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DESTINADA A ÉL

Cuando tenemos diecinueve en lo único que nos preocupamos es en pasar toda las materias, tratar de llevar una vida normal siendo estudiante universitario y evitar a toda costa tener una sorpresa en nueve meses, a menos que seas Emma Stone, claro está, y debas irte a otro continente con una persona que jamás en tu vida has visto y que reclama que eres tuya. Tal vez no sería un problema tan grande, si a raíz de esto, empieces a saber lo que realmente eres, a descubrir secretos ocultos, pactos de sangre de mil años que te incluyen, personas que dicen ser tu pareja eterna y mil cantidades de cosas más, que solo te llevaran a tu limite. Todos sabemos que cuando la copa se rebosa, nada bueno puede traer con ello, y... esta no será la excepción con Emma Stone.

LuzTorres · Fantasy
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11 Chs

CAPÍTULO 7

Un mes después.

—Buenos días —saludé, entrando a la cocina.

Fui hasta uno de los bancos que se encontraban junto a la isla y me senté.

—Buenos días Emi —respondió Caleb, dándome un recorrido con su mirada.

Carraspeé para llamar su atención, solo sonrió y siguió batiendo algunos huevos.

Traía puesto unos pantalones de chándal, pero su torso estaba al descubierto, dejándome así, una magnifica vista de su gran espalda ancha.

—Huele delicioso. Tengo mucha hambre —mi estómago dio un gran rugido de confirmación. Sentí como inmediatamente mi rostro ardía de la vergüenza.

Caleb detuvo lo que estaba haciendo, y vino hasta mi con una sonrisa burlona plasmada en su rostro.

—Tu estomago me lo confirma —rodeó la isla y se situó detrás de mi—. Estas hermosa el día de doy —susurró en mi oído—. En realidad, siempre lo estas.

Mi cuerpo se erizó de inmediato. Su cercanía me ponía incomoda, además de nerviosa.

—Caleb —advertí—. Ya lo hablamos.

Este asintió y continuó con el desayuno.

Diez minutos después, nos encontrábamos desayunando en silencio.

—Lo siento —dijo de repente.

—¿Mmmm? —lo miré confundida.

—Por lo de hace rato. Sé que te dije que te daría tu espacio y lo menos que quiero es ponerte incomoda, Emma —su mano buscó la mía, dándole un ligero apretón—. Quiero que todo se dé natural.

—Solo falta un mes Caleb —le recordé—. En un mes me iré y estaré junto con Gabriel.

Me soltó de inmediato y suspiro.

—Con respecto a él —bajó su mirada—. Tengo que contarte algo demasiado importante.

Arrugué mi ceño, sintiendo como un nudo se creaba en la boca de mi estómago.

—¿Le paso algo? —pregunté rápidamente—. Contesta.

Subió su mirada y por su expresión, sabia que no era nada bueno lo que tenía por decirme. Mi corazón latió rápidamente y las lágrimas empezaron acumularse.

—Gabriel…

—Habla rápido, por favor.

—Gabriel se casará —solté todo el aire acumulado.

Era eso.

—Lo sé —sonreí al recordar esa perfecta noche cuando me lo propuso—. Él y yo nos casaremos.

—No Emma —negó, viéndome con lastima—. Se casará con Valentina.

Un silencio rotundo se creó en el ambiente. Las lágrimas que amenazaron con salir, salieron sin previo aviso.

—N—no. Él no pue—puede hacerme est—esto —dije entrecortado, mi cuerpo empezaba a temblar.

—Lo anunciaron ayer en la manada.

Sentía un nudo que impedía el paso del oxígeno, era como si mi garganta hubiera sido cerrada, no podía respirar. Abrí ligeramente mi boca para intentar hablar, pero no, no salía absolutamente nada excepto los sollozos que crecían con el paso de los segundos. Mi boca temblaba y mis pulmones pedían a gritos un poco de aire.

Caleb se levantó y en menos de dos segundos ya lo tenía abrazándome. Era un apoyo para mí. Pude lograr dar una bocanada de aire.

Cuando recuperé el habla, grité, desgarrando mis cuerdas vocales.

— ¡No! —negué una y otra vez—. Él…. Él me ama y yo también. ¡NO TE CREO! —lo alejé de mí.

