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DE OTRO MUNDO

Esta es la historia de una humana y un ser de otro universo (alien), que se emprenden a un camino lleno de obstáculos y misterio. Durante ese largo transcurso por recorrer ambos se enamoran; se dejan llevar por esas emociones, esa humana es consciente que tal hombre no es normal pero inesperadamente...

Dianiis_1417 · Sci-fi
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122 Chs

Batalla inminente: antagonismo en primer lugar (parte 1)

En el comedor...

La anciana Naty se encontraba en silencio al igual que Lou, quien se mantenía inexpresivo. La anciana fue muy quisquillosa en atisbar cada movimiento del hombre apuesto. En conclusión, era muy serio y de rasgos muy atractivos a pesar de ser un simple extranjero; no sabía con exactitud cómo fue que su nieta Mey cuidará de este hombre, pero sí era conveniente para su nieta, no dudaría en actuar.

Podía decirse que la anciana Naty era de aquellas que hacían lo mejor posible para el bienestar de sus seres queridos pero también sería cruel si uno de ellos salía lastimado.

Ella sonrió pícaramente al imaginar que su nieta tenía bajo su mismo techo a un hombre muy cautivador.

Por otro lado, Lou tenía en mente, preguntándose qué estaría haciendo Mey. A pesar de pensar en la humana, él inspeccionada discretamente cada rincón del comedor como observando detallamente esos grandes cuadros de paisajes monocromáticos. En cierta parte, le pareció interesante esos desolados paisajes detallados en pinturas.

También sintió curiosidad por lo enorme que era dicha residencia y lo comparó que la de Mey era una choza pequeña.

- Joven, ¿cuántos años tiene?. - preguntó la anciana Naty con la voz desgastante a causa de su vejez.

Rápidamente Lou se ladeo para mirar a la anciana.

Lou: - 25 años. - respondió sin titubeo.

La anciana le era increíble la voz magnética y ronca de dicho joven.

<<Oh qué joven. Bueno, para el amor no existe edad y mi querida nieta ya está grandecita. Este caballero por un desconocido que sea, por ahora; emite mucha confianza pero a la vez ese color de sus ojos son un misterio.>>, medito la anciana al mismo tiempo que miraba al bello joven.

Era sorprendente que su querida nieta trajera a un hombre a casa, ya que ella no solía hacerlo excepto por Isaac. La anciana estaba muy segura que su nieta era buena chica y se daba su lugar. Jamás pondría en tela de juicio su confianza.

- Joven, dígame. ¿Ya fue con un médico?, es decir, al hospital para que chequen sobre su amnesia. - preguntó la anciana. Sabía lo esencial de él pero tenía la curiosidad sí ya se había checado y saber la causa de su amnesia.

Enseguida Lou, parpadeo ante la inesperada pregunta. Sin Mey a su lado, sin saber qué tipo de respuesta debía dar, su mente se bloqueo.

Por unos breves segundos, no supo qué decir pero entonces recordó a fondo la historia ficticia que Mey le redactó.

- N-No, me dan pánico los hospitales. - contestó Lou, inexpresivo.

La anciana frunció su ceño ante la franqueza de él. Pero eso no era todo, sino que le pareció raro que lo mencionará sin signos de temor alguno.

Bueno, cualquiera que tuviera pánico a lo que sea, pondría una expresión de miedo al expresarlo, inclusive la voz sonaría temerosa. Sin embargo, este hombre era muy directo y sus gestos faciales no se inmutaban para nada.

La anciana suspiró.

Por lo menos ya sabía algo sobre el gran muchacho que veía. Sin dejar de lado, la seriedad que lo caracterizaba y lo sublime a primera vista. Decidió no preguntar más para no incomodar a Lou.

Ambos se mantuvieron en silencio. Esperando por Mey.

En la antesala, Isaac estaba erguido, con sus manos en los bolsillo de su pantalón. Aunque no se viera irritado, por dentro estaba más que molesto porque prácticamente fue rechazado e ignorado durante la merienda. Estaba en espera de Wendy y retirarse lo más pronto posible.

