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Capitulo 4 Primer círculo

¡¡Clak!!

El mismo sonido metálico de la puerta que indicaba estar abierta resonó en la habitación. Ya había pasado más de una semana desde que empecé a absorber maná, pero aún no conseguía formar el primer círculo. El maná se acumulaba en mi interior hasta un punto insoportable para cualquier humano. Entonces, ¿por qué no avanzaba al primer círculo? La absorción de maná aumentaba su velocidad día tras día, acumulándose más y más.

Mi cuerpo había cambiado. Mi abdomen estaba marcado, los músculos de mis brazos se habían agrandado, y todo mi cuerpo había incrementado su masa muscular. Podía sentir cómo mis músculos se fortalecían, pero era el maná lo que realmente se acumulaba. La sensación era similar a estar dentro de una piscina; el peso del maná empezaba a afectarme, pero aun así, continué absorbiendo maná durante toda una semana. Noche tras noche, el proceso no se detenía.

"Suspiro"

"Tap" "Tap"

Me levanté de la cama, sintiendo mi cuerpo más pesado, pero también mucho más fuerte y ágil. Aunque la sensación de pesadez era solo mi mente engañándome, en realidad, mi agilidad había aumentado más allá de lo que había experimentado en mi vida pasada. Podría escapar de este lugar simplemente corriendo, pero desconocía lo que me aguardaba en el exterior. Durante estos días, descubrí que estaba bajo tierra; el lugar era más grande que un estadio de fútbol. No podía simplemente huir sin conocer el terreno. Era demasiado vasto para ser solo un lugar de esclavos.

"Sonido sordo"

De repente, escuché voces provenientes del pasillo fuera de mi habitación. Eran voces de adultos, y las puertas de otras habitaciones comenzaron a resonar. Rápidamente agarré el libro y me dirigí al estante. Saqué la tablilla, coloqué el libro en su lugar y volví a poner la tablilla, acomodando los libros. La puerta de mi habitación se abrió bruscamente. Un hombre entró. Tenía el cabello negro, ojos oscuros, cicatrices por todo el cuerpo y tatuajes en los brazos. Parecía una masa de puro músculo.

Su mirada mostraba una intimidación que podría asustar a cualquiera, pero no a mí. El hombre entró y empezó a inspeccionar cada rincón de la habitación, como si buscara algo o realizará algún tipo de revisión. Pasaron unos segundos y dejó de mirar los rincones. Luego se dirigió a la cama, levantó el colchón, lo dejó en su lugar y caminó hacia el escritorio. Revisó cada parte del escritorio y finalmente su mirada se dirigió al estante de libros.

"Mierda, si este tipo encuentra el libro, todo se acabará," pensé.

El hombre caminó hacia el estante de libros, sacó tres de ellos y su mirada se volvió fría. De repente, con el ceño fruncido y una expresión que daba escalofríos, me miró fijamente.

"Tu..."

Tragué saliva cuando el hombre empezó a hablar. Entré en pánico; este cuerpo era así, muy miedoso ante cualquier situación. No me permitía manejar bien las emociones.

"Estás limpio..."

"..."

Lo miré con indiferencia mientras salía de la habitación. Dejó la puerta abierta y observé su espalda hasta que finalmente desapareció en el pasillo.

"Suspiro"

Suspiré y miré el estante. ¿Por qué ese hombre no vio la forma rectangular en el estante? Estaba ahí, se veía claramente. Solo los libros mantenían ese espacio cubierto. ¿Estaba ciego o simplemente no miró bien? No entendía, pero debía haber visto la forma rectangular en el estante. Me sentí frustrado, pero al mismo tiempo aliviado. ¿Qué hubiera pasado si hubieran encontrado el libro? ¿Qué me habría ocurrido?

Nada tenía sentido...

"... ¿Qué demonios fue todo esto? ¿Por qué no vio esa superficie en el estante?" dije, confundido pero aliviado.

"Suspiro".

Salí de la habitación y caminé por el pasillo. Todas las puertas de las habitaciones estaban abiertas; algunas estaban vacías, mientras que otras tenían a sus dueños dentro, mirando por las ventanas con barrotes. Continué caminando hasta llegar a las escaleras. Este pasillo solo llevaba a estas escaleras, el lado contrario estaba cerrado con una pared de piedra sólida. No había nada más. Bajé las escaleras y llegué al comedor, que estaba algo lleno, quizás porque no todos estaban aquí. Junto a la cocina, donde la cocinera servía la comida, había una puerta blanca que emitía maná.