Corrí hacia la salida, tenia que verlo. Tenía que preguntarle, tenía que verlo con mis propios ojos. Tenía que…Una mano me detuvo.

—Suel—sueltame —rogué entre sollozos— ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! —grité furiosa.

—Estas mal, no te dejaré en este estado —su tono de voz era suave.

Volteé a mirarlo, percatándome de que pequeñas lágrimas caían de sus ojos.

—Si tú sufres, sufriré contigo. Si lloras, yo lloraré contigo y te serviré de hombro Emma. Por siempre.

Lo abracé con todas mis fuerzas, derrumbándome aún más de lo que estaba, mi corazón se rompía en mil pedazos. Dolía, lo hacia y mucho. Ningún libro que había leído describía la traición de esta forma, era algo consumidor.

Se sentía como si tu corazón hubiera sido apuñalado y arrancado brutalmente. Ninguna palabra es capaz de salir de tu boca, solo sollozos ahogados mientras tratas de recuperar la respiración que ese gran nudo de dolor te quitó. No dejan de salir lágrimas de tus ojos. Cada lágrima es una gota de agua hirviente que te recuerda que aun sientes, que aun, a pesar de que te hayan dañado y jugado con tus sentimientos…en lo muy profundo de ti existen esperanzas. Nosotros los humanos somos vulnerables, y esa es la primera desventaja.

Se casa, el amor de mi vida se casaba con la persona que me había alejado de él.

—Me duele mucho —susurré tiempo después cuando logré calmarme—. Es un dolor tanto emocional como físico Caleb. No logro respirar.

—Es normal Emmi. Aunque aún no estabas marcada, su conexión es demasiada fuerte como para que te duela.

—Pero me duele mucho —insistí, llevando mis manos a mi pecho—. ¡Aaaaah!

Un grito desgarrador Salió de mí.

Era como si miles de agujas ardientes me chuzaran desde adentro. Quería arrancarme la piel.

—Mierda.

—Calma el…el dolor —supliqué—. Due…¡Aaaah!

Las lagrimas no paraban y el dolor aumentaba con el pasar del tiempo.

—Aguanta —dijo desesperado—. En unos minutos pasara Emmi, eres fuerte, puedes aguantar.

Negaba mientras gritaba retorciéndome en sus brazos. Arranque mi blusa en el afán, sorprendiéndome al ver mi pecho lleno de hematomas.

Mi piel empezaba arder como si pusieran una caldera de fuego en mi pecho.

Ya no soportaba más, había sido mucho dolor para alguien como yo, poco a poco fui perdiendo el conocimiento.

[…]

Abrí poco a poco los ojos, siendo invadida por los recuerdos de esta mañana.

—Caleb —susurré con voz ronca.

—Aquí estoy —llegó hasta mí y agarró mi mano—. ¿Estás bien?

—Ya no me duele. ¿Qué me pasó?

—Fue la traición de Gabriel.

Arrugué mi entrecejo mientras mis neuronas trabajan a mil.

—Pero solo anunciaron su casamiento o acaso…

—Sí —respiré profundo—. Gabriel marcaba a Valentina. Por eso tu dolor en ese momento.

Mi mente divagaba a todos los momentos que habíamos compartido juntos, mientras silenciosas lagrimas caían.

—¿Cómo puede tener una persona el derecho de romperte el corazón en un segundo?

—Porque de la misma forma lo repara, en uno.

Traté de responder, pero no podía, sabía que si hablaba serian balbuceos. Mi cuerpo empezó a temblar.

¿Cómo se superaba algo así?

—Me dirás masoquista —dije minutos después—. Pero…tengo que verlo con mis propios ojos, no puedo llegar a creer que él me haya hecho algo como esto. El me ama, yo lo siento.

—Dentro de una semana tendré una reunión con él —posó sus manos en cada lado de mi cara—. Iremos y lo veras con tus propios ojos.

—Está bien —musité.

—¿Qué quieres hacer?

—Quiero estar sola, por favor —en su mirada vi duda si hacerlo o no—. No atentaré con mi vida si eso es lo que estas pesando. Solo necesito estar sola.

Asintió después de darme un beso en la frente. Solo cuando estuve sola, pude desahogarme.

—Gabriel, Owen —susurré—. ¿Por qué? Sé que me aman, sé que me aman tanto como yo los amo. Esto tiene que tener una explicación y haré hasta lo imposible por tenerlos de nuevo. Yo soy su Luna, su pareja eterna y nadie nos separará…nadie.

