—Greg Jensen no se movió y preguntó: «Acabas de decir, si seguimos haciendo negocios, ¿qué pasará?»
—Rubia frunció el ceño profundamente y dijo con una voz severa: «Chico, como no escuchaste bien justo ahora, te lo diré una vez más. Si sabes lo que te conviene, más te vale cerrar la puerta y largarte ahora mismo. Si te encuentro abierto al negocio otra vez, yo...»
¡Zas!
—Antes de que pudiera terminar, Greg Jensen no pudo evitar darle una bofetada en la cara. Con su mano tan grande como un abanico, la bofetada casi mandó a volar al escuálido Rubia. Su huesudo pómulo se hinchó instantáneamente a una velocidad visible a simple vista.
—«Hermano mayor, ¿estás bien?»
—«Aiden Clark, ¿te atreves a golpear a nuestro jefe, estás harto de vivir?»
—El resto de los jóvenes explotaron al ver esto.
—«¡Mierda, quién es este chico, atreviéndose a meterse con los hombres del Jefe Liu?»
—«¿No es ese el idiota Greg Jensen de Villa Flor de Durazno?»
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