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En casa

Ishtar –Si, compre un par de vestidos que… –al ver el rostro irritado de Sandro, intenta no reír; omite la parte sobre los detalles del vestido, aún falta lo peor. – bueno, ya los veras; fuimos luego a dar un tour, regresamos para alistarnos y estar a tiempo en el evento, donde cenamos y sí, hubo mucho más postre, helado capeado; ¡oh que delicia! –exalta recordando el postre y evitando el tema fuerte; mientras él la escucha tranquilo aunque algo celoso. – champagne, vino, toda la cena deliciosa y bello lugar del evento, Daniel y un baile de apertura… –En un susurro. – baile con él…

Sandro – ¿Qué hiciste qué? –Sandro colorado, furioso, incrédulo, celoso y molesto, en un grito que hizo voltear a todos los que les rodeaban. –

Ishtar, traga saliva– ¡Cálmate! –le dice, acariciando sus manos, intentando él se calme. – fue solo un vals, un baile nada más; solo espectáculo

Sandro, sin palabras, furioso; intentando controlarse– el viernes

Ishtar –Si, en el evento de caridad. Una oportunidad de buena publicidad

Sandro – ¿Para quién? ¿Para ti?

Ishtar, ofendida, en un respingo– obviamente no, ¡para la firma! No seas… –Se detiene antes de terminar la frase, estaba a punto de insultarlo por el coraje y la molestia que le ha causado él, por el mal comentario; se detiene antes de arrepentirse de lo que iba a decir, no quiere tampoco echar más leña al fuego, pero como vayan así las cosas terminaran en pleito y fuerte. –

Sandro, sorprendido por lo que iba a decir Ishtar y más dolido que furioso– termina la frase, anda, ¡dilo! No te quedes callada

Ishtar –Este no es el lugar para hablar de esto, ni mucho menos discutir. Debía contarte sobre esto, no quería que te enteraras por alguien más, prefiero hablarlo yo contigo. Hablarlo, no discutir –llama al mesero. –

Sandro – ¿Qué haces? Aun no terminamos

Mesero – ¿Si?

Ishtar – Un par de vasos con agua y hielo, y la cuenta; gracias –le dice con la voz más amable y cordial que puede evocar. –

Mesero –si

Sandro –Aun no terminamos esto Ishtar –le sentencia. –

Ishtar – ¿Qué más queda por decir? Me has ofendido, cuando yo solo te estoy contando lo que ocurrió. –Comienzan a discutir. –

Sandro –no pensaste en mí. En lo que pensaría, sentiría o me importaría que te luzcas con otro en cualquier evento, con un vestido de seguro… extravagante y llamativo, el cual fuiste a comprar con tu amigo –resaltando la "o". – estando lejos, y que sí me lo cuentas con esta urgencia, es porque hay algo más, o… -hace una pausa recapacitando y atando cabos– es que saldrá en el periódico; por eso dices que no quieres que me entere por nadie más, porque sabes que me enteraré.

Ishtar sorprendida y molesta por las rápidas y acertadas deducciones de Sandro, en conjunto con los reclamos; dejándola sin defensa ni argumentos, validos; además de que le ha sembrado la culpa –No es así, Sandro, en ningún momento he querido herirte, lastimarte ni hacerte sentir mal. Fue algo que solo ocurrió, se dio la situación; Daniel hizo la propuesta, me negué…

Sandro – ¿te negaste? Y ¿Cómo es que terminaste bailando con él? ¿Te apunto con un arma? ¿Te chantajeo? ¡Ya sé!, apelo a tu vanidad y ego

Ishtar – ¡No seas ridículo!

Sandro – ¿no? ¿Estas, segura?

Ishtar –solo puso las cartas sobre la mesa, prensa, evento, gente rica y poderosa, Yo y Josué, nuevos miembros, abogados externos del Grupo Mert; la firma sería la sensación del evento, se le nombraría en múltiples ocasiones y el baile sin duda resaltaría y llamaría la atención, hasta de los más escépticos a cualquier publicidad; eso y alguna donación.

Sandro –tú la imagen, y Josué el dinero ¿no?

Ishtar –si –Ella bebe de su copa; al hacer un silencio, llega el mesero con la cuenta, la deja sobre la mesa y se va antes de ser partícipe de la guerra que se debate, entre miradas y palabras que se arrojan entre ellos; ambos miran al mesero retirarse y luego beben del agua fría, observan la cuenta sin siquiera tomarla. Sandro inhala y exhala profundo intentando calmarse.

Sandro, le reprocha – y decías que es un petulante

Ishtar –es un maldito petulante, que provoco mi ira, altero mi ego, uso mis propios valores, principios y misión de mi firma; en mi contra –resaltando los "mi"; en marcando el dolor y coraje. – se burló; me ofreció un trabajo, quiso amedrentar la sociedad, nos coacciono con asistir a la maltita fiesta, con que bailara con él, con hacer un trabajo no previsto en el instante; y además pretende que utilicemos la beneficencia como medio de publicidad, y como uno de los valores más importantes y principal de mi firma, debiéndolo invitar a algún gran evento, como al que fuimos, debiendo presentarle a todo el equipo.

Sandro, resuelve con frialdad –Trabajo, evento; no suena a un petulante; suena a un inversionista y consejero, que conoce su mercado.

Ishtar, se intenta justificar –Así es; pero la actitud es petulante.

Sandro – ¿aceptaras el trabajo?

Ishtar – ¡Por supuesto que no!

Sandro solo observa a Ishtar más tranquilo, saca la cartera paga la cuenta; se levanta. –Regreso, voy al baño. –Se va; llega el mesero por la cuenta para ir a hacer el cobro; Ishtar bebe el agua helada de golpe; espera el cambio y a Sandro; cuando el regresa, ella se levanta para salir. –

Ishtar – ¿nos vamos?

Sandro asienta con la cabeza, y salen del lugar, desactiva la alarma del auto, ella no espera a que él le abra la portezuela del coche, solo se sube y espera que él suba; dejándolo con una mueca de molestia y sorpresa, con los puños cerrados y apretados, él toma aire y sube al auto.

Sandro, le suelta –No quiero discutir Ishtar. Solo me duele que no consideres nuestra relación y mis sentimientos, por sobre lo demás.

Ishtar, avergonzada y sentida, se mantiene con un poco de orgullo –perdóname Sandro. No es que no seas importante o que no piense en ti; es… solo que actuó en base a las oportunidades, era trabajo y solo pensaba en el trabajo. Por supuesto que pensé en ti, por ello me negué.

Sandro –pero terminaste por aceptar –dice más dolido. –

Ishtar con un poco de desesperación –En verdad, perdóname… –Prefiere callar cualquier otra palabra, evitar continuar con ello, ella aun piensa que era buena idea, aunque sabía las consecuencias que habría con Sandro. Pero en verdad ella piensa y siente que no le ha fallado, ni que sea algo que deba reprocharle él, ni algo que debería dañar su relación. Con más molestia y desesperación le dice – en verdad no creí, que un estúpido baile, podría hacernos pelear; no un vals. –Tomándole la mano entre las de ella. –

Sandro – así déjalo –retira su mano y enciende el auto. El resto del camino regreso a casa es silencioso.-