Una semana después.

—¿Estas lista?

—Me he preparado toda la semana para este día —quité mi mirada de la ventana para dirigirla a él—. Estoy más que lista.

—Ok.

—¿Le dijiste alguno de ellos que iría?

—Claro que no, hice todo lo que me dijiste Emmi.

Asentí. Acabamos de llegar a Canadá y ahora íbamos camino a mi manada. Mi estómago estaba revuelto y aunque no lo quisiera demostrar, estaba que me moría del miedo.

Pasamos el gran portón, mis manos empezaron a sudar frio y un escalofrió me recorrió de pies a cabeza.

—¿Lista? —preguntó Caleb cuando estamos a punto de bajarnos.

—No te puedo mentir —lo miré nerviosa—. Siento una opresión en mi pecho y estoy sudando.

—Todo estará bien Emmi —trata de calmarme—. Estaré contigo todo el tiempo y no dejaré que nada te suceda.

—Gracias —susurré.

Uno de los chóferes abrió la puerta para mí y salí.

Mis pies temblaban.

—Lo volveré a ver—pensé.

De repente, sentí como una dura mirada me penetraba llegándome a inquietar.

Volteé, encontrándome con ese par de ojos grises que me habían cautivado desde el primer día.

El tiempo se detuvo y solo éramos nosotros dos en nuestra propia burbuja.

No había necesidad de palabras cuando tu mirada expresaba todo.

Quería ir hacia él y abrazarlo como nunca antes, no lo volvería a soltar. Quería besarlo hasta que nuestro aliento se acabara, adorar cada parte de su cuerpo. Quería volver a escuchar el susurro de mi nombre en sus labios. Daria todo por volver a escuchar el poco filtro que tenía Owen a la hora de hablar…quería tantas cosas.

Me dije que sería fuerte. Que verlo nuevamente sería difícil, que podría con ello.

Que equivocada estaba.

Mi vista se tornó vidriosa por las lágrimas que amenazan con salir, pero no. Me las reservaría para mi sola.

Estaba más musculoso, su cabello más largo. Pero su mirada, su mirada era vacía, no estaba ese brillo que poseía y lo hacía ver más guapo de lo que era. No estaba ese hombre feliz que conocí…no era Gabriel.

Caleb llegó a mi lado y juntos caminamos hacia él.

Con cada paso mis piernas se debilitaban.

—Gabriel —Saludó Caleb.

—Caleb.

Diablos. Su voz estaba demasiada ronca.

—¿Y ella es tu novia? —preguntó Gabriel.

¿Qué?

—¿Preguntas que si soy novia de Caleb? —lo señalé incrédula. Reí sarcásticamente—. Es lo que dirás. No me explicaras por qué te casaras con valentina, cuando tú y yo nos casaríamos.

Frunció su ceño, viéndome como si estuviera completamente loca.

—¿De qué es lo que hablas? No entiendo.

—¡¿Cómo que no entiendes?! —exclamé histérica mientras me acercaba a él y lo empujaba—. Soy tu Luna, tu pareja eterna, con la que te deberías de casar, no con esa estúpida que nos alejó.

Su mirada se volvió dura y rápidamente sostuvo mis muñecas apretándome fuerte, Gemí de dolor.

—Jamás en tu miserable existencia le dirás estúpida a mi Luna o te mataré chica loca.

—Gabriel suéltala —exigió Caleb en un tono de advertencia.

Soltó mis manos bruscamente. Solo lo miraba sorprendida, la había defendido y me había dicho miserable, pero lo desconcertante, es que no me conocía.

¿Qué te han hecho mi Alpha? —pensé.

—Lo siento Alpha Gabriel —su mirada de nuevo se dirigió a mí—. Solo una última cosa.

—Que —respondió brusco.

— ¿No me recuerdas? —quise saber, con una esperanza albergando en mi interior.

—Nunca en mi vida te he visto…hasta ahora.

—Intenta recordar —supliqué.

—¿Para qué quieres que intente recordar a una persona que jamás he visto? Solo te vengo a ver ahora.

—Y tu Luna —Caleb cambió la conversación.

—No esta. Ella y su mamá se fueron del país por su vestido de novia.

