webnovel

Un entrenamiento riguroso parte:1

Una mañana, mientras estaba en la cabaña, Aria llegó con un libro antiguo en las manos. "Kael," dijo, extendiéndome el libro, "esto te ayudará a comprender mejor la materia oscura. Estudiarlo te permitirá mejorar tu control y tus habilidades."

Tomé el libro con gratitud y curiosidad. "Gracias, Aria. Haré mi mejor esfuerzo por aprender de él."

Las páginas del libro estaban llenas de diagramas complejos y explicaciones detalladas sobre la manipulación de la materia oscura. Pasé muchas noches estudiando, intentando absorber todo el conocimiento posible. Sin embargo, mis entrenamientos con Albert eran tan exigentes que apenas tenía tiempo para dedicarme al estudio tanto como me gustaría.

Una tarde, después de un largo día de entrenamiento, me acerqué a Aria en la casa. "Aria, he estado leyendo el libro que me diste, pero hay muchas cosas que no entiendo. ¿Podrías enseñarme más sobre todo lo que sepas de la materia oscura al igual todo sobre nuestro mundo, el mundo de los espíritus?"

Aria sonrió, asintiendo. "Por supuesto, Kael. Te enseñaré lo que pueda, aunque será un proceso largo. Por ahora, concéntrate en tus entrenamientos con Albert. Cuando tengas tiempo, te ayudaré a entender mejor lo que lees."

Agradecido por su apoyo, continué con mis entrenamientos. Aunque mis estudios sobre la materia oscura y el mundo de los espíritus avanzaban lentamente debido a la falta de tiempo, sabía que en el futuro, la enseñanza de Aria sería crucial para mi desarrollo. La promesa de protección se convirtió en el pilar de mi existencia, y cada día me esforzaba por estar a la altura de esa promesa. Con cada entrenamiento, cada lección y cada momento compartido con Aiz, mi determinación se fortalecía. Estaba listo para enfrentar cualquier desafío, proteger a aquellos que amaba y forjar mi propio destino en este nuevo mundo.

Tras seis meses de conocer a la familia Wallenstein y un mes después de haber sellado el pacto, Albert decidió que era hora de intensificar mi entrenamiento. Había pasado por entrenamientos arduos antes del pacto, pero nada comparado con lo que me esperaba. Albert me explicó que dividiría mi entrenamiento en varias fases, cada una enfocada en un aspecto diferente de mis habilidades.

Primera Parte: Mejorar Habilidades de Vuelo, Reflejos y Resistencia

El primer mes de entrenamiento bajo la tutela de Albert fue intensivo y exigente, centrado en perfeccionar mis habilidades de vuelo, mejorar mis reflejos y aumentar mi resistencia. Desde el amanecer hasta el anochecer, cada día estaba lleno de ejercicios rigurosos diseñados para llevarme al límite y más allá.

Vuelo y Reflejos

Cada mañana, el entrenamiento comenzaba al borde de un acantilado cerca de la propiedad de los Wallenstein. Albert me despertaba antes del amanecer para aprovechar las primeras luces del día y la brisa fresca de la mañana. Con las alas de materia oscura desplegadas, me lanzaba desde el acantilado, volando sobre el paisaje montañoso.

"Kael, tu velocidad no es suficiente," gritaba Albert desde abajo. "Necesitas ser más rápido y más ágil. Piensa en tus alas como una extensión de tu cuerpo. Siente el viento y deja que te guíe."

Me lanzaba a través de un curso de obstáculos natural que Albert había diseñado. Volaba a través de árboles, esquivaba ramas y rocas, y realizaba giros cerrados para evitar los obstáculos. Albert no dudaba en lanzar proyectiles improvisados, como piedras o ramas, para simular ataques en pleno vuelo.

"¡Más rápido! ¡Esquiva más rápido!" gritaba, y yo hacía todo lo posible por anticipar los ataques y responder a tiempo.

Cada vez que cometía un error o me golpeaba con un obstáculo, Albert me hacía repetir la maniobra hasta que la realizaba a la perfección. Al principio, mis alas se cansaban rápidamente, y cada giro y vuelta se convertía en un esfuerzo monumental. Sin embargo, con cada día que pasaba, mi control sobre el vuelo se volvía más preciso y mis reflejos se afinaban.

