Cuando Rebeca vio al médico, sostuvo con fuerza la botella de la poción en la palma de su mano. Quería metérselo rápidamente en la boca, pero el medico rápidamente la retuvo y le arrebato la botella.
- ¡Dámela! ¡devuélveme mi cosa! -Rebeca grito frenéticamente. En ese momento, Rebeca estaba completamente loca, ella no necesitaba fingir nada en absoluto.
El medico se esforzó mucho para mantener la botella en su mano u los guardias afuera también se apresuraron en controlar a Rebeca.
-Doctor, ¿está bien?
-Estoy bien. -el medico negó con la cabeza y miro la botella en su mano. - ¿De dónde sacaste esto?
Rebeca se mordió los labios con fuerza y no dijo nada. Sin embargo, pensó que tenía que salir hoy y luego fingió estar loca y atontada.
- ¡Mis dulces! ¡Devuélveme mis dulces! ¡Devuélvemelos! -aunque estaba controlada por los guardias, todavía usaba todas sus fuerzas para intentar arrebatarle la botella de poción.
El medico la miro y le dijo al guardia que estaba a su lado:
-Necesito salir y hacer una llamada telefónica.
-Claro.
- ¡Vuelve! ¡Dame mis dulces! ¡Dámelos! -Rebeca no sabía que había pasado con el médico. Sin embargo, no importaba como luchara, todo lo que obtuvo fueron puñetazos y patadas de los guardias.
El intenso dolor finalmente la calmo. Se acurruco y se abrazó a sí misma, las lágrimas fluían por sus mejillas.
-Adriano, hijo mío. -murmuro, pero nadie le prestó atención.
El medico rápidamente saco la botella y llamo a Álvaro.
-Señor, hay algo que tengo que decirle.
-Dime. -al escuchar las palabras del médico, hizo que las personas a su alrededor se retiraran inmediatamente.
El medico miro a su alrededor y vio que no había nadie, así que dijo en voz baja:
-Estoy en la comisaria. Acabo de ver a Rebeca, ella sostuvo una botella en su mano. Parecía planear beberla. No sé porque de repente intento beberla delante de mí. Tal vez pensó que tengo algo que ver con Cecilia.
- ¿Qué es?
-Todavía no estoy seguro, pero la comprobare antes. Debería ser veneno. Una vez que lo beba, morirá inmediatamente. -la expresión del doctor era seria.
Álvaro frunció el ceño ligeramente por sus palabras.
- ¿Cecilia quiere matar a Rebeca? Después de todo, ella es su hija. No sería tan despiadada, ¿verdad?
-Probablemente no. Tal vez fue alguien que se aprovechó de ella. En este momento, las sospechas de Cecilia son más posibles. Mientras que Rebeca ha hecho todo lo posible para salir. Se dice que se automutilaba constantemente después de saber la situación de Adriano. Quería salir a ver a su hijo, pero no tuvo éxito. Cuando me vio hoy, fingió estar loca para irse, pero vi sus ojos, está muy consciente.
Las palabras del médico hicieron que la mirada de Álvaro se volviera complicada.
-Todavía tiene un poco de humanidad.
-Señor, ¿Qué hacemos?
-Dale un certificado psiquiátrico y llévala a un manicomio para aislarla completamente. ¡Rebeca no puede morir! Hay muchas cosas que debemos saber de su boca. -dijo fríamente.
-Si. -después de que el medico colgó la llamada, regreso a la celda.
Al verlo regresar, Rebeca se abalanzo rápidamente sobre él.
-Fuiste enviado por mi madre, ¿no? ¡Llévame fuera! ¡tienes que sacarme! Mi hijo está enfermo y necesita que me quede a su lado. No importa cuánto dinero quieras, te lo puedo dar mientras me saques. -Rebeca estaba tan emocionada que casi estrangula al médico.
El medico rápidamente aparto su mano y susurro:
-Si quieres salir, tienes que escucharme.
- ¡Obedeceré! -Rebeca decidió cooperar con él.
Con la ayuda del médico, rápidamente Rebeca fue diagnosticada con una enfermedad psiquiátrica y necesitaba ser enviada a un manicomio para recibir tratamiento. El director dio la orden y Rebeca fue entregada.
En el camino, Rebeca se quejó de dolor de estómago y quiso ir al baño, pero los guardias la ignoraron. Sostuvo la cabeza y golpeo la puerta del coche. La sangre hizo que ella se desmayara, pero no se rindió en absoluto. En este momento, ella realmente parecía una gran madre.
Los guardias tenían miedo de que ella realmente muriera en el coche, por lo que solo podían dejarla ir al baño. Ella aprovecho la oportunidad y escapo. Cuando Álvaro escucho esta noticia, frunció el ceño.
-Búscala por toda la ciudad. ¡Debe encontrarla inmediatamente!
Ella era una persona peligrosa, así que Álvaro no solo estaba preocupado por Samara y Eduardo, como también por Adriano. La situación del niño todavía era urgente, no podría soportar más problemas.
Toda la ciudad notaba el aire opresivo.
Después de que Samara termino el manuscrito, vio que Josué había entregado la comida. Eduardo y Adriano comían felizmente, mientras Samara tenía una porción separada.