Una pequeña lágrima cayó al escucharlo. La quité rápidamente para que no se diera cuenta.

—Alpha —llegó Ryan. Su mirada me observó incrédulo—. Mi luna —musitó con una sonrisa.

—Hola Ryan —sonreí triste, al saber que él si me recordaba.

—¿De dónde la conoces y por qué le dices Luna? —cuestionó Gabriel con voz de Alpha.

—No le digas —hablé por el Link que compartíamos.

—Es…Es una vieja amiga y se llama Luna. Siempre le digo mi Luna, es como una segunda hermana para mí —sonrió.

—Gracias.

—Tenemos que hablar, Luna.

Asentí en su dirección.

—He perdido demasiado tiempo así que vamos Caleb. No aguanto tu asqueroso olor a muerto —confesó asqueado.

—Tú no te quedas atrás, ese olor a perro mojado daña mi olfato — reconoció secamente mientras lo seguía. Se detuvo y volteó a verme—. ¿Vienes?

—Me quedo acá, es lo mejor.

—Está bien.

Cuando ya habían ingresado a la mansión, miré hacia Ryan.

—¿Por qué no me recuerda? —fue lo primero que pregunté.

—No lo sé —me miró abatido y asentí.

—¿Por qué se casará con Valentina?

—Porque la ama —vi el arrepentimiento en sus ojos casi después que lo dijo—. Fue lo que dijo cuando le pregunté.

—¿Por qué la marco? —inquirí.

—Porque ella lo pidió.

—¿Tuvieron sexo?

—En su luna de miel completaran el ritual.

—Ok—suspiré, tratándome de resignar—. Lo perdí y para siempre.

El negó levemente.

—Owen ha caído en un sueño profundo. Mi lobo me lo confirmó, la única con el poder para despertarlo eres tú Emma, solo tú.

—¿Por qué esta en un sueño profundo?

—Es un hechizo. Y para lograr dormir a alguien como Owen que es descendiente de los primeros lobos, se requiere un brujo antiguo o descendiente de alguno de ellos.

—¿Cómo lo despierto? —pregunté al borde de las lágrimas.

—Ahí está el problema —hizo una mueca—. No lo sé.

— ¿Quién podría ayudarnos? —pregunté desesperada.

—Los whitchmion.

—¿Sabes en donde encontrarlos? —pregunté con la esperanza albergando en mi interior.

—Emma, ellos quieren encontrarte a ti. No es posible —negó—. Si das con ellos puede que mueras…no sé, es algo incierto.

—No importa. Tengo que despertar a Owen, tengo que salvarlos.

No dijo nada por varios segundos.

—Una vez que Gabriel complete el ritual, el alma de Valentina y la de él quedaran enlazadas para siempre —sus ojos demostraban tristeza—. Su boda será en…diez días.

Dirigí mi mirada a un punto cualquiera. Lagrimas querían salir, pero me negaba, debía ser fuerte y llorando no solucionaría absolutamente nada.

Ellos no lo completaran. Gabriel no tendrá sexo con ella.

Juro que acabaré con Valentina.

Lo juro.

—Entonces —susurré, mirándolo fijamente—. Solo tengo 10 días para salvar a mi pareja eterna. Si ves que no llego a tiempo, tienes que detener la boda. Promete que lo harás.

—Lo prometo mi Luna —prometió de inmediato.

—Otra cosa. Algunas personas ya sabían que yo SOY su Luna ¿Acaso a ninguno les pareció extraño que Gabriel anunciara como Luna a ella, y de paso le pidiera matrimonio?

—Está prohibido nombrar tu nombre, Emma.

Abrí mis ojos sorprendida.

¿Prohibido?

—Fu-fue Gabriel —musité en un hilo de voz.

—Valentina le hizo creer que tú eras una enemiga que quería acabar con su amor. Y para no recordar el pasado, le pidió a Gabriel que fuera prohibido nombrar tu nombre.

—Maldita —exclamé completamente enojada.

—Y al no poder nombrar tu nombre, nadie cuestionaría el porqué de otra Luna o en donde estabas. Ni yo puedo, el destierro seria la consecuencia.

Diosa Luna ayúdame, por favor.

—Ya acabó la reunión. Me tengo que ir —explicó rápidamente—. Que la Diosa Luna nos ayude.

—Lo hará.

