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Saliendo de la reclusión

Un año pasó en completo silencio, interrumpido solo por las grandes fluctuaciones de energía espiritual que impregnaban el piso 100 de la torre. Mientras el mundo exterior continuaba moviéndose, Ian cultivaba incesantemente. Su cuerpo absorbía la energía como un remolino imparable, moldeándose, perfeccionándose.

La energía espiritual que rodeaba a Ian se volvía cada vez más densa, y las fluctuaciones en su poder comenzaron a resonar por todo el piso. Era evidente que algo grande estaba ocurriendo. Sus esclavos de alma, dispersos por el terreno volcánico, sentían el aumento en la fuerza de su amo, un cambio tan palpable que incluso ellos.

Finalmente, después de un año de concentración y esfuerzo, Ian abrió los ojos. Una chispa de poder puro recorrió su mirada, un brillo que denotaba que había alcanzado un nuevo nivel de poder. Se levantó de su lugar con tranquilidad, estirando sus brazos mientras sentía cómo cada fibra de su cuerpo irradiaba energía espiritual.

"Mi base ha aumentado en gran medida," murmuró para sí mismo. "El flujo de mi energía espiritual es mucho más fluido... Pero lo más importante..."

Ian hizo una pausa, sintiendo el poder que emanaba de su dantian, como si hubiera alcanzado una nueva frontera. Se había sumergido profundamente en el entendimiento del ki, y ahora, después de todo ese tiempo de arduo cultivo, había llegado a la novena capa de entrenamiento de ki.

"He llegado a la novena capa..." dijo con una sonrisa de satisfacción. Sentía cómo la energía fluía por su cuerpo de manera casi perfecta, sin restricciones, como un río inagotable de poder espiritual. Sus músculos, sus venas, sus órganos... todo estaba en sintonía con el flujo de energía.

Ian se quedó en silencio un momento, sumido en sus pensamientos. Aunque había alcanzado la novena capa de entrenamiento de ki, sabía que el verdadero desafío aún estaba por delante: el Establecimiento de Fundación era su próximo objetivo.

"No es suficiente solo alcanzar la novena capa," se dijo a sí mismo. "Antes de intentar el Establecimiento de Fundación, debo asegurarme de que todas mis estadísticas estén por encima de los mil. Solo así podré dar el paso de manera perfecta."

El establecimiento de Fundación era un proceso peligroso y delicado, uno en el que muchos fallaban y morian en el intento. Ian sabía que solo aquellos que lo afrontaran con una base sólida tendrían la oportunidad de salir victoriosos. Cualquier fisura, cualquier debilidad en su cultivo, sería letal.

Con sus pensamientos claros, Ian abrió el sistema del Rey del Infierno en su mente. Las cifras brillaron ante sus ojos, detallando cada una de sus estadísticas. Estaban cerca del objetivo, pero aún faltaba un poco para que todas lleguen al umbral de los mil.

"Me queda un poco más de trabajo por hacer," murmuró mientras revisaba sus estadísticas detenidamente. "No puedo apresurarme. La perfección requiere paciencia."

Sabía que el Establecimiento de Fundación sería su paso más grande hasta ahora, y cada pequeño detalle contaba. Para él, no solo se trataba de aumentar su poder, sino de hacerlo con el máximo control y precisión, para que cuando diera ese salto, fuera en las condiciones más óptimas posibles.

"Primero llegaré a los mil en cada estadística," pensó mientras miraba el horizonte del piso 100, donde los monstruos aún se mantenían a distancia. "Y luego, estaré listo para el Establecimiento de Fundación."

Ian se giró hacia Tarek, que estaba observando desde la distancia.

"Tarek, es hora de que preparemos para irnos. Pero antes de movernos, necesito saber cómo está el mundo allá afuera... ¿Qué ha ocurrido mientras estaba recluido?"

Tarek, sabiendo lo que su amo pedía, inclinó la cabeza en señal de respeto.

Tarek le informo brevemente el progreso de los humanos en la torre. Aunque habían avanzado relativamente rápido, ahora se encontraban en una especie de estancamiento en el piso 10.