Esa puerta nunca se abría, pero estaba seguro de que servía para salir de este lugar y quizás llevaría a una nueva parte de las instalaciones. Todo este lugar estaba muy bien custodiado; por las noches se escuchaban pasos fuera de las habitaciones, lo que indicaba que había guardias. Del otro lado de esa puerta blanca rara vez se escuchaban sonidos extraños, también se escuchaban voces.

"Suspiro".

Me dirigí a la misma mesa de siempre, pero esta vez Gloriana no estaba. Me senté, las luces de afuera entraban por unas pequeñas ventanas rectangulares que casi tocaban el techo del comedor. La luz apenas entraba, pero era suficiente; lo que más iluminaba este lugar eran esos cristales de maná que parecían antorchas. Había varios cristales, cada uno colocado en el techo del comedor: uno en cada rincón y tres en el centro.

Todos los días eran así, días sin poder hacer nada, días muy tristes y aburridos. Pero algo era diferente; se suponía que este cuerpo recibía torturas constantemente, pero no había experimentado ningún tipo de tortura desde que llegué a este mundo. Había algo que no estaba bien, pero no sabía qué era.

"¿Quién es esa? No la había visto antes," dije, mi vista fija en una niña a la que nunca había visto. Su mirada era temblorosa, su cuerpo sudaba y derramaba lágrimas. Sus ojos y cabello blancos parecían reflejar la misma nieve que veía en ellos. Estaba temblando, su mirada perdida.

"Debieron haberla traído aquí recientemente," murmuré.

No se parecía a los demás en este lugar; todos tenían miradas vacías, sin emociones, rostros pálidos como si supieran que podrían morir en cualquier momento, miradas derrotadas. Pero esta niña era diferente; su rostro estaba paralizado por el miedo y temblaba cada vez que podía.

"Suspiro".

Me levanté y me dirigí a mi habitación; ya era hora de absorber más maná. Quizás esta vez lograría alcanzar el primer círculo. Necesitaba ser un primer círculo si quería salir de este lugar. No podía seguir aquí y arruinar esta nueva vida, pero solo necesitaba tiempo; eso era todo. En el momento en que alcanzara el primer círculo, debía aprender dos hechizos: uno de ataque y otro de defensa. Solo serían dos, dos hechizos necesarios para poder defenderse en este mundo.

***

— Cambio de escena.

Estaba en mi habitación, inmerso en una meditación. Mi mente regresaba al lugar oscuro y lleno de maná de color negro y morado. Absorbía mucho maná; la velocidad y la cantidad de maná que entraban en mi cuerpo aumentaban cada día. Seguí así durante mucho tiempo, pero el primer círculo nunca apareció. No llegaba al primer círculo, pero definitivamente pronto llegaría. Solo era cuestión de tiempo.

La familia real estaba buscando a Gloriana, un miembro de la familia real. El día en que la familia real encontrara este lugar, podrían enviar caballeros para rescatar a Gloriana, pero no estaba seguro si realmente vendrían. Solo el tiempo lo diría, después de todo.

El maná comenzó a aumentar nuevamente, la sensación de cosquilleo se intensificó, las partículas... eran más grandes. ¿Qué demonios estaba pasando? De repente, todas las partículas que antes eran diminutas ahora tenían el tamaño de una tapa de botella; eran demasiado grandes. Las partículas más grandes empezaron a entrar en mi cuerpo, y una nueva sensación se apoderó de mí. Era diferente, pero también llenaba mi cuerpo con mucho más maná, y este era más fuerte, diferente.

"Sonido sordo".

El maná aumentó tanto que mi cuerpo se llenaba cada vez más, pero algo diferente sucedió. El maná estaba llenando mi cuerpo casi por completo. De repente, el maná comenzó a fluir en una sola dirección, hacia mi brazo, y se dirigió al semicírculo. El maná empezó a rodear todo el círculo, absorbiendo más maná a medida que llegaba.