Ryan asintió, para salir corriendo y convertirse en un enorme lobo de color café. Era lindo, pero no como mi Owen.

Un minuto después, Gabriel y Caleb entraron en mi campo de visión. Ambos absolutamente serios.

Sonreí triste al verlos.

Mis dos mates juntos.

Uno por decisión y otro por maldición.

Dos personas completamente distintas, pero con un mismo corazón: noble, puro y amoroso.

Algo que me había dado cuenta en este mes al lado de Caleb, es que era especial. Le había tomado demasiado cariño. Era muy distinto a los de su raza y eso me sorprendía cada día.

Caleb tenía un corazón vivo y dispuesto. Y dolía saber que en algún momento con mis acciones lo destruiría.

No es justo Diosa Luna, no lo es.

—¿Estas bien? —susurraron en mi oído sobresaltándome.

—S-sí —Caleb se encontraba demasiado cerca.

—Te he llamado varias veces y no reaccionabas.

—Estaba pensando —volteé un poco mi rostro, viendo como Gabriel nos observaba con el ceño fruncido.

— ¡Mierda! Deje mi celular en el estudio —señaló—. Ya vuelvo.

Asentí.

Miré de nuevo a Gabriel, encontrándome con su mirada recorriendo todo mi cuerpo, quedándose más tiempo de lo normal en mis labios.

Flashback

"—Necesito espacio —pasé la lengua por mis labios resecos, haciendo que toda la atención de Gabriel se dirigiera a ellos.

—No lo vuelvas hacer en mi presencia Emma —advirtió firmé y un poco ronco.

—¿Hacer qué?

—Humedecer tus labios con tu hermosa lengua —suspiró—. Hace que Owen y yo queramos perder el control."

"—¿Estabas celosa? —susurró muy cerca de mis labios. Por un momento sentí reseco estos, así que pasé mi lengua sobre ellos, obteniendo toda la atención de Gabriel en el gesto—. Que te dije sobre ese gesto Emm. No soy de piedra.

Pequeños flashes llegaron y sin pensarlo, me vi haciendo aquel gesto que lo descontrolaba.

Pasé mi lengua lento y sensual por mis labios, todo bajo la atenta mirada de Gabriel. Sus ojos cambiaron a ámbar, pero, así como cambiaron, volvieron a su color normal.

Pestañeó varias veces, alejándose aún más de lo que ya estaba.

Por un momento, solo por un momento creí que…

—Vamos —dijo Caleb a mi lado.

Parpadeé varias veces viéndolo un poco confusa. Aun no me acostumbraba a su "habilidades".

Caminamos hasta el auto donde nos esperaban sus hombres.

—¿Por qué se reunieron? —pregunté, minutos después de que el auto arrancara.

—He recibido amenazas las últimas semanas y supe que Gabriel también— explicó algo inquieto—. Nos dimos cuenta que ambas tenían el mismo fin.

—¿Qué?

—Acabar con nuestra raza.

—¿Por qué querrían algo como eso? —pregunté confundida.

—Los vampiros y los hombres lobos siempre hemos estado al mando de todos los seres sobrenaturales. Se cansaron de que fuera así.

—¿Quiénes? —¿Por qué hasta ahora pasaban tantas cosas?

—Son tres seres: Las hadas, los ciclopes y los Witchmions.

Esta es mi maldita oportunidad.

—Owen está en un profundo sueño y los Witchmions son mi única solución.

—No —respondió rotundo—. No dejaré que te acerques a ellos Emma, jamás.

—No es si quieres o no Caleb. Ya está decidido y lo haré. Haré lo que sea para salvarlo.

—¿También harías algo como eso para salvarme? ¿También arriesgarías tu vida por mí? —Su voz a pesar de que había sido dura, sabia que era un disfraz—. ¡Responde!

—Sí —respondí segura—. Arriesgaría mi vida por ti Caleb. No dejaré que alguien muera o corra peligro si yo puedo evitarlo.

—¿Cuál es tu plan? —resopló rendido después de varios minutos en silencio.

—Bueno…pensé que tu tendrías uno —sonreí.

—Se quién podría ayudarnos —sus ojos me observaron fijamente—. Tu madre.

La herida volvió a doler. Mi mente se convirtió en una especie de disco rayado donde reprodujo el encuentro tan nefasto, que había tenido con mi madre días después de aceptar quedarme por dos meses con Caleb.

