Capítulo 14: Buenas noticias

Chris se sentó a la mesa luego de que Evan y la madre de Marco, Elena, terminarán de colocar los platos y cubiertos, madre e hijo también lo hicieron seguidos por las gemelas hijas de Francis, el omega moreno de ojos ámbar depositó una canasta con pan y una jarra de agua de limón en medio de la mesa antes de regresar a la pequeña cocina por el resto de la comida. El hombre los había invitado a comer luego de mudarse y establecerse.

—¡Pollo frito! —dijo Ariana animada, al ver el pollo ser colocado sobre la mesa por su padre.

—Espagueti —la siguió Alex, mirando la pasta.

—Es su comida favorita —aclaró Francis divertido, tomando asiento.

—Oh, de Marco también —comentó Elena.

—Todo se ve delicioso —dijo Evan—, gracias por invitarnos.

Mientras comenzaban a comer vio a Marco mirar las piezas de pollo cada poco, sin embargo, el chico no estiraba su mano para tomar una pieza, solo continuaba comiendo con lentitud el espagueti en su plato. Los ojos del niño eran de un color más vibrante que los de Evan, pero aún así su color le parecía opaco en comparación a los del omega. Se preguntó si eso se debía a la clara tristeza que llevaba consigo como su madre. Marco le recordaba un poco a él mismo cuando realmente había tenido cinco años, su actitud apagada y distante, temeroso de todo.

Aunque eso no había durado mucho, a diferencia de Marco, a sus diez años Chris había comenzado a salir a la calle, había comenzado a involucrarse con personas por las que años más tarde se uniría a una pandilla. Se había involucrado con delincuentes, realizando trabajos cada vez más cercanos a la ilegalidad, todo había comenzado por la necesidad de alejarse de la toxicidad de su padre y por la necesidad de encontrar una forma de mantenerse a si mismo, después Chris había conocido lo verdadero y horrible que podía ser el mundo con un niño por el que nadie se preocupaba.

Se había llenado de odio hacia todo y todos, pero al final, su vida había terminado de la forma patética en la que recordaba había comenzado. Como un niño triste y abandonando, como un idiota humillado y engañado.

Chris tocó la mano de Evan, una acción no solo hecha para llevar la atención del omega al niño, sino para recordarse ya no estaba solo y ahora tenía a alguien que lo quería, Evan le sonrió con cariño al entender lo que buscaba, parecía aprobarlo y sentirse orgulloso por un gesto tan insignificante como ese, hizo que la calidez se expandiera dentro de Chris, el omega tomó las pinzas para colocar una pieza de pollo en el plato de Marco.

—Gracias —susurró el niño, avergonzado. Mirando de Chris a Evan.

Sin contestar, Chris volvió su atención al frente, alejando su mano de la de Evan, ignorando cuan pocas ganas tenía de hacer eso, pronto no supo como reaccionar cuando se topó con la mirada agradecida de la madre de Marco.

—¿Qué estamos celebrando? —preguntó el omega rubio, regresando de dormir a Mango.

—Fui ascendido —respondió Francis con calma, sirviendo pasta en el plato de Alex.

—¿Tan rápido?

El omega rubio se sentó junto a Evan quien también colocó una pieza de pollo en el plato de Chris y lo instó a comer con unas suaves palabras. Chirs se vio obedeciendo sintiendo ese sentimiento cálido crecer ante el cuidado que el hombre le mostraba.

—Lo sé, Matt, pero se debe a una nueva administración en el hotel. Ahora soy jefe de meseros.

—Felicidades —dijo Elena con alegría sincera.

—Rápido o no, te lo mereces —opinó Evan.

—Vamos, estas sobre calificado para ese trabajo. Eres el único de nosotros con una carrera, aunque nunca la hayas ejercido, además… le gustas a tu jefa. Ah —sonrió Matt, moviendo sus cejas.

Chris vio al omega de cabello oscuro ignorar al omega rubio.

—Ana también fue ascendida. Y pasado mañana tienen una entrevista.

—Oh, Ana, así que Ana… Espera —dijo Matt, deteniendo sus burlas—, ¿entrevista?

—¿Francis? —preguntó Evan, bajando el tenedor— Creí que…

—La nueva gerencia no tendrá problemas en contratar omegas —respondió con voz confiada y optimista.

Chris vio como ambos omegas compartían una mirada, sabía ese entendimiento tenía que ver con el desánimo y tensión que había estado presente en Evan la última semana, las palabras de Francis significaban que Chris ya no tendría que ver eso en el omega, lo había incomodado verlo tan preocupado.

—Oh Dios, Francis, gracias —susurró afectada la madre de Marco.

—Es genial —comentó Matt, emocionando.

—Tranquilo, dependerá de ustedes. Se hubieran enterado de todas formas, la compaña de reclutamiento saldrá mañana.

