Había pasado una semana, y César no había hablado exactamente con Adeline. Se había tomado su tiempo para pensar en lo que Yuri le había dicho ese día, pero, no obstante, se aseguró de que Adeline estuviera bien cuidada y de que no hubiera nada malo con ella.
Ella, por otro lado, había estado intentando tan duro, queriendo hablar con él pero temiendo que arruinaría sus pensamientos, César mantenía su distancia, evitándola.
Actualmente, Adeline estaba sentada en el borde de la cama en su dormitorio principal, jugueteando con sus dedos. Estaba esperando por él, decidida a hacer que él hablara con ella.
Por su aspecto, se podía decir que había mejorado. Ya no tenía vendajes alrededor de la cabeza, y el color parecía finalmente estar regresando a su piel, ya no aparecía demasiado pálida.
La puerta se abrió de repente, y se pudieron escuchar pasos familiares.
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