Después de los ejercicios de maniobras, Albert me hacía volar largas distancias sin descanso. Me mandaba a recorrer el perímetro del valle, un vuelo que duraba varias horas. Este ejercicio no solo fortalecía mis alas, sino que también aumentaba mi resistencia general.

"Vuelo y resistencia van de la mano," decía Albert mientras observaba mis vuelos. "Debes ser capaz de mantenerte en el aire por largos periodos, sin importar las condiciones. La fatiga no es una opción en una batalla."

Mientras volaba, me concentraba en mantener un ritmo constante y eficiente, conservando energía y controlando mi respiración. Cada vuelta al valle se volvía un poco más fácil, y mi capacidad para volar largas distancias mejoraba notablemente.

Reflejos y Resistencia en Tierra

Por las tardes, Albert me entrenaba en tierra para mejorar mis reflejos y resistencia. Había creado un circuito de obstáculos en el bosque cercano, lleno de desafíos físicos y mentales. El circuito incluía saltos, carreras, escaladas y obstáculos que requerían agilidad y velocidad.

"Debes ser tan rápido en tierra como en el aire," me decía Albert. "Este circuito no es solo para tu cuerpo, sino también para tu mente. Debes pensar rápido y moverte aún más rápido."

Corría a través del circuito una y otra vez, tratando de mejorar mi tiempo y precisión. Cada error significaba comenzar de nuevo. Los obstáculos variaban desde troncos caídos que debía saltar, muros que debía escalar y zanjas que debía cruzar en un solo salto. La repetición constante y la intensidad del ejercicio aumentaban mi resistencia física y mental.

Albert también me entrenaba para mejorar mis reflejos en combate. Me hacía pararme en el centro de un círculo marcado en el suelo, mientras él lanzaba ataques rápidos con un bastón de entrenamiento. El objetivo era esquivar y bloquear sus golpes sin salir del círculo.

"Tu capacidad de reacción es vital, Kael," decía Albert mientras atacaba con precisión. "Un segundo de duda puede costarte la vida en una batalla real."

Al principio, recibí muchos golpes, pero poco a poco mis reflejos mejoraron. Aprendí a anticipar sus movimientos, a leer su postura y a moverme con rapidez y eficiencia. Mis ojos se volvieron más atentos, y mis movimientos, más fluidos y precisos.

Las sesiones terminaban con ejercicios de resistencia física. Albert me hacía correr largas distancias, realizar series de flexiones, abdominales y levantamientos de peso con piedras grandes.

"Debes ser fuerte y resistente," me recordaba constantemente. "La batalla no solo se gana con habilidades, sino también con resistencia y fortaleza."

Las largas carreras fortalecían mis piernas y mejoraban mi capacidad pulmonar, mientras los ejercicios de fuerza aumentaban mi resistencia muscular. Aunque terminaba cada día exhausto, sabía que estaba creciendo más fuerte y preparado para cualquier desafío.

El primer mes de entrenamiento con Albert había sido una tortura física y mental. Cada noche, mi cuerpo estaba tan adolorido que apenas podía moverme. Las sesiones intensivas de vuelo, reflejos y resistencia me dejaban exhausto y al borde del colapso. La soledad y la impotencia me abrumaban, y muchas noches me encontraba llorando en silencio, sin nadie a quien recurrir.

Una noche, mientras las lágrimas corrían por mi rostro, sentí una presencia cerca de mí. Al abrir los ojos, vi a Aiz, observándome con preocupación y tristeza.

"Kael, ¿por qué estás llorando?" preguntó con voz suave, acercándose a mí.

Intenté secar mis lágrimas rápidamente, pero no pude ocultar mi dolor. "Estoy cansado, Aiz. Todo duele y siento que no puedo más."

Aiz se sentó a mi lado y me abrazó. "No estás solo, Kael. Estoy aquí contigo. Eres fuerte, y sé que puedes hacerlo. No te rindas."