—Aun así, gracias —dijo Evan, claramente conmovido—. En serio.

Francis hizo un gesto con su mano para restarle importancia.

—Comamos, y si todo resulta bien los invitaré a comer otra vez para de verdad celebrar.

Chris miró a Francis, «algún día pagaré la amabilidad que le muestras», prometió.

______________________________________

Andrew siguió a Adam con la mirada cuando este se sentó tras el escritorio y comenzó a revisar una serie de documentos que el mismo había dejado allí al llegar. Desabotonó su saco plateado para tomar asiento y esperar.

—Si, fui yo —respondió Adam minutos después, dándole una mirada ilegible.

Asintió mientras hacía una mueca con sus labios.

—Ya. Entiendo. Gracias por avisarme de antemano —dijo con sarcasmo.

Adam solo levantó una ceja, visiblemente divertido a sus expensas. Como siempre, el ver que Adam aún era capaz de sentir algo como diversión lo alivió un poco.

—No sabía que tenía que pedir tu permiso para tomar alguna decisión...

—Debes hacerlo cuando dicha decisión concierne a la empresa que esta a mi cargo por tu culpa, más si te hiciste pasar por mi para tomar dicha decisión —cortó enfurruñado.

La cantidad de trabajo había aumentado y por lo tanto la cantidad de oportunidades para escapar habían disminuido.

—Tienes razón. Lo siento —admitió, dejando la carpeta en el escritorio. El alfa no parecía sentirlo en absoluto.

—¿Compraste esa cadena de hoteles por Clare? —cuestionó, una parte de él temiendo la respuesta.

Su primo le lanzó una mirada fría, parecía saber lo que a Andrew le preocupaba.

—No.

—Debía preguntar —contestó sin dejarse sentir apenado. No sería lo más loco que su primo habría hecho por un omega—. Por tu hijo entonces. Bien, sería mejor traerlo a casa.

Para Andrew a esas alturas quedaba claro el niño debía ser de Adam, no veía otra razón para ese tipo de comportamiento de parte de su primo si ese no fuera el caso.

—Aún no estoy seguro —dejó la carpeta en el escritorio, con el ceño fruncido. Andrew fue capaz de percibir su molestia en oleadas.

El origen del niño no era claro, no importó cuanto esfuerzo se puso en la investigación. Ambos sabían alguien había enterrado lo sucedido esa noche tan profundamente que cualquier rastro que hubiera existido se había perdido hacia mucho.

—Creo estaría mejor contigo que con él.

—No lo sabes.

Confundido, frunció el ceño.

—Tú leíste su expediente, Adam. Tal vez la información reciente fue manipulada, pero la anterior no.

—Mmm —murmuró.

—Lanzar por las escaleras a otra persona no es algo que alguien normal haría... —suspiró y se detuvo, recordando hablaba con alguien que había sido todo menos normal pocos años atrás—. Mira, entiendo. Lo que su familia le ha hecho es sin duda injusto, debido a eso él y el niño han vivido con carencias, resulta amable y correcto de tu parte presentarle una oportunidad para salir adelante.

—¿Crees que lo hice por eso? ¿Por la amabilidad en mi corazón? —preguntó, una de las esquinas de sus labios alzada en un claro signo de burla.

—¿No es así?

Su primo lo miró como si estuviera siendo ridículo.

—Es interesante… Y necesito averiguar que ocurrió esa noche. Solo eso.

—Puedo investigarlo otra vez.

—Inténtalo si quieres.

Cruzó sus dedos para que no delataran su intranquilidad. Los ojos azules se posicionaron sobre él, Andrew sostuvo su mirada.

—Ten cuidado, Adam.

La última vez que su primo había encontrado a un omega interesante casi había terminado muerto. Esperaba no fuera el mismo tipo de interés y que todo realmente solo se redujera al niño.

—Fue una buena adquisición —declaró Adam, ignorando su preocupación.

—Lo fue —concordó, ayudaba en el esquema de regresar a la familia Grayson a su antiguo poder.

—Bueno, me voy. Tengo una gran cantidad de trabajo gracias a alguien —masculló, dejando la silla y abotonando su saco.

Comenzó a dirigirse hacia la puerta.

—¿Cómo está mi madre? —preguntó Adam, cuando Andrew estaba apunto de salir de la oficina.

—... Bien —dijo, girando de regresó sobre sus pies.

—La visitaré pronto.

Andrew asintió y salió de la oficina, no queriendo recordarle su madre había dejado claro jamás querría volver a verlo.

La relación entre Adam y su tía estaba profundamente dañada, los errores del pasado y sus consecuencias habían dejado un daño irreparable. Lauren Grayson jamás perdonaría a su hijo, no importaba cuanto Adam se arrepintiera y lamentara todo lo sucedido.

Los Grayson no perdonaban, ni siquiera a su propia familia.