—¿Cómo va tu progreso? —Caña le preguntó sobre las piedras.
Pero, Iris hizo una mueca porque todavía no podía descifrar cómo distinguir la diferencia mientras sentía los dos tipos de piedras que tenía consigo. Sí, había un sentido sutil pero peculiar único de cada tipo, pero aún no podía comprender del todo la diferencia entre ambos.
Al ver la expresión de preocupación en la cara de Iris, Caña obtuvo su respuesta y no preguntó más.
—¿Por qué quieres conseguir la piedra mágica de aire? ¿Eso tiene algo que ver con tu maldición? —Iris trató de preguntar sobre esto nuevamente, pero Caña no parecía interesado en responder esa pregunta. Abrió la puerta del carruaje y dejó que Iris entrara primero, mientras se sentaba frente a ella.
El alfa miró por la ventana y, por su comportamiento, estaba claro que no quería ser molestado, así que Iris no dijo nada. Permaneció en silencio durante todo su viaje al lado este de la manada, donde había un árbol grande en la cima de la colina.
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