La calma antes de la tormenta había finalizado hace poco, dando paso al nerviosismo involuntario, al ajetreo organizado y las órdenes mal entonadas. Los sirvientes y esclavos se movían por toda la zona, suministrando a los arqueros de flechas, cazos con aceite y otras cosas necesarias para la inminente batalla. Los soldados disfrutaban de discursos por parte de sus comandantes, subiendo la moral y preparándolos mentalmente para el enfrentamiento, mientras los caballeros preparaban a sus monturas, algunos hasta tomándose el tiempo para cepillarlos o darles de comer.
--Quiero pelear. --Alzó la mirada, mostrando el fuego de la resolución en sus ojos.
--No, aún no estás preparado. --Negó con la cabeza, sin cambiar su solemne expresión.
--Lo estoy. --Refutó, dando un paso al frente para mostrar su fuerte voluntad.
--No fue una pregunta, Lork, fue una afirmación. Todavía eres demasiado débil, y confío en que entenderás que mis planes para ti van más allá de una simple escaramuza.
--No lo sé, jamás ha hablado conmigo de sus planes.
--Basta --Movió su mano reprobatoriamente--, ya he hablado, y como tu Barlok has de obedecer.
El infante agachó la cabeza, mordiéndose los labios para evitar que su impulsividad volviera a traicionarlo.
--Tu tiempo llegará, te lo aseguro, niño. Pero por ahora acompañarás a Fira con su obligación.
--¿Mi señor? --Intervino su leal subordinada, de forma irrespetuosa que se atribuía a la confusión.
--Volverás a casa de los Wuar, igual que la anterior vez.
--Como usted ordene. --Asintió con calma, entendiendo el trasfondo de la orden.
--Prepárense, no quiero que estén aquí cuando todo comience.
--Sí, mi señor. Ven mocoso, conmigo.
El pequeño niño frunció el ceño, haciendo una mueca de disgusto, pero terminó por obedecer, sabía que no era muy inteligente estar del lado malo de la dama de cabello platinado.
--Adelante.
Anda entró al recibir la autorización verbal de su Barlok, postrándose con rapidez sobre una rodilla y levantándose en el acto.
--Espero que hayas descansado. --Dijo, mirando fijamente su rostro descubierto.
--Sí, señor Barlok, lo he hecho, y estoy preparado para su orden. Todos lo estamos.
--Es lo que quería escuchar --Sonrió, alejando uno de los papeles que amenazaba con caerse de la mesa--. Les conferiré la tarea de proteger el palacio desde una de las torres de arqueros, vigilen y no permitan que nadie externo entre. Confío en ustedes.
--Con sumo honor acepto, señor Barlok. --Dijo al caer arrodillado sobre una pierna, con un puño en su corazón y el otro en su espalda baja.
--Ve y comunica. Muestrales a esos bastardos lo que mi escuadrón personal es capaz.
Anda asintió al levantarse, mostrando la absoluta determinación en cada pliegue de la piel de su cara.
∆∆∆
Los murmullos eran escasos, bajos y apropiados para la situación, pero a ojos de los comandantes de los diversos escuadrones ya formados y todavía en formación, aquellos sonidos no eran más que ruido que desarmonizaba, mandando a callar al primero que observasen.
El crepuscular cielo, observador e impaciente, deseando develar los secretos que el joven señor guardaba en el fondo de su fragmentada mente.
--Escuché que hace poco salió con un grupo a emboscar al ejército enemigo, se hablan de cientos de muertes. --Susurró con una ligera sonrisa, mostrando su confianza en el rumor con su expresión brillante.
--También lo escuché --Afirmó la mujer a su lado--, se dice que él solo peleó contra un batallón entero y nadie logró derrotarlo. Que decidió retirarse citando las palabras del héroe Branson: "La muerte espera a los enemigos de mi espada".
--¡Ey, ustedes dos¡ ¡A callar! --Gritó el comandante, haciendo un ademán de tortura con su mano.