Semanas antes.

Mis manos sudaban de lo nerviosa que me encontraba. Vería a mi madre después de un periodo largo donde pensaba que estaba muerta. Era simplemente alucinante.

—¿Estas listas? —me preguntó Caleb, con su mano puesta en el pomo de la puerta.

Dirigí mi vista a él, encontrando la paz y serenidad que necesitaba en un momento como este.

—No —respondí sincera. Pensaba que era irreal todo esto, que estaba en un sueño y que pronto me despertaría—. Pero es ahora o nunca.

—Pasa —dijo, abriendo la puerta.

Suspiré y sin coordinar mi cuerpo con el cerebro, mis pies marcharon, adentrándose al cuarto.

Las lágrimas picaban con salir.

Mi mamá se encontraba de espaldas, observando la gran vista que ofrecía ese gran ventanal de su cuarto.

—Mamá —susurré, minutos después de estar completamente en silencio—. Soy Emma.

Por su parte no hubo ningún movimiento. Ninguna respuesta.

—¿Estas bien? —pregunté.

Empecé a caminar hasta donde estaba, pero una orden me detuvo.

—Detente.

—¿Por qué? —musité con voz quebrada.

—No debes de estar aquí.

—T-Te extraño…mucho y pa…papá también lo hace —confesé, hipando del llanto.

Todo mi ser me gritaba que saliera corriendo y la estrechara entre mis brazos para fundirnos en ese abrazo que llevaba mucho tiempo anhelando. Pero el dolor de ser rechazada y que me rompiera el corazón, podía más.

No sé si podría aguantar otro golpe.

—Yo también, pero esos eran otros tiempos.

Se volteó y ahogué un gemido.

Sus ojos…

Sus ojos estaban completamente negros. Eran dos abismos y estaba en el precipicio de ellos. Dos agujeros negros que absorben todo a su paso…incluyéndome.

—¿Qué te sucedió? —pregunté atónita.

—¿Qué haces aquí? —evadió mi pregunta.

Arrugué mi ceño observándola incrédula.

—¿Acaso no es obvio? ¡Estoy aquí por ti! —la señalé—. Necesito respuestas.

—Aun no es tiempo para contestaciones.

—Las necesito ya —insistí desesperada.

—Aun no es tiempo.

—¿Cuándo lo es, según tú? —inquirí resignada y abatida.

—Lo sabrás y solo entones, tus dudas serán resueltas —se volteó quedando de nuevo en el mismo sitio—. Vete.

—Es el momento.

—¿Para qué? —curioseó confundido Caleb.

—Ahora es el momento para que mi madre responda todas mis dudas y para que nos ayude.

—¿Por qué ahora?

—Simplemente lo sé.

—Entonces tu madre sabía lo que pasaría.

—Quiero creer que no —suspiré—. Una madre no permitiría que su hija sufriera.

[…]

—Entonces, ¿sabes cómo encontrar a los Witchmions? —le pregunté a mi madre después de relatarle el porqué de querer encontrarlos.

Habíamos llegado hace unos veinte minutos y no habíamos perdido el tiempo en ir a su cuarto y contarle todo lo sucedido.

Solo esperaba que nos pudiera ayudar. El tiempo corría en mi contra.

—Estás hablando con uno de ellos ahora mismo.

Sentí como todo al mí alrededor se quedaba en pausa al escucharla. Mi mente repetía sus palabras una y otra vez. Lo había escuchado perfectamente.

"Estás hablando con uno de ellos ahora mismo".

—Es-Estas mintiendo… ¿cierto? —titubeé nerviosa.

Debía de estar mintiendo.

—¿Por qué lo haría Emma?

—Porque sería la única forma en la que puedas salir de aquí —respondió Caleb.

—Tienes razón.

Dio un atisbo de sonrisa, pero en eso se quedó, en un atisbo.

—Entonces es mentira —afirmé.

— ¿Acaso he dicho que lo sea?

—¡BASTA! —grité exasperada—. ¿Eres o no eres una Witchmion?

—Lo soy.

—Ok —suspiré hondo, tratando de tranquilizarme—. Explícanos como despertar a Owen.

—Espera —interrumpió Caleb, viéndola confundido—. ¿Por qué no nos has matado, o lo que sea que hagan con los descendientes de los dioses?