"Han avanzado bastante," dijo Tarek, "pero ahora están detenidos en el piso 10. Es un enorme bosque lleno de vida, pero no de la manera que esperaban. Los monstruos en este piso van desde el nivel 1 hasta el final de la etapa 1, pero el jefe del piso es de nivel 2 intermedio. Un árbol monstruoso, enorme y con una energía espiritual abrumadora."

Ian entrecerró los ojos, interesado en los detalles. Sabía que el desafío del piso 10 no sería fácil, pero también era crucial que los humanos aprendieran a superar obstáculos más complejos.

"Los monstruos aquí son problemáticos," continuó Tarek. "El jefe es un árbol gigante, pero no está solo. Hay todo tipos de insectos venenosos, serpientes, con habilidades innatas que han ganado gracias a la energía espiritual. Estos monstruos no solo son más fuertes que los del piso anterior, sino que su naturaleza espiritual les proporciona ventajas defensivas que están frustrando los intentos de los humanos por avanzar."

Ian se imaginó el escenario que Tarek describía: un bosque sombrío, con raíces retorcidas que salían de la tierra, llenas de poder espiritual, mientras criaturas acechaban entre las ramas y el follaje, cada una con una habilidad especial. Los insectos venenosos, probablemente más grandes que el tamaño normal, escupían veneno que podía corroer incluso el acero, mientras las serpientes se deslizaban por el suelo cubierto de hojas, listas para atacar con rapidez y veneno letal.

"Han tratado de prender fuego al bosque para abrirse camino," dijo Tarek con una sonrisa sarcástica "pero la energía espiritual que fluye a través de los árboles y las criaturas actúa como una barrera natural. El fuego no puede consumirlos, se apaga tan pronto como toca la capa de energía que los rodea."

Ian asintió, sin sorpresa. Sabía que los humanos recurrirían a tácticas desesperadas como esa, pero también sabía que la energía espiritual les plantearía problemas inesperados.

"Entonces," preguntó Ian, "¿cuál es su situación actual?"

"Están reorganizándose," respondió Tarek. "Han intentado varias veces derribar al jefe del piso, pero cada vez han sido repelidos. El poder espiritual del árbol es inmenso y sus raíces se extienden por todo el bosque. Cada vez que lo atacan, parece como si el propio suelo se moviera para protegerlo. Las serpientes y los insectos venenosos aprovechan la confusión para atacar a los humanos, y algunos ya han caído bajo el veneno de estas criaturas."

Ian se quedó en silencio por un momento, meditando sobre la situación los mostruos en la torre son mas fuertes que los de su mismo nivel fuera de la torre gracias a que la torre les brinda un ponteciador, sin esto los mostruos serían demasiado fáciles de vencer. Los humanos estaban enfrentando un desafío real, pero eso era exactamente lo que quería. Necesitaban ser forzados a adaptarse, a volverse más fuertes y a encontrar nuevas formas de superar los obstáculos. Al final, solo los más ingeniosos y decididos prevalecerían.

"Tardarán un tiempo en pasar este piso," dijo Tarek, su tono era firme. "Las criaturas del bosque están bien adaptadas a su entorno, y los humanos aún no han encontrado una forma de contrarrestar las habilidades innatas que poseen gracias a la energía espiritual."

Ian sonrió levemente. Este era el tipo de desafío que había imaginado para los humanos. No se trataba solo de fuerza bruta, sino de ingenio y estrategia. El sistema les proporcionaba las herramientas, pero ellos tenían que aprender a usarlas. Y mientras tanto, Ian seguiría observando, esperando el momento en que estuvieran listos para enfrentar pruebas aún mayores.

"Déjalos que sigan luchando," dijo Ian. "Al final, esta es solo una pequeña prueba comparada con lo que enfrentarán más adelante. Aquellos que logren superar este obstáculo habrán ganado algo más valioso que puntos energéticos o armas. Habrán ganado experiencia. Y eso, Tarek, es lo que realmente importa."

Tarek asintió, entendiendo perfectamente las palabras de su amo. Los humanos estaban destinados a ser piezas en un juego más grande, y cada batalla, cada fracaso y cada victoria los acercaba más a su verdadero propósito. Ian, desde las sombras, seguiría guiándolos, asegurándose de que al final, estuvieran lo suficientemente preparados para enfrentar los peligros que aguardaban más allá de la torre.