mi corazón latía como si me estuviera enfrentando a algo mayor que yo. Tomé aire para luego soltarlo, mirar el cielo y sonreír levemente ¿Realmente esto está pasando? ¿Debo de hacerlo? Puedo escapar, puedo decir que nada importa y simplemente tomar mi vida y aventarla al abismo, no tengo voluntad propia desde que me quedé solo, pero vivo por la voluntad de aquellas personas que ya no están conmigo. Volví a mirar el suelo para luego comenzar a caminar hacia la puerta, a una leve distancia pude divisar un timbre. Toque este esperando a que alguien salga a atender y así fue, salió un señor que pasa la mediana edad, recién está entrando a sus años de vejez este parecía tener la mirada cansada por las grandes ojeras que tiene debajo de sus ojos, este hablo diciendo.
–entra, ya tocó el timbre–El hombre hablo desganado sus movimientos eran toscos y su rostro parecía mostrar tristeza–
Mire sus ojos por leves momentos para luego entrar a la escuela, algo de él me hacía recordar a alguien que por ahora no podía siquiera nombrar sin que mis lágrimas broten. La entrada daba lugar a un pasillo el cual culminaba en el patio. En las paredes de los pasillos había pinturas de varios sucesos históricos del país aquellas pinturas solo me causaban leve incomodidad. Al estar adentro mi pulso temblaba sin control mientras que mi mente trataba de tranquilizar mi cuerpo. Mire atrás y note como el portero ya iba a cerrar la puerta, pero esto fue interrumpido por un leve grito femenino
–¡Para, Felipe!
Mi mirada se centró en la puerta, él portero se llamaba Felipe, un dato que no necesitaba saber pero que me parecía interesante. De la puerta entro una joven, su tez blanquecina y sus ojos eran azules, el cabello de la chica era negro esta tenia atado el pelo y un leve flequillo que tapaba su frente. La joven entro agitada a la escuela, al menos no era el único en llegar tarde.
–No cambias más Miriam –Dijo el viejo hombre mientras cerraba la puerta– Siempre tarde...
–La chica soltó una leve carcajada, ya se había recuperado casi al completo de su agitación y dijo– Mejor tarde que nunca. – La joven entre risas miro para el frente mirando mi persona de forma directa, nuestras miradas por un segundo se cruzaron esto erizo mi piel al completo, ella…tenía algo una cosa inexplicable que acelero mi corazón a causa de la incomodidad, yo desvié la mirada primero y me di la vuelta– Además… No fui la única… –dijo la joven, su tono de voz había cambiado, era más animado cuando hablo con el portero– H-hey.. ¿Cómo te llamas? –Dijo volviendo poco a poco al tono de voz que mantenía con Felipe.
–Noah –tras decir eso comencé a caminar hacia el patio, el lugar parecía ser mucho más grande de lo que pensaba por lo que buscar el directorio sería algo complicado. Aunque según Lorena es un salón sumamente reconocible–
–Un placer Noah... –dijo la joven para luego apurar su paso para acercarse a mi estando a la par. Está, mezclando la osadía y la curiosidad pregunto– Y…decime ¿Que le paso a tu ojo? ¿De dónde venís? ¿Cuál es tu edad?
– sus preguntas eran agobiantes, su confianza era más grande lo que me imaginé. La mire a los ojos para luego decir– no te interesa lo que me pasó.
–Si me interesa, por algo pregunto. Ay perdona no te dije mi nombre, aunque creo que lo escuchaste cuando hablaba con Felipe, Soy Miriam–Miriam soltó una leve sonrisa mirándome directo a los ojos, nuevamente un escalofrió recorrió mi cuerpo y solo podía desviar enseguida mi mirada, era extraña en el sentido que siento que su mirada es la mirada que yo ofresco.
A pesar de que ella hablaba con constancia mis oídos no le daban atención me encontraba concentrado intentando encontrar el directorio, pero mi esfuerzo era inútil. Mis ojos estaban limitados frente a la novedad de la escuela, por lo que la miré a Miriam y dije.
–Si me dices dónde está el directorio te respondo una de tus preguntas que hiciste.
