—¿Qué crees que va a hacer? —Iris frunció el ceño, sus ojos azules más penetrantes, mientras tocaba su vientre. Recordaba lo que Abby había dicho antes sobre lo que Rei haría con la hija de cada Serafín.
—No podrá hacer nada contigo —dijo Lou—. Tienes a toda la manada del sur a disposición de tu compañero —Lou miró a Caña—. Y estoy seguro de que no se detendrá ahí. Estoy muy seguro de que su objetivo es el trono —El comerciante hablaba con Iris como si Caña no estuviera allí—. No tienes nada de qué preocuparte.
Sería una situación complicada con un montón de artimañas puestas delante de ellos.
Y eso sería su futuro si tenían que enfrentarse a Rei.
Más tarde esa noche, cuando se acostaron uno al lado del otro en la cama y el cielo se había vuelto tan oscuro, Iris miró el rostro dormido de Caña. Se veía muy cansado, porque había muchas cosas que tenía que hacer.
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