-Señora, esto es lo que el señor Álvaro le preparo especialmente. -Josué le entrego la caja de comida.
-Ya veo. -Samara la tomo y pregunto: - ¿Cómo está el?
-Está bien. La herida también se está curando. Si descansa bien, se recuperará en unos 10 días.
-Bueno. -Samara no dijo nada más.
Pero Josué dijo en voz baja:
-Señora, el señor me pidió que le dijera algo.
- ¿El que?
-Rebeca ha escapado.
- ¿Cómo? -Samara de repente levanto la cabeza. - ¿Cómo pudo escapar de la comisaria con la vigilancia que hay?
Josué le conto sobre el plan original de Álvaro. Después de escucharlo, Samara pensó en silencio.
- ¿Cecilia quiere matar a Rebeca?
-Actualmente, parece que así es. Al señor le preocupa que Rebeca se arriesgue a venir a ver al señorito Adriano, por lo que el número de los guardaespaldas hoy aumentara. Si no es necesario, no salgan. -Josué estaba un poco preocupado.
Samara asintió.
Después de que Josué se fuera, Samara se sentía inquieta. Estaba preocupada. Al ver que los niños se estaban divirtiendo, se sintió un poco reconfortada. Después de todo eran niños y no debían preocuparse por problemas de adultos.
Samara guardo los dibujos y planeo pedirle a Josué que se los enseñara a Álvaro y le diera algunos consejos. Si era posible, podría enviarlos a Carlos después de perfeccionar algunos puntos. Sin embargo, cuando pensó en Carlos, sintió un dolor de cabeza.
Después de la cena, los niños comenzaron a jugar al ajedrez. Parecían ser adictos a esto últimamente, siempre sentados durante horas y ninguno dispuesto a rendirse. Samara se apoyó contra el sofá y los vio jugar. De repente, tenía mucho sueño.
Ella sacudió la cabeza y sintió que algo andaba mal.
- ¡Niños, hay que esconderse! ¡Rápido! -Samara quería ponerse de pie, pero antes de que pudiera levantarse, vio que había perdido toda su fuerza. Se sentía tan débil que no podía moverse en absoluto.
Además, los niños también cayeron a un lado y se durmieron.
- ¡Eduardo, Adriano! -Samara grito, pero no hubo reacción desde fuera y los niños estaban durmiendo profundamente.
Samara sabía que esta situación era peligrosa. Había sido descuidada. Todos pensaron que Rebeca no podría entrar en esta habitación fuertemente custodiada, pero no tuvo en cuenta que podría usar otros métodos.
Había una débil fragancia en el aire. Samara sabia que era tarde. Rápidamente saco su teléfono y le envió un mensaje a Álvaro, después sucumbió al cansancio. Cuando Rebeca entro, todos parecían haberse quedado dormidos, acostados en el suelo.
Rápidamente entro en la habitación y vio a los niños acostados juntos. Cuando vio que había jugado juntos, se enfadó.
-Bastardo, tratas tan bien al hijo del enemigo. ¿Eres tonto? -Rebeca extendió su dedo y golpeo ferozmente la cabeza de Adriano, sin importar la marca que había dejado.
Ella miro con odio a Samara, realmente quería matarla directamente, pero cuando vio a Eduardo sonrió fríamente. Como una madre, lo más doloroso no era la muerte, sino separarse de su hijo.
Samara se había quedado con su hijo y hacía que no se pudiera reunir con él, así que no podía dejarla vivir en paz. Rebeca recogió a los niños rápidamente y salió de la sala.
Cuando Álvaro y los demás llegaron, aparte de Samara, los niños habían desaparecido. Las cameras de vigilancia fueron destruidas y los guardias fuera aun no estaban despiertos. Javier ordeno rápidamente a sus subordinados que despertaran a los guardias, pero todos estaban atónitos. No tenían idea de lo que había pasado.
Al despertar, Samara inmediatamente busco a los niños. desafortunadamente, habían desaparecido. Se culpaba mucho a sí misma, pero no dijo nada, porque sabía que era inútil ahora.
Al ver lo preocupada que estaba, Álvaro la abrazo con fuerza y dijo en voz baja:
-Confía en mí, encontraremos a los niños.
- ¡Te creo! -Samara asintió, pero no tenía confianza en su corazón. Estaba segura de que Rebeca se había llevado a los niños.
Adriano era su hijo, así que definitivamente no le haría nada, pero Rebeca la odiaba a ella y a Álvaro, por lo que no dejaría que Eduardo viviera. Cuando pensó que su hijo había sido capturado de nuevo, Samara se sintió inquieta. Pero ahora, todos necesitaban calmarse y encontrar el paradero de los niños.
El director de policía se enteró de este asunto. De acuerdo con el procedimiento, el necesitaba que Samara se sacara sangre para el almacenamiento de ADN por si acaso. No obstante, Samara y Álvaro sabían que significaba esta posibilidad.
Eduardo era el hijo de la familia Ayala, nadie sabía que haría Rebeca cuando se volviera completamente loca. El aire opresivo lleno la sala. Especialmente las manos de Álvaro y Samara estaban fuertemente apretadas. Estaban preocupados por la situación de los niños y esperaban que apareciera un milagro.