En la sala de estar.
—Mis más sinceras disculpas, Director Maia —dijo Linley humildemente—. Pero por ahora realmente no deseo poner esa escultura en una subasta o exhibirla. Pero le puedo garantizar que si en el futuro quiero subastarla o exhibirla le pediré ayuda a la Galería Proulx.
Apoyándose en su bastón, el Director Maia le sonrió a Linley y dijo: —Oh, no hay problema. Esta vez, el preguntarte si estabas dispuesto en exhibir tu escultura en la galería era algo secundario. El objetivo de mi visita era ver a ese genio escultor, cuyo igual probablemente se verá solamente una vez en casa trillón de años.
Justo en ese momento el administrador del hotel se acercó.
El administrador le sonrió humildemente al Director Maia para luego mirar a Linley y a Yale.
—Joven maestro Yale, joven maestro Linley, los representantes del Imperio Rhine están fuera del hotel y desean reunirse con el joven maestro Linley.
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