Por otra parte, Wendy se encontraba en su antigua habitación, recogiendo sus últimas pertenencias antes de marcharse.

- Esa estúpida hermana mía...¡Aah! ¿Cómo se atrevió venir aquí? - gruño Wendy, exasperada por la visita de su hermana Mey.

Sus ojos zafiros, idénticos a los de su hermano mellizo Walter, reflejaban el odio descomunal que sentía por Mey.

Metía prendas de su ropa en un pequeño bolso; no dejaba de repetir la imagen de Mey, que lucia bella, reanimada y sobre todo, sin signos de dolor y sufrimiento por ser plantada en el altar.

No obstante, más le cabreaba que su abuela Naty la defendía y protegía a cualquier costo. Pero lo que más la enfurecía era el hecho que su mismo hermano la ignoraba y despreciaba delante de los presentes. Eso sin duda, la enojaba y la hacía sentir mucho dolor.

Siempre tuvo en cuenta que estar con Isaac le iba traer grandes consecuencias pero por el hombre que amaba más que nadie, haría lo imposible por mantenerlo a su lado. Ella daba por triunfo hacerle rebatado el prometido de su media hermana y saber que éste la amaba más que a ella. Aun así, le dolía en lo más profundo de su corazón que su mellizo la despreciara como cualquier cosa ingnificante.

Terminó de empacar sus pertenecías.

Cogió el bolso blanco y se dirigió a su tocador antes de salir.

- No te creas que te saldrás con la tuya Mey. Ya te quite a Isaac, ahora solo tengo que desecharte de la familia. - murmuró, mirándose en el espejo de su tocador.

Sus voluminosos labios de labial color rojo oscuro se curvaron en una sonrisa malévola, reflejando su profundo odio hacia Mey y también a esa mujer Mariel, la causante que su padre Franco dejará a su madre y que muriera por la fuerte depresión al ser engañada.

Ya tenía un plan elaborado para que finalmente Mey se alejará, esta vez de por vida de su familia.

Wendy veía a Mey como su peor enemiga en el universo, a quien deseaba destruir lentamente y hacerle pagar por la muerte de su madre.

Su objetivo era que Walter y su abuela Naty dejaran de confiar en la buena niña que era Mey y así terminarla por humillar y dejarla hundida en un profundo sufrimiento.

La artimaña que usaba contra su mismo padre iba perfectamente al pie de la letra ya que su padre Franco ahora no toleraba a Mey.

Ella estaba feliz porque se había enterado que su media hermana había dejado la finca y estuvo ausente por un mes pero aquella felicidad se fue a los suelos a verla bajar de las escaleras con aquel hombre atractivo y misterioso.

Se arregló su pelo rizado y se aliso su vestido de seda. Se recompuso y salió de la habitación.

Al mismo tiempo, Walter y Mey caminaban por el pasillo, con dirección a la escaleras. Mey junto a su hermano, reían ya que Walter había dicho un chiste sin gracia pero aun así Mey rió ante lo mal contador de chiste que era su hermano.

Aquella escena de los agradables hermanos, riendo amenamente fue avistado por Wendy, que se encontraba al pie de las escaleras. No puedo evitar que su mirada seductora de siempre, se contorsionara al atisbar que Mey sonreía muy a gusto.

- ¡Oye! Para...me vas a matar de un ataque de risas. - dijo Mey entre risas mientras que Walter estaba encantado al observar que su querida hermana estaba tan feliz. 'Justo como aquellos tiempos', pensó él.

- Eso quiero, darte un ataque...de risas... - a Walter se le borró su sonrisa al igual que Mey al atisbar la mirada fulminante de Wendy. Los dos se detuvieron, sólo a dos metros de Wendy, quien no se veía nada feliz.

Enseguida un ensordecedor silencio envolvió a los tres; Walter se movió a su derecha, protegiendo a Mey y al mismo tiempo fulmino a su hermana melliza.

Entonces todo se volvió tenso y pesado...¡La inminente batalla entre hermanos estaba por comenzar!