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Capítulo 38 — El poder de Aldeib

Un poder comparado con las mismísimas estrellas. Un poder comparable con un estelar. Un poder comparable como el de un dragón o un gran demonio.

El poder que Aldeib liberaba no tenía límite, en lo absoluto. Era un poder tan inmenso cuyas dimensiones era indescriptibles. Eran dimensiones mágicas que hacía creer que todo el maná en toda la atmósfera de la tierra se comprimiría alrededor de este chico.

La naturaleza misma se inclinaba ante Aldeib y su poder, sembrando miedo irracional en Eilí, cuyo cerebro no comprendía el instinto de huir que existía tras la liberación del poder de Aldeib.

Era tanto, pero tanto poder que realmente parecía que el que lo liberaba no era Aldeib, sino otra persona con la capacidad de tener un poder así. Parecía que el chico había dejado de ser Aldeib y era otra persona en su cuerpo.

Aldeib levantó su brazo y de una gran bofetada, repartió el cuerpo de un muerto viviente en varios pedazos que cayeron muy lejos entre sí. El muerto viviente no sangró, ni murió para siempre, pero su regeneración era seguro que tardaría.

Los muertos vivientes también se sintieron cautivados por el poder tan majestuosos poder que estaba saliendo de este chico. Por eso varios de ellos se retiraron de su frente de batalla y se acercaron a Aldeib.

Aldeib le dio una patada en la entre pierna a dos muertos vivientes, e hizo que ambos se partieran en dos en menos de dos segundos con dos golpes, una para cada uno. Luego golpeó con sus puños a otros dos muertos vivientes y estos fueron desfigurados por completo.

La mirada de Aldeib era de enojo y estaba fija en los muertos vivientes, con el deseo de matarlos. Era la mirada de alguien que no tenía miedo a morir ni miedo a matar. Era la mirada de un loco poderoso, cuyo poder sobrepasaba los límites mismos y cuya locura era incapaz de ser comparada con otra debido a lo que podía hacer en ese estado.

Aldeib tomó un cuchillo de un muerto viviente que el había matado de forma temporal, y lo sostuvo como si nada a pesar de ser un objeto mágico que no hubiera podido utilizar. Con ira lo lanzó a tan gran velocidad y logró hacer que veinte muertos vivientes en fila fueran clavados por este cuchillo.

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—Pero que mierda con ese poder. —dijo Riltut mientras observaba todo el caos que Aldeib empezaba a generar. Riltut sabía que un poder tan grande era muy raro de ver, y era mucho más raro de ver un poder así como el de Aldeib. Por eso, Riltut tenía una cara llena de sorpresa al ver tan atroz y descomunal fuerza emerger del corazón del chico de ojos malditos.

—¡No te distraigas! —Cedius intentó rebanarle el cuello a Riltut ya que estaba distraído, pero de alguna forma, su ataque fue desviado y no sirvió en lo absoluto. Su ataque no había dado en el cuello de Riltut, sino en el aire que estaba frente a este. «Fallé de nuevo.»

Esto hizo que Cedius abriera sus ojos de la sorpresa y el miedo que generaba este enemigo. Cedius no comprendía que tan fuerte era un superior hasta este fatídico día, este día es el cual Cedius se dio cuenta de la gran amenaza que realmente representaba la Secta de las Estrellas.

Melid atacó con sus garras por la espalda de Riltut, y Cedius atacó de frente para dejar al superior humano entre las garras y la espada del dragón de sangre Rey de la Espada, pero todo fue peor cuando Cedius se dio cuenta que su espada se baño en sangre, y no era la de Riltut, además, Melid sintió la calidez de la sangre que tampoco era la de Riltut.

De algún modo Riltut había logrado desviar los ataques a su izquierda, por lo tanto, Melid y Cedius choraron en armas, y Melid resultó herida en sus garras por esta razón. Melid y Cedius sabían que lo que acababa de suceder no era su culpa, sino culpa del poder tan desastroso de Riltut, que causaba un desastre en la realidad misma.

