Desde mucho antes de ese fin de semana, Chris había estado pensando en la manera de hablar con Evan sobre que le permitiera saltarse grados escolares, tenía una lista con las razones para eso, razones legítimas y lógicas, que sin embargo, dichas por un niño perdían su seriedad. No tenía duda de que seguramente Evan creía solo estaba siendo infantil.
Esperó sentado a la mesa que el omega saliera de la ducha, al escuchar la puerta del baño abrirse cerró el libro frente a él. Poco después Evan apareció, cabello un poco húmedo y usando ropa cómoda. Se acercó a la mesa para tocar su cabeza.
Chris deseaba extender el contacto un poco más, quería acercarse un poco más a él y obtener durante más tiempo su dulce aroma. Ante la espina de culpa en su corazón, no lo hizo.
Lo vio sentarse, el omega lo miró durante largos segundos, su expresión ligeramente tensa y preocupada. La distancia que había puesto entre ambos las últimas semanas no había pasado desapercibida para él, esperaba Evan lo dejará pasar un poco más, no quería mentirle, pero tampoco podría explicarle porque lo hacía. Decirle solo lo alejaría, no quería ver el cariño desaparecer de sus ojos cuando lo mirará. Recién había obtenido el amor que siempre había deseado no estaba dispuesto a perderlo.
—Chris… ¿qué sabes de tu padre alfa? —El tono de la pregunta estaba cargado de suavidad.
Confundido, ante la repentina pregunta, frunció el ceño.
—Nada.
El omega buscó su mirada.
—¿Tú padre nunca te hablo sobre él?
Bajó el mentón, siguiendo con sus ojos el patrón en su pijama. Recordó el engaño de su padre y lo que eso lo llevo a hacer.
—Él no sabía quien era —masculló con acritud, sin poder evitarlo.
—… ¿Cómo lo sabes? —preguntó con desconcierto y curiosidad entremezclados en su voz.
—Solo lo sé —respondió escuetamente.
No estaba dispuesto a decirle que su padre le había mentido toda su vida o decirle algo sobre William Blake, ni siquiera estaba dispuesto a pronunciar el nombre de ese alfa, siempre había sospechado Evan sabía de la existencia de aquella pareja, siendo uno de los motivos por los que había decidido dejar ciudad M, no iba a contribuir de ninguna forma para que Evan se relacionara con esas personas. No iba a contribuir a que se acercará a ese alfa. O ningún otro para el caso.
—¿Estas seguro que no lo conoces?
—Si. —Se encontró con los ojos verdes, queriendo saber a que había venido aquella pregunta—. ¿Por qué?
—Chris… ¿recuerdas cuando dijiste que no te gustaban los alfas?
Su cuerpo se tenso, miró a Evan con atención, el pánico presentándose con fuerza en su pecho y todo su interior.
Apretó la pijama sobre sus muslos, sus nudillos volviéndose blancos.
—¿Estas interesado en alguien? —cuestionó, en un susurro lento, temeroso y enojado.
Su memoria fue invadida por los recuerdos de lo que interesarse en un alfa le había hecho a su padre.
—No, solo…
—Hiciste una promesa, Evan —interrumpió.
—Lo sé. No planeo romperla, Chris —contestó con calma, hubo un toque suave en su cabeza.
Relajó su cuerpo ante la respuesta y respiró profundamente su cálido aroma bajando la mirada.
—¿Entonces qué?
El omega permaneció en silencio largos segundos.
—Aquel hombre rubio… ¿lo recuerdas? El día que te hice esa promesa lo vimos.
Supo de inmediato de quien hablaba. Seguía sin tener algún interés en ese alfa a pesar de que dentro de unos años tendría un gran parecido a él.
—¿Qué con él?
—Hoy me reuní con él —declaró, con un tono aún más suave, atento a su reacción.
Significaba que ese alfa sabía de su existencia, lo ocurrido aquel día no había sido una coincidencia, había aparecido deliberadamente ante ellos.
—¿Qué quiere? —masculló, incapaz de guardar para sí el recelo que lo invadio.
Evan lo miró brevemente.
—… Solo saber de tu bienestar.
Observó su perfil sintiéndose incrédulo. Simplemente no podía creer eso.
A su memoria vinieron incontables veces en las que deseo alguien se interesará un poco en él, en su bienestar. Recordó esconderse tapando sus oídos para no escuchar las cosas desagradables que sucedían cerca de él mientras se ahogaba en olores nauseabundos, recordó encogerse en una esquina mientras fingía no escuchar gritos que demostraban cuan inestable era su padre, recordó huir de casa con tal de no estar cerca de su padre, recordó salir al mundo dispuesto a valerse por si mismo, recordó estar hambriento sintiendo su cuerpo adolorido… Más y más recuerdos dolorosos vinieron a su mente.
Apretó sus manos en puños, incapaz de controlar el resentimiento que comenzó a llenarlo.
