1 PROLOGO

El cosmos.

Un lugar tan hermoso como pavoroso… tan pletórico como vacío.

Un lugar en donde se reúnen todas las singularidades conocidas, tan débiles como una suave brisa de primavera y tan poderosas como la atracción de un agujero negro supermasivo.

Cantidades enormes de materia y energía que parecen copar todo lo existente, junto a los cuerpos oscuros e invisibles que acompañan a los primeros, vagan por toda su extensión.

El Cosmos es el punto en donde se combinan la misteriosa representación de lo desconocido y la materialización de lo hermosamente conocido; el lugar donde todas las realidades, mundos y universos anidan.

Un lugar infinito, completamente aterrador por la trascendencia de sus propia naturaleza; una belleza indiferente y mortal que ensalza la insignificancia de la vanidad nacida de cualquier pensamiento egocéntrico.

Y es que la vida, esa reunión de la materia y energía complejamente estructurada, cuando alcanza cualquier grado de inteligencia (cuando de una conciencia se hace dueña) piensa que el propósito de su existencia juega un papel crucial dentro de este infinito lugar.

Un pensamiento egocéntrico.

Pero la realidad de su propia naturaleza, comparada con la escala del multiverso mismo, solo demuestra la insignificancia y la fugacidad de la misma.

Algunas de estas formas de vida conscientes son tan simples como un ser humano promedio; otras veces son tan complejas como esos seres atemporales que vagan por el flujo del universo asolando y devorándolo todo.

Y aunque cada una de estas formas de vida conciente intente sobreestimar sus propias capacidades al denominarse 'amos' de todo lo conocido solo por comprender y manejar una minúscula parte de las leyes que rigen al cosmos, muy en el fondo saben que no son nada ante la inmensidad y la incomprensibilidad de lo que significa el infinito.

Cada una de ellas y toda su filogenia en general tan solo son como motas de polvo en medio de la aterradora fuerza que rige el vasto y viejo paramo cósmico.

Orígenes y muertes… alzas y caídas… el Cosmos ha sido testigo del destino de cada una de esas razas autodenominadas 'supremas'.

Desde sus propios desarrollos filogenético, desde sus primeros pasos, hasta su indolora desaparición, todas esas razas han pasado ante los ojos del viejo Universo.

Una a una, sea por acción natural o por la intervención de otra, esas razas encontraron su camino final en todo el vasto océano de estrellas, nunca llegando a ser lo que en verdad pensaban que eran.

Enfrentando sus destinos, cada una de ellas encontraba su final durante sus propias épocas.

Solo aquellos primigenios, que en otras eras habían logrado comprender el verdadero significado de la totalidad misma, fueron los únicos capaces de conocer la verdad tras el velo, de convertirse en uno con todo lo existente y manejar la realidad a su propio antojo.

Pero incluso esos poderosos seres de antaño, como todo el poder y conocimiento que habían logrado obtener, yacían inexorablemente extintos en los albores del mismo universo, olvidados por casi todos los que ahora surcaban las viejas corrientes cósmicas que una vez vieron la gloria de la vida.

Y ahora, el viejo Cosmos, que había presenciado tanto de lo mismo, estaba a punto de ver nuevamente como una de esas razas 'supremas' marcaba el inicio de su posible final… como otra especie cumplía con su aparente ciclo natural.

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