–La joven sonrió mostrando sus hoyuelos para luego decir – Ven. –esta tomo la delantera para comenzar a caminar por el patio hacía un leve pasillo yo la seguí atrás mientras miraba con mucha curiosidad mi alrededor. Este lugar será donde pase la mayor parte de mi día así que tenía que conocerlo bien. Veía las aulas las cuales estaban con varios chicos de mi edad o más grande, Todo parecía tan tranquilo mientras que yo estaba nervioso. Miriam frenó su paso, al notar esto también lo paré y Vi como una puerta de roble negro se encontraba en frente de mí. Confiado de que esté era el directorio golpee la puerta y mire a Miriam
–Gracias. Cuando salga, me haces la pregunta.
La joven asintió con la cabeza mientras yo entraba a el directorio. Al entrar pude ver a una mujer de unos 50 años de pelo corto y rubio escribiendo algo sobre unos papeles que parecían importantes.
–Usted es la…–antes de poder terminar la frase la mujer le miró y dijo enseguida–
–Si, soy yo la directora –La mujer me sonrió mostrando calidez frente a mí– siéntate...sos …Noah ¿no?
–Si –dije para luego tomar asiento enfrente de ella mirándola con mi único ojo disponible.
–Bien! –la mujer dejo de escribir para luego prestar toda su atención a mi mirándome detenidamente – mi nombre es Mónica, ya leí tus informes y Vi todo el caso por televisión y demás... ahora me toca preguntar ¿Seguro que quieres venir a la escuela? Podemos hacer que estudies desde casa para que se te haga más cómodo.
–Si no soy capaz de hacer esto entonces creo que no tendré una vida normal nunca –Dije serio mientras miraba con mi único ojo los suyos mientras mi temple era sereno yo solo por dentro podía pensar que mujer tan pesada y directa– Directora Mónica, A pesar de que mi familia ya no está yo pienso como si ellos estuvieran y creo que no le gustaría que me quedé en casa por unas cuentas heridas y demás idioteces... –Había minimizado el tema esperando convencerla que puedo ingresar nuevamente a la escuela, sé que su opinión sobre la situación no es necesaria para entrar al lugar, pero ganar su confianza sería quitarme otra mirada de encima –
–Que interesante... –dije Mónica mientras mostraba sus dientes, no en forma de advertencia como suelen hacer los animales si no que estaba sonriendo, ¿De qué? No tengo idea, ella solo sonreía para luego anotar algo en aquellos papeles que tenía sobre su escritorio– listo. ¡Tú transferencia está hecha!, Bienvenido a mi escuela. –Mónica se levantó de su asiento para luego decir – Ven, vamos, te enseñaré tu aula
Al escuchar sus palabras me pare. La aceptación inmediata y sin cuestionarme hacia algo claro que ella aún no confiaba en mí, por lo que estaría vigilando. Mónica se adelantó unos pasos abrió la puerta y acto seguido vimos como Miriam estaba colocando su oído derecho sobre la puerta, claro está, trataba de escuchar lo que estábamos charlando con Mónica.
–Jajá cuando no Miriam... –dijo Mónica mientras la miraba con una sonrisa, al parecer se conocen bien –
–M-moni! No es lo que crees, es que estaba probando la calidad de la madera de la puerta... –A Miriam se la veía nerviosa mientras esperaba que su pesima mentira sea creída–
–Ay Dios por qué me mandaste una alumna así! –dijo Mónica notándose el sarcasmo en sus palabras– bien, veo que vos trajiste a Noah por lo que debes acompañarlo hasta tu salón.
–Miriam frunció el ceño confundía por las palabras de la directora – por qué a mí...? ¡Ah! ¡Con que a nuestro salón iba a ir! –Miriam soltó una sonrisa de oreja a oreja para luego querer agarrarme mí brazo derecho. Esto lo evite haciendo que mí brazo se mueva levemente para atrás –
–Bien. Váyanse que van a perder sus clases.
Tras esas palabras Miriam hizo una seña para que la siga, yo lo hice, no iba a permitir que me toque, ni a mí amigos más íntimos permitía que me toquen y no haré excepción siendo ella una extraña.