El consuelo de Aiz me dio un poco de fuerza y esperanza. Su apoyo me hizo sentir menos solo, y sus palabras de aliento me ayudaron a soportar el dolor. Esa noche, pude dormir un poco mejor, sintiendo que alguien estaba allí para mí.

Al día siguiente, Aiz le contó a Aria lo que había visto. Aria, preocupada por el bienestar de ambos, se acercó a Albert.

"Albert, esto es demasiado para un niño de cinco años," dijo Aria, con una expresión seria. "Entiendo que Kael necesita ser fuerte para proteger a Aiz, pero no podemos llevarlo al límite de esta manera."

Albert suspiró, sabiendo que su esposa tenía razón. "Lo sé, Aria, pero no tenemos mucho tiempo. Debe estar preparado para lo que vendrá. Aiz necesita un protector fuerte y capaz."

Aria asintió, aunque sentía una profunda culpa por haber contribuido a esta situación. Sabía que el pacto que había realizado también era una carga para Kael, y su corazón se llenaba de pesar. Esa noche, decidió que debía hacer algo para ayudar.

Más tarde esa misma noche, Aria se dirigió a mi habitación. Me encontró llorando, mi cuerpo temblando de dolor y agotamiento. Se acercó silenciosamente y me abrazó, ofreciéndome el consuelo que tanto necesitaba.

"Kael, lamento mucho que estés pasando por esto," dijo con suavidad, acariciando mi cabello. "Sé que es difícil, pero quiero ayudarte de cualquier manera que pueda."

Me aferré a ella, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. "Solo quiero ser fuerte para proteger a Aiz, pero duele tanto..."

Aria me abrazó con más fuerza. "Lo sé, Kael. Y estoy orgullosa de ti por ser tan valiente. Quiero que sepas que no estás solo. A partir de ahora, te ayudaré a entender mejor tus poderes y el mundo de los espíritus. Sé que tus entrenamientos con Albert son intensos, pero podemos encontrar tiempo para estudiar juntos."

Asentí, sintiendo una nueva esperanza surgir en mi corazón. "Sí, por favor, Aria. Quiero aprender más sobre la materia oscura y los espíritus. Quiero ser más fuerte, pero también entender mejor mis poderes."

Aria me sonrió con ternura. "Entonces, empezaremos de nuevo. Cada vez que tengas un momento libre, vendrás a verme y te enseñaré lo que sé. Juntos, encontraremos un equilibrio entre tu entrenamiento y tus estudios."

Esa noche, dormí más tranquilo, sabiendo que tenía el apoyo de Aria y Aiz. La promesa de protección no solo era una carga, sino también una fuente de fortaleza y propósito. Con la ayuda de Aria, mis conocimientos sobre la materia oscura y el mundo de los espíritus crecerían, y con los entrenamientos de Albert, me volvería más fuerte y resistente. Estaba decidido a cumplir mi promesa y proteger a Aiz, sin importar los desafíos que enfrentara en el camino.

En las semanas siguientes, mis noches solitarias de dolor se volvieron menos frecuentes. Aunque el entrenamiento con Albert continuaba siendo extenuante, la presencia y el apoyo de Aiz y Aria me brindaban un consuelo invaluable. Cada vez que sentía que no podía seguir, recordaba las palabras de Aiz y la promesa que había hecho de protegerla.

Durante una de esas noches particularmente difíciles, Aiz entró en mi habitación de nuevo. Esta vez, no sólo me abrazó, sino que se quedó conmigo hasta que me quedé dormido. Me contó historias sobre su día, me hizo reír con sus ocurrencias y, por unos momentos, el dolor se desvaneció.

"Kael," me dijo suavemente mientras se acurrucaba a mi lado, "eres como mi hermano. Y siempre estaré aquí para ti, como tú estarás para mí."

Sus palabras llenaron mi corazón de calidez y determinación. Sabía que no estaba solo en esta lucha, y esa comprensión me daba la fuerza para seguir adelante.

Aria, por su parte, comenzó a dedicar más tiempo a enseñarme sobre la materia oscura y el mundo de los espíritus. Aunque nuestros estudios eran limitados debido al intenso entrenamiento físico, aprovechábamos cada momento libre. Ella me enseñó sobre las antiguas energías que fluían a través de nuestro mundo y cómo podía conectarme con ellas.

