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DEPRESIÓN

El salón esta elegantemente adornado, todo el evento de beneficencia y el bailen son un éxito, todo está perfecto. El reconocimiento a la firma ISHMAR es más que un hecho, todos hablan maravillas de la firma; todos miran a Ishtar sorprendidos, encantados y admirados con su belleza y presencia. Sentada en la mesa, con una copa de champagne en la mano, observa bailar a sus colegas, observa a la gente que habla del evento, pocos tienen nada que criticar. Una mano acaricia su espalda, unos labios conocidos y añorados, depositan besos en su cabeza, hombro y mano, pidiéndole que baile con él.

Sandro la toma en brazos, y bailan juntos, toda la gente los observa, habla de ellos, los mira sorprendidos, entre críticas y sonrisas; ella opaca y apaga todos los chismes con una enorme sonrisa en sus labios al tener a Sandro con ella, al estar entre sus brazos, volando en un Valls, al aire; la gente desaparece para ellos, solo están Sandro e Ishtar con la música de fondo, perdidos en el baile perfecto, donde sus miradas hacen contacto y se pierden el uno en el otro, culminando con un tierno y cálido beso de amor.

Pero abre los ojos y todo desaparece, no hay salón, no hay gente, no hay nada, no está Sandro, esta ella sola, en medio de un pequeño cuarto oscuro, sin luz ni salida. Un cuarto negro, sin nadie que la escuche, sin nadie que la acompañe; desorientada da vueltas, sin llegar a ningún lugar. Desesperada comienza a gritar, pero no tiene voz; agotada se tira en el suelo, llorando, sufriendo, con frio y soledad.

Despierta con la cara húmeda por las lágrimas y el sol en su rostro; Luna arañando su puerta, la cama vacía a su lado; esta en el pequeño apartamento, donde ha vivido sola con Luna las últimas semanas.

Con gran pesadez se levanta, arrastrándose al cuarto de baño para despertarse con un baño de agua fría, alistarse para ir a la oficina.

Cuando recuerda que es fin de semana, y es el día del evento de caridad. Así que se alista para ir un rato al gym, después de un ligero almuerzo y darle de comer a Luna.

Los últimos fines de semana los ha pasado con cinco horas en el gym, dos en la oficina, el resto en el parque o algún café, leyendo; a veces en visitas a su familia, y con su gatita por las noches con películas.

Se ha negado a ir de fiesta con sus amigas, o invitarlas a dormir.

Nadie sabe dónde vive.

Pedro solo ha conseguido, hacerla salir una vez, a un bar para platicarle la situación pesada y tensa con Mía. A quien en la frialdad que reina en ese momento en Ishtar, tomo el teléfono de Pedro, y haciéndose pasar por su mujer, llamo a Mía, exigiéndole que se alejara de Pedro, su esposo; que sabía toda la historia y no le importaba, ya que estaba segura de que él la amaba; y ella solo era una maldita vieja, arrastrada, mujerzuela, entre otras cosas. Lo que funciono para que Mía dejara en paz a Pedro; o por lo menos desde entonces no ha vuelto a llamarlo o enviarle mensajes. Aunque pedro se asustó, sorprendió y negó en el instante, no pudo detenerla y al final quedo un poco conforme.

Melanie, Adriana, Erika y Hannah, después de las pequeñas vacaciones, solo han conseguido hacer que Ishtar fuera una vez a beber a casa de Hannah. Y eso sin muchas ganas ni interés, fue más obligada que por convicción propia, y se embriago a tal punto que lloro, canto a todo pulmón canciones depresivas, entre Arjona, Luis Miguel, Ha-Ash, y lo más depresivo de todos los artistas; hasta que se quedó dormida. Una actitud muy impropia de Ishtar, pero lo único que consiguieron al hacerla salir, en su situación emocional.

No puede negar que extraña a Sandro, que la distancia y el no saber nada de él, la mata y tortura por dentro, la está destrozando por completo. Aunque aparenta estar bien, todos los que la conocen y están cerca de ella, saben que no es así. Pero Ishtar no quiere salir de su depresión; esta aferrada en tirarse en ella, aunque al menos aun no ha dejado sus actividades, como trabajo. Aunque su vida está hecha un caos.

Llora más de lo que quisiera, suspira sin darse cuenta, agota su mente y cuerpo, para llegar a casa y no querer pensar o recordar.

El haber cambiado de casa le ha hecho bien para no tener tantos recuerdos a la mano. Así también como cambiar de auto. Ver a su familia y estar cerca de ellos en ocasiones la tortura, pero también la reconforta. Aprecia el esfuerzo de sus amigos pero les ha repetido al cansancio que le den tiempo, que la dejen tranquila; que ya ella les dirá cuando esté lista para seguir, salir y hablar.

Pero por ese día, no debe gastar toda su energía en el gym; pero no quiere dormir más, no quiere volver a soñar con él. Se sale a desayunar, con Luna de compañía; va a caminar por el parque. Regresa al medio día a bañarse, crear todo un spa personal, entre baño de tina, con hidratantes y perfumes. Cremas, masajes para la piel, pintura de uñas en manos y pies, cuidado del cabello, uno, dos y tres peinados, hasta encontrar el que le satisface, luego el maquillaje, por último el vestido. Al final debe estar temprano para resolver cualquier inconveniente del evento. Coordinar invitados, benefactores, organizadores y demás. Revisar el programa y detalles. Podría haberlo hecho cualquiera, pero ella no tiene más que hacer, que ocupar su mente en cualquier cosa que no sea Sandro.