Alfa Denzel no tenía intención de invocarla nuevamente, pero aunque sucediera, sabía exactamente dónde convocarla sin incurrir en su ira.
—Incluso si tuviera que morir, nunca te buscaré de nuevo —dijo solemnemente, la diversión tejiendo la voz de la diosa de la luna mientras ella respondía.
—Espero que no te tragues tus palabras algún día.
—Preferiría morir. No me das la solución que necesito. Solo agrandas mis problemas. He terminado de buscarte —dijo con molestia.
La diosa de la luna desapareció, pero Alfa Denzel todavía estaba pegado al lugar, tratando de reunir sus emociones. No sabía cuánto tiempo había estado allí, ni cuánto tiempo había pasado, solo recuperando sus sentidos al sonido de dos voces femeninas.
—Denzel —esa era Luna Fernanda.
—Denzel, ¿dónde estás? —Esa era Valerie.
—Val —respondió él, corriendo hacia el sonido de la voz. Vio a Luna Fernanda primero, pero sus ojos buscaron a esa mujer que constantemente llevaba su corazón con ella en todo momento.
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