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Eilí que apoyaba desde la retaguardia con su maná, había sido la primera en darse cuenta del poder que Aldeib había liberado. Pero no por eso se detendría y dejaría la batalla de un lado, no, era obvio que no lo haría.

El deber de Eilí era apoyar con magia en lo que podía para así lograr vencer esta catástrofe que se había desatado, la catástrofe de los muertos vivientes. Aún así, Eilí quería observar como era que Aldeib despertaba tal poder dentro de él, y quería saber la razón por la cual tenía miedo.

Sara y Denep, por otra parte, no se podían dar el lujo de pensar en como estaba sucediendo tanta liberación de poder tras ellas. Ni siquiera sabían que estaba pasando realmente, solo podían enfocarse en los muertos vivientes que se amontonaban solo para matarlas o ir hacia donde estaba Eilí.

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Luisa y los demás curanderos observaban el poder de Aldeib, un poder digno de un estelar, pero que para desconcierto de los curanderos, Aldeib no era un estelar. Por eso se sentían tan extrañadas al ver tanto poder salir de él.

Y de algún modo, este poder liberado les estaba dando las fuerzas necesarias para ponerse de pie. De hecho, algunos curanderos, incluyendo a Luisa, ya estaban de pie e iban a participar en la batalla como apoyo.

Raylt se estaba dando cuenta de que Aldeib parecía liberar poder para ayudar a los curanderos, y que lo de asesinar a los muertos vivientes era más como una consecuencia, como un instinto asesino causado por las emociones de Aldeib antes de perder control sobre su cuerpo.

Pero de la nada, el poder tan grande de la atmósfera se desvaneció súbitamente.

«Suficiente.» La voz de Aldeib ajena a él dentro de su cabeza, detuvo de forma brusca a Aldeib.

Esto había causado que de Aldeib saliera una onda que se expandió y sacó volando los muertos vivientes alrededor de él. Pero en cuanto la onda expansiva se desvaneció por completo, el cuerpo de Aldeib cayó al suelo desmayado, inconsciente e incapaz de moverse.

«Ahora puedes controlar más.»

En ese momento, Aldeib se convirtió en presa fácil para los muertos vivientes. Sin embargo, cuando uno de ellos se empezó a acercar para secuestrar a Aldeib, una gran luz lo hizo caer al suelo como si estuviera hecho de piezas y las rompieran.

Entonces había salido la que había causado esto, era Luisa la que había asesinado a un muerto viviente de manera temporal. Luisa había sido la heroína que había salvado a Aldeib en la situación tan vulnerable en la que había quedado.

—¡Llévenselo lejos de aquí! ¡Sálvenlo! —Luisa le dio una orden a los curanderos que estaban también siendo atacada por muertos vivientes.

Algunos curanderos empezaron a caer al suelo desmayados por la energía vital negativa de los muertos vivientes. Ellos no soportaban esa energía vital, no obstante, la ayuda de Aldeib sirvió a que los curanderos más experimentados sobrevivieran al desmayo, ganando un poco más de tiempo.

Luisa empezó a entrar en pánico al ver como solo podría defender al cuerpo de Aldeib y nada más. Entró en pánico y sus pies temblaron al saber que podría ser su fin, el fin de todos si se llevaban a Aldeib, pero para su fortuna…

Una chica, como si fuera un asteroide, cayó en el lugar donde habían más muertos vivientes, ese lugar el que estaba en frente de Aldeib.

—Vaya, vaya. Solo me fui y ya hay un gran desastre. Pfff, lo tendré que limpiar. —La voz de la chica estaba exasperada, tierna, pero sobre todo, algo decepcionada y triste por el horrible paisaje que estaba observando.

De pronto varios muertos vivientes fueron partidos por la mitad gracias a unos aros de luz que había aparecido. Estos aros había cortado por la mitad a los muertos vivientes.

—Que fastidio tan sorprendente. —El que estaba hablando era un noble de cuyos cabellos castaños se movían al son del viento mientras sus ojos azules con dorado brillaban de tristeza al ver tal caos.

Cuando Eilí los miró de reojo se alegró demasiado y dio un gigantesco grito de emoción:

—¡Lylia, Laryit-noll y los demás han regresado!