Mi brazo se entumeció, lo sentí, pero el maná se volvía cada vez más fuerte. Finalmente, cubrió el semicírculo; el círculo estaba lleno, pero aún tenía maná en mi cuerpo. Era demasiado maná para contenerlo todo en mi cuerpo. Todo el maná que llenó el círculo era solo un tercio del maná que estaba en todo mi cuerpo.

De repente, una luz emergió del círculo, y el círculo empezó a girar. El color se intensificó; era más fuerte. Finalmente, la luz desapareció, revelando un círculo completamente negro, con diez estrellas moradas en el centro. Tenían el mismo color que el maná, pero el círculo era negro, mientras que el maná era negro y morado, el color morado estaba en el centro del círculo en forma de estrella.

"Es... el primer círculo," murmuré, observando mi brazo. El círculo ahora era negro; ya no era transparente como antes.

Examiné mi cuerpo. Las venas que solían llevar la sangre ahora estaban llenas de maná. Todo el maná fluía por mis venas, como si fuera un circuito. Esa era la palabra para describirlo: un circuito, cuando el maná corre por las venas de todo el cuerpo.

"El circuito ayuda al maná a fluir con más delicadeza en todo el cuerpo, pero también tiene una desventaja. Dependiendo del tamaño y lo grueso de la vena, el circuito que está lleno de maná correrá más rápido o más lento, según el tamaño de la vena. Entre más grande sea la vena, más maná podrá correr por ella," expliqué.

Los circuitos sirven para que el maná fluya con más rapidez y por todo el cuerpo. También ayudan a crear magia, ya que el maná corre por el circuito, que es la vena del cuerpo humano. Sin un circuito, un mago nunca podría crear magia, pero hay ocasiones en las que el mago puede hacerlo sin el circuito, aunque la única forma es que el mago esté absorbiendo maná continuamente pero podrían haber riesgos al hacer eso.

Miré mi brazo y contemplé mi primer círculo. Mi camino como mago apenas empezaría; ahora era un mago oficial.

"Aunque ahora soy un mago del primer círculo, ¿por qué tengo tanto maná en mi cuerpo?" pensé. El maná dentro de mí era tan inmenso que, si lo sacara, llenaría una piscina de gran tamaño hasta el borde. Solo una pequeña porción de todo mi maná acumulado se usó para crear el primer círculo. ¿Era normal o no lo era? Necesitaba respuestas, pero solo podría obtenerlas de otro mago. Era un completo novato en cuanto a magia y todo eso.

Era como un niño en cuestiones de magia para otros magos. Incluso para un caballero, este podría ser mucho más fuerte que un mago del primer círculo.

Suspiré.

Me levanté de la cama; ya era de noche, pero esta vez sólo descansaría. Había alcanzado el primer círculo, y fue toda una sensación de alegría, algo que nunca había sentido en mi vida pasada. Ahora existían emociones en mi rostro. Solo necesitaba más tiempo, solo un poco más de tiempo, y podría salir de este lugar.

"Pero, ¿qué pasa si hay espadachines en este lugar?" murmuré. Un espadachín era lo mismo que un caballero. Un caballero era nombrado así por el reino, pero antes de eso se les llamaba espadachines.

No cambia en nada, solo el título, pero su fuerza y poder son lo mismo. Un segundo problema sería que en este lugar también estén magos, pero esa posibilidad sería muy baja. Solo unos pocos espadachines podrían estar aquí. En primer lugar, porque un espadachín necesita un entrenamiento intenso desde muy joven. Además, el hecho de que este lugar sea un punto de venta de esclavos sugiere que habría más bandidos que espadachines. En el caso de que haya espadachines aquí, solo podrían ser unos pocos, no muchos.

"Ya casi es de noche. Ahora debo aprender a usar hechizos," pensé mientras me recostaba en la cama.

El siguiente paso son los hechizos, pero esto podría ser mucho más rápido que alcanzar el primer círculo. Entre los hechizos que debo aprender están tres: el primero, bola de fuego; el segundo, flecha de fuego; y por último, escudo de fuego. Un escudo de fuego consume mucho maná, pero tiene una gran ventaja cuando se trata de defensa.

Con un ligero suspiro, cerré los ojos lentamente. Continuaría al día siguiente. Ya llevaba casi dos semanas en este lugar, y comenzaba a inquietarme. Debía salir de aquí y no ser alguien como en mi vida pasada…