El grave y pesado sonido de las dos puertas principales abriéndose cortó de tajo la expectación de la zona, forzando a los presentes a enfocar su atención en el umbral de la entrada, silenciosos, con sonrisas petrificadas.
--¡En orden! --Gritaron los comandantes en simultáneo.
Al unísono y con una sincronización casi perfecta, los más de cuatrocientos individuos tomaron una postura firme, golpeando el suelo con el pie dominante y creando un ruido estrepitoso.
Una roja silueta, acompañada de una semicapa de piel que ondeaba muy poco por la falta de aire salió del palacio. Sus pasos, postura, expresión... todo, era una declaración de dignidad y fiereza, de poder absoluto e imponencia.
--¡Con total respeto saluden al Barlok! --Gritó Kaly, al tiempo que se dejaba caer sobre una única rodilla, con la cabeza gacha y el antebrazo derecho descansando sobre su pierna.
Sin la necesidad de una segunda orden, todos y cada uno de los presentes imitaron la postura de la excomandante del ejército enemigo.
Mujina y el resto de la guardia personal tomó posición a dos pasos de su señor, emanando de sus cuerpos el poderío de sus energías de combatiente.
--Hombres míos --Dijo luego de un silencioso carraspeó, con un tono imponente y poderoso. El ejército levantó el rostro, concentrado su oído en la voz y la mirada en la silueta de su soberano--, les pido que observen a ambos lados --Todos obedecieron la orden-- ¿Qué es lo que ven?, ¿guerreros?, ¿soldados? No, hombres míos, son sus hermanos, quienes no dudarán en intercambiar su vida por las suyas. Son sus hermanos porque compartirán la gloria de vencer al enemigo que ha osado pisar con sus sucios pies nuestra tierra... No hay distinción del pasado, de dónde fueron, ni de como llegaron, eso ya no importa, porque desde hoy son mi gente, desde hoy los declaro hermanos, y maldigo con mi sangre --Se cortó la palma con la ayuda de una daga que hizo su aparición en el aire-- a aquellos que por odio o beneficio propio desee traicionarnos --Derramó las gotas rojas sobre los escalones, un acto que dejó sin aliento a propios y extraños, aunque su herida fue cerrada a los pocos segundos gracias al milagroso anillo en su dedo--. Hombres míos, levántense, miren a su hermano una vez más y vean el rostro de la valentía, la determinación y templanza, porque nos alzaremos con la victoria, y con ríos rojos de su sangre limpiaremos la audacia que han admitido poseer.
Las centenas de soldados, arropados con armaduras preciosas, acompañados de armas afiladas, herramientas de guerra guardadas en fundas de las que solo ellos eran conscientes, y habilidades recientemente descubiertas por entrenamientos infernales por los que obligatoriamente tuvieron que pasar solo confería un resultado: un ejército temible.
Se detuvo en medio de la planicie, al pie de la bajada de los escalones, inspiró profundo, glorificando su postura.
--Que la vida traiga vida y la muerte, muerte. Que nuestra lengua hable del honor y nuestra espada de guerra --Su mirada se tornó intensa--. No habrá misericordia para quienes osen continuar como nuestros enemigos. El mensaje será claro... ¡¡Tanyer es nuestro territorio!!
--¡¡Sí!!
El ensordecedor grito del conjunto resonó durante unos segundos antes de ser callado por el propio tiempo, no obstante, los soldados de vanguardia (en su mayoría humanos) comenzaron a golpear con sus armas sus escudos, fomentando la pasión en los corazones de los presentes.
--¡Orion! ¡Orion! ¡Orion!...
Los vítores no se hicieron esperar, y el protagonista de la escena no defraudó. Respiró profundo, levantando el brazo con el orgullo que su leyenda representaba, mientras arrojaba ante los presentes una mirada de fuego explosivo.
[Grito de guerra]
--¡¡Venceremos!!