y tras la escalera un pequeño túnel, cubierto de loza o ladrillo supe por el tacto, regular y espaciado. Solo conducía a un lugar, por lo que avance, apoyando una mano en el muro derecho para no perderme.

El golpeteo era cada vez más sonoro, parecía rítmico… pero su ritmo me asustaba, puede que estuviera nervioso, o que realmente hubiera algo en aquel sonido que era aterrador.

Pero continue… continue y continue hasta que me dolieron los pies, y mi estomago rugía de hambre…

Mis pasos finalmente me condujeron a aquel lugar… aquel lugar iluminado de un tono azulado… cristales parecían irradiar luz… y pude ver… del techo de aquella enorme cámara con techo abovedado caían por unos puntiagudos pilares de roca gotas de agua, que acaban en una fuente justo en el centro de la sala…

Era la fuente del sonido… Agua… ¿dulce o salada? No comprobé, no me atreví a siquiera tocarla.

La cámara era majestuosa, aquella estancia rocosa, imposiblemente simétrica, pero salvo por la fuente, los muebles y el suelo, era imposible que fuera obra de hombre alguno. Una caverna natural… que de forma perfecta y perturbadora emulaba el techo abovedado de una gran catedral…

Lo que mas llamo mi atención, fueron las estanterías de piedra… aquella tela de terciopelo azul, rojo y dorado que decoraba el lugar, como si fueran blasones medievales. Y los libros…bendita Atenea, aquellos libros que parecían tan antiguos como el mismo tiempo, estaban allí, perfectamente conservados… como si esperaran ser leídos… leídos por mi…