Lila siguió a Jedrek a la ciudad. Los dos caminaban uno al lado del otro. Detrás de ellos, iban Teo, Hechicero y algunos guerreros licántropos más siguiéndolos. Su pequeño grupo atraía demasiada atención de los transeúntes a su alrededor. Qué inusual era esto para Lila, porque todos inclinaban sus cabezas muy humildemente. Todo para rendir la máxima obediencia que podían ofrecerle a su Rey.
—¿Por qué me llevas a la ciudad? —preguntó Lila mirando a su alrededor.
—Para que te familiarices con este reino. Esta ciudad podría ser un buen comienzo para eso —dijo Jedrek.
—Y, ¿por qué crees que debería familiarizarme con todo esto? —Frustrada y harta de todo lo que ya tenía entre manos, a Lila le parecía aún más complicado si tenía que entender al licántropo a su lado. Porque él cambiaba de humor y la forma en que la trataba cada vez que se encontraban era impredeciblemente distinta.
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