"Kael," me decía mientras repasábamos los complejos diagramas del libro que me había dado, "la materia oscura es más que una herramienta. Es una extensión de ti. Aprender a controlarla requiere paciencia y entendimiento."

Esas sesiones con Aria no solo me ayudaron a mejorar mis habilidades, sino que también me proporcionaron una perspectiva más profunda sobre mis poderes. Me enseñaron a verlos no como una carga, sino como una parte integral de quién era.

Un día, después de un entrenamiento particularmente agotador, Aria me encontró en mi habitación, una vez más luchando contra el dolor y el cansancio.

"Kael," dijo con una voz llena de compasión y determinación, "no estás solo en esto. Albert y yo estamos aquí para ti. Y aunque este camino es difícil, es necesario para lo que está por venir."

Sus palabras resonaron en mi mente mientras trataba de procesar la magnitud de lo que estaba ocurriendo. Sabía que Aria y Albert tenían sus propios planes y preocupaciones, y que estaban haciendo todo esto para asegurarse de que Aiz y yo estuviéramos preparados para cualquier eventualidad.

"Lo sé, Aria," respondí con voz temblorosa. "Quiero ser fuerte, no solo por Aiz, sino también por ustedes. Prometo que no me rendiré."

Aria me abrazó con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas. "Estamos muy orgullosos de ti, Kael. Y siempre estaremos aquí para apoyarte."

Con el paso del tiempo, mi relación con Aiz y Aria se profundizó aún más. Cada momento de apoyo y consuelo fortalecía nuestro vínculo y me daba la fuerza para seguir adelante. Sabía que, a pesar del dolor y las dificultades, no estaba solo. Tenía una familia que me apoyaba y creía en mí.

El primer mes de entrenamiento con Albert había sido una prueba de resistencia y fuerza de voluntad. Sin embargo, el segundo mes marcó el comienzo de una fase aún más desafiante y transformadora. Con el apoyo renovado de Aiz y Aria, enfrenté cada día con una determinación creciente.

Albert intensificó los entrenamientos, enfocándose en técnicas avanzadas de combate y estrategias de supervivencia. Cada mañana comenzaba con ejercicios agotadores que probaban mis límites físicos. Me enseñaba a utilizar mis alas de manera más eficiente, no solo para volar, sino también para maniobrar en combate y protegerme de ataques.

"Kael, debes aprender a anticipar los movimientos de tus enemigos," me decía Albert mientras esquivaba mis ataques con facilidad. "La velocidad y agilidad son tus mayores aliados, pero también necesitas pensar rápido y actuar con precisión."

Los entrenamientos se volvieron más duros. Albert no se detenía hasta que veía que había alcanzado mis límites. Muchas veces, terminaba desplomado en el suelo, respirando con dificultad y con el cuerpo cubierto de sudor y polvo. Pero a pesar del dolor y el agotamiento, no me rendía. Recordaba las palabras de Aiz y la promesa que había hecho.

Una tarde, después de una sesión particularmente brutal, me encontré de nuevo en mi habitación, luchando contra las lágrimas. El dolor era casi insoportable, y la desesperación comenzaba a apoderarse de mí. Pero esa noche, Aiz entró una vez más a mi habitación.

"Kael," dijo con ternura mientras se sentaba a mi lado, "sé que es difícil, pero estás haciendo un gran trabajo. papa y mama creen en ti, y yo también. No te rindas, por favor."

Me abrazó con fuerza, y sus palabras me dieron el aliento que necesitaba. "Gracias, Aiz. No lo haré. Lo prometo."

La Segunda Fase del Entrenamiento: Superando los Límites

El primer mes de entrenamiento con Albert había sido una prueba de resistencia y fuerza de voluntad. Sin embargo, el segundo mes marcó el comienzo de una fase aún más desafiante y transformadora. Con el apoyo renovado de Aiz y Aria, enfrenté cada día con una determinación creciente.