—No lo quiero cerca de mi… Ni de ti —habló en un tono bajo y frío a pesar de su voz infantil.
—Chris…
—No lo conozco y no me interesa hacerlo.
Evan suspiró, su expresión transmitiendo una gran cantidad de tristeza y culpa.
Chris saltó de la silla para ir hacia el dormitorio, no dispuesto a darle un segundo pensamiento a ese alfa, no iba cometer ese error de nuevo. Se esforzaría para salir a adelante con sus propios medios.
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Adam abrió la puerta de su habitación tras una serie de toques. Encontró a Evan Clare, misma actitud tranquila del día anterior. En base a la información que tenía su personalidad parecía haber dado un giró de ciento ochenta grados, no podía estar realmente seguro de que todo no fuera fingido, pero por ahora estaba dispuesto a aceptarlo y seguirle el juego.
Se hizo a un lado dejándolo entrar, un leve rastro de su aroma fue dejado atrás, Adam mantuvo el control y se abstuvo de respirar profundamente.
Como el día interior lo observó moverse alrededor de la habitación y hacer su trabajo, Evan Clare no parecía nervioso por su atención, hacía su trabajo limpia y eficazmente sin siquiera dirigirle una mirada, era como si Adam ni siquiera estuviera ahí. Eso tenía que ser falso, ningún omega se mostraba tan relajado en su presencia.
Físicamente se veía diferente a la última vez que lo había visto, pero seguía teniendo esa imagen de chico rebelde que era discordante con sus ojos honestos. Tal vez su cambio se debía a la amnesia que profesaba a tener o quizás simplemente quería un cambio en su vida para comenzar de nuevo… Adam podía entender eso.
El recuerdo del omega llorando mientras se aferraba a su hijo vino a su memoria, ese tipo de sentimiento desesperado no podía ser falso.
Le tenía sin cuidado lo que impulsara su aparente cambio de corazón, simplemente le molestaba no tener las respuestas que había creído obtendría al hablar con él. Su decisión de dejar al niño con él se debía al comportamiento mostrado por el omega los últimos dos meses en que lo había mantenido vigilado. Parecía haber recibido una dosis de madurez y realidad en su vida, si eso cambiaba u ocurría algo más ese niño estaría yendo a un internado a algún lugar en el extranjero como había pensando en un principio.
Había obtenido fotos de ese niño, y dado el incidente de seis años atrás, estaba seguro era su hijo. No había mentido al decir que prácticamente lo que hacían era una formalidad.
Cuando terminó su trabajo, Clare le tendió la bolsa con algunos cabellos castaño oscuro.
Asintió tomándola.
—En cuanto los obtenga, te haré llegar los resultados.
El omega no dijo nada, solo salió de la habitación con sabanas sucias, un momento después regresó quedándose en la puerta.
—¿Cuál es tu nombre?
Adam indagó en su rostro, abierto y curioso.
—Creí que ya lo habrías averiguado.
Solo necesitaba ir con algún empleado de administración para acceder a la lista de huéspedes en ese piso.
—No. Preferí preguntártelo.
Continuó estudiándolo, intentando descifrar si era un truco para darle veracidad a su acto de perdida de memoria o realmente no lo sabía. Solo encontró que como el día de ayer, sus ojos verdes parecían demasiado limpios y honestos. En calma.
—¿Cuándo uno pide el nombre no debe dar el suyo primero?
Lo vio entrecerrar brevemente la mirada.
—Sabes mi nombre y mucho más.
Adam se adelantó un paso sin negar o admitir nada, no le debía ninguna explicación, extendió su mano.
—Mi nombre es Adam.
—Evan… — murmuró, estrechando su mano, la fuerza justa para demostrar no era alguien se acobardaba fácilmente, también demostraba no era él omega típico. Vio a Clare mirarlo fijamente, sabía no era apreciación por ser atractivo o demostración de que podía sostener la mirada de un alfa como el día de ayer, sino algo más, un tipo de realización temerosa que le causó gran curiosidad—, lo siento, ¿Adam qué?
El omega aflojó su agarre, terminando con el saludo, Adam no liberó su mano. Demasiado interesado en lo que se mostraba en su rostro.
—Grayson.
Mantuvo su mirada, sosteniendo su mano por lo que pareció una eternidad.
Al final, Clare retiró su mano como si él contacto con Adam lo quemara, un atisbo de sorpresa en sus ojos verdes.
—… Yo… yo necesito seguir con mi trabajo —dijo con expresión crispada.
Tras decir eso, el omega prácticamente huyó de la habitación.
—Mmm —murmuró interesado, cerrando la puerta.
Su reacción había sido genuina, claramente la de alquilen que no lo conocía, pero aun así, de alguna forma parecía saber sobre Adam. «¿Qué ocultas?», pensó.
Lamento tardar, ocupada. Esta historia también pueden encontrarla en wattpad con el mismo nombre.