No había pensado en ello.

Si es una Witchmion, ¿Por qué no me había hecho nada desde que nací?

—Eso —hizo referencia a lo preguntado por Caleb—. Si es una buena pregunta —aplaudió—. No tengo necesidad, porque cada uno se entregará por sí solo.

Fruncí mi entrecejo en total confusión.

¿Cada uno se entregará por si solo?

—¿Qué quieres decir con ello mamá?

—No puedo alterar el futuro querida hija. Todas las cosas sucederán según su curso.

Entonces si sabía todo lo que iba a pasar.

Ella había podido prevenir todo lo que sucedió, pero no lo hizo. No le importo el dolor tan grande con el que estoy viviendo.

Una ira me embargó de repente y lo descargué todo.

—¡Eres una desalmada mala madre! —grité colérica—. Sabias que sufriría y no lo evitaste, no lo hiciste… ¿Qué te hice? ¡¿Qué hice para que me hicieras esto?!

—¡Nacer! —confesó—. Nacer —susurró esto último con un tono de dolor.

Abrí la boca en busca de un poco de aire. La observé entre sorprendida y dolida.

Como era posible que diga algo como eso.

Caleb se había mantenido en silencio y lo agradecía.

—¿N-no querías que…que naciera? —pequeñas lagrimas adornaron mi rostro.

—No —respondió firme—. Por tu culpa tuve que alejarme de mi especie, me tuve que ir a la manada de tu padre para criarte y después alejarnos de toda la vida sobrenatural, para que mi familia no te matara. Odie cada minuto de mi vida junto a ti y junto al pulgoso de tu padre. Me quitaste mis sueños y lo peor, tuve que aguantarme las ganas de matarte. Porque era lo único que quería, quitar tu esencia de la Diosa Luna y después matarte, Emma. Mi maldito sueño frustrado.

Terminó completamente agitada, después de escupir veneno de sus labios. Ese par de abismo me consumía con cada palabra dicha.

¿Qué se rompe en ti cuando tu corazón ya está hecho pedazos?

¿Tu alma?, ¿Tu espíritu?

O simplemente todas tus emociones se apagan, como me estaba sucediendo justo en ese momento. Había tocado el botón de apagado de cualquier sentimiento con el que pueda salir herida.

Ya ha sido suficiente.

Me había cansado del dolor y de ser débil.

Ya no más

Limpié mis lágrimas y dirigí mi mirada aquella mujer que amé con toda el alma, y de la que hace menos de unos minutos llamaba como madre.

—¿Qué tengo que hacer para despertar a Owen? —pregunté con voz autoritaria y firme.

Ambos me miraron sorprendidos. Y los entendía, mi mirada ya no era la misma, ahora era vacía y mi voz imponente, a tal punto de ser intimidatoria.

¿Cuánto puede cambiar una persona por dolor?

—Tienes que hacer un sacrificio —explicó segundos después.

—Bien, entonces empecemos.

—¿No quieres saber de qué se trata el sacrificio? —inquirió en un tono burlón.

—No me importa —aclaré rápidamente—. Lo hare de todas formas.

—Espera —habló Caleb, por primera vez desde hace varios minutos—. Háblanos de que se trata.

Sonrío sombríamente.

—Tiene que sacrificar su lado sobrenatural, así nosotros obtendríamos la esencia de la Diosa Luna y despertaríamos a Owen.

—¿Qué consecuencias trae hacerlo? —preguntó.

—Al Emma hacerlo, se convertiría en una simple humana.

Vi como cada musculo de Caleb se tensiono, en su mirada había negación total.

Pero, al menos no era tan malo.

No para mí.

—Está bien, toda mi vida he vivido siendo una humana, no sería un gran cambio para mí —le expliqué, tratando de calmarlo.

—Espera, no he dicho la mejor parte. Si haces el sacrificio, no habrá nada que te ate a Gabriel. En pocas palabras, dejaras de ser su pareja eterna.

Abrí los ojos sorprendida. Traté de hablar, de pronunciar o de siquiera emitir algo, pero nada salía.

—Y ahora qué sabes la consecuencia ¿Lo harás? —cuestionó—. Aun sabiendo que el amor que se tienen acabará. Porque si lo salvas o no, no importa, no estarán juntos.