Albert intensificó los entrenamientos, enfocándose en técnicas avanzadas de combate y estrategias de supervivencia. Cada mañana comenzaba con ejercicios agotadores que probaban mis límites físicos. Me enseñaba a utilizar mis alas de manera más eficiente, no solo para volar, sino también para maniobrar en combate y protegerme de ataques.

"Kael, debes aprender a anticipar los movimientos de tus enemigos," me decía Albert mientras esquivaba mis ataques con facilidad. "La velocidad y agilidad son tus mayores aliados, pero también necesitas pensar rápido y actuar con precisión."

Los entrenamientos se volvieron más duros. Albert no se detenía hasta que veía que había alcanzado mis límites. Muchas veces, terminaba desplomado en el suelo, respirando con dificultad y con el cuerpo cubierto de sudor y polvo. Pero a pesar del dolor y el agotamiento, no me rendía. Recordaba las palabras de Aiz y la promesa que había hecho.

Una tarde, después de una sesión particularmente brutal, me encontré de nuevo en mi habitación, luchando contra las lágrimas. El dolor era casi insoportable, y la desesperación comenzaba a apoderarse de mí. Pero esa noche, Aiz entró una vez más a mi habitación.

"Kael," dijo con ternura mientras se sentaba a mi lado, "sé que es difícil, pero estás haciendo un gran trabajo. Albert y Aria creen en ti, y yo también. No te rindas, por favor."

Me abrazó con fuerza, y sus palabras me dieron el aliento que necesitaba. "Gracias, Aiz. No lo haré. Lo prometo."

Durante los días siguientes, Albert comenzó a introducirme a entrenamientos más específicos, enfocados en situaciones de combate real. Practicábamos en terrenos diversos: bosques, montañas y ríos, simulando escenarios en los que podría encontrarme mientras protegía a Aiz.

"Debes estar preparado para cualquier cosa, Kael," me decía Albert mientras me guiaba a través de un denso bosque. "Los enemigos no siempre atacarán en terreno abierto. Debes aprender a utilizar el entorno a tu favor."

Estos entrenamientos no solo mejoraron mi habilidad para adaptarme a diferentes situaciones, sino que también aumentaron mi confianza. Cada día, sentía que me volvía más fuerte y más capaz de enfrentar cualquier desafío.

Por las noches, Aria continuaba ayudándome a entender mejor mis poderes. Sus enseñanzas sobre la materia oscura y el mundo de los espíritus se volvieron más profundas y complejas.

"Kael," me decía mientras trazaba intrincados símbolos en el aire, "la materia oscura es una extensión de ti. Debes aprender a sentirla y controlarla como si fuera una parte de tu propio cuerpo."

Sus lecciones me ayudaban a comprender la naturaleza de mis poderes y cómo podía utilizarlos de manera más efectiva. Aunque los estudios eran agotadores después de los entrenamientos con Albert, me llenaban de una sensación de propósito y conocimiento.

Con el paso del tiempo, mis habilidades continuaron mejorando. Albert me enseñó a combinar mis habilidades físicas y mágicas en combate, mientras que Aria me ayudó a profundizar mi comprensión de la materia oscura y los espíritus.

Una tarde, después de un entrenamiento particularmente agotador, Albert me observó con una expresión de orgullo. "Kael, has progresado mucho. Estás listo para enfrentar cualquier desafío que se te presente. Estoy orgulloso de ti."

Sentí una oleada de emoción y gratitud. "Gracias, Albert. No podría haberlo logrado sin ti y Aria. Prometo que seguiré entrenando y mejorando para proteger a Aiz."

Albert asintió, sus ojos brillando con determinación. "Lo sé, Kael. Y siempre estaremos aquí para apoyarte."

"Hola a todos los que están leyendo esta historia solo escribo esto esperando que les este gustando esta historia si ven algún tipo de falta o incongruencia lo siento pero como puedes saber esta es mi primera vez escribiendo una historia por lo esto puede suceder, como también que como ya notaron este capitulo es mas largo que los anteriores en total llevo 3100 palabras por lo que es 2000 mas largo que los anteriores y si todo va bien los demás capítulos también serán de este largo, sin mas que decir gracias por tomarse el tiempo de leer esta historia "