Salen del pasaje lateral. Las veo acercarse y realizar una respetuosa reverencia a su tío. Por mucho que no les caiga bien. No les queda más remedio.
Mientras, yo me acerco. Paso cerca de ellos. Como si fuera al edificio de enfrente. Me paro no muy lejos. Apoyado en la pared. Saco un manual y me lo quedo leyendo. Simulo que estoy esperando a alguien.
–¡Yi'er! ¡Cuanto tiempo! ¡Estás aún más guapa!– la saluda uno.
–¡Yu'er! ¡Ya estás en 5 como yo! ¡Además de preciosa!– también saluda el otro.
Me da la sensación de que falta sinceridad en sus palabras. O quizás, simplemente, me irritan. Por no hablar de que se han confundido. Yi es Yu y Yu es Yi. No es tan difícil.
Aprieto los puños. Se acercan a ellas afectuosamente. Ellas los esquivan con facilidad.
–Mao Dian, soy Yu– responde ella, mostrando claramente su irritación.
–Mao Tu, soy Yi. Dejaros de tonterías. Síguenos, tío. El edificio de mensajería está por aquí– sigue Yi, seria, con cierto desdén al prometido de su hermana.
Quiero seguirlas, pero se notaría demasiado. Las observo a los lejos. Los dos hermanos intentan acercarse a ellas. Algo dicen ellas. Además de apartarlos. Parece que al final se comportan. Aunque eso no hace que sienta menos ganas de golpearlos.
Los dos son sobrinos del tío por parte de su mujer. Ella proviene de la familia Mao. Es algo más débil que la Bai, la de las gemelas y Wan. Es el propio tío el que arregló el compromiso. Aunque no es firme. Los padres de las gemelas no lo han confirmado. No obstante, no han tenido más remedio que aceptar que siga como está.
Su tío entra en el edificio. Ellas se dan media vuelta, seguidas de sus dos acompañantes. No parecen muy contentas. Yi le da un golpe a la mano de Mao Dian. Quería cogerla de la mano. Yu aparta la suya de Mao Tu.
–¿Queréis comportaros? Estamos en la secta– se queja Yu, molesta.
–No seas así. Es normal coger de las manos a tu prometida en una cita– reniega él.
–Nuestro compromiso no es firme. Mantened el decoro. Solo os estamos acompañando al mercado porque lo ha pedido Bang Tian. No es una cita ni nada que se le parezca– responde Yi.
–Oh, vamos, podrías ser más dulce– protesta Mao Tu.
Se han desviado un poco para acercarse a mí. Para que las oiga. Para que sepa que van al mercado.
–Os comportáis, o nos vamos a cultivar– les da Yi un ultimátum.
–Vale, vale.
Se han parado para mirarlos de frente. Quizás para darme tiempo. De esa forma, no tengo que seguirlos. Sería sospechoso. Así que me adelanto para salir de la secta e ir hacia el mercado. Ellos me sigue a lo lejos.
Resulta un poco extraño. Ellas habían dicho que eran posesivos. Más bien rudos. Ahora, parece que se estén esforzando en ser afectuosos. A mí me parece un tanto artificial. Aunque no puedo negar que tengo prejuicios contra ellos
Miro de reojo hacia atrás de vez en cuando. Intentando que no se note mucho. Para comprobar que me siguen.
Aprovecho un recodo para dejar salir a algunas de las chicas. Asegurándome de que no hay nadie. Ellas se quedan hablando a un lado de las escaleras. Con sus rostros ocultos. Ropa de discípulas de la secta. Yo sigo caminando. El plan es que irán detrás de ellos. Yo por delante.
Me paro en la tienda de creps. Compro uno para mí. Voy con el rostro descubierto ahora. Mejor no llamar la atención comprando demasiados.
Aprovecho para quedarme mirando los puestos. Siempre se puede encontrar algo. No dejo de observar la entrada del mercado.
Las gemelas y sus acompañantes llegan al cabo de poco. Las chicas tampoco tardan mucho más. Se separan y distribuyen por los diferentes puestos. Ma Lang está comprando creps. Unos cuántos. Luego se acercará a mí para dejarlos en el Almacén.
Mientras, nuestros objetivos se acercan al puesto en el que estoy. Es lo natural. Está justo a la entrada. Es un muy buen sitio. Probablemente, es más caro ponerlo aquí. Sé que hay diferentes precios para alquilar el espacio, aunque no los detalles.
–Guau, cuántos puestos. ¿Has visto eso? ¡Al menos es nivel 6!– señala Mao Tu a su hermano.
El otro asiente, con los ojos muy abiertos. Bueno, las gemelas me contaron que no había mercados permanentes como estos. Solo uno itinerante que llegaba un par de veces al año.
Sus familias viven cerca de una ciudad algo más pequeña que la que hay al pie de la secta. Y claro, no tienen una secta allí. Así que lo se puede comprar y vender es mucho más reducido. No tiene tanto interés para los comerciantes.
Además, aquí hay muchos productos hechos por los propios discípulos. Muchas veces talismanes, joyas, armas y demás que no han salido del todo bien. O que simplemente hacen para practicar. Los venden para recuperar lo que pueden de lo invertido en los materiales. A veces, incluso obtienen beneficios. Si son suficientemente buenos, los pueden vender directamente a la secta.
Yan Xiulan y Ye Bi han hablado alguna vez de eso. También los estudiantes que vienen al encuentro de peleas que organizan mis pervertidas. Muchos de ellos son artesanos de diferentes disciplinas. Bueno, aprendices.
Durante un rato, se quedan mirando los productos. Las gemelas los observan guardando las distancias. Parecen aburridas. Apáticas. A mí, hacen ver que no me conocen.
–¿Cuánto por esto?– pregunta Mao Dian.
–100.000 puntos o 2.000 oros– responde el vendedor.
–¿Tanto?– se sorprende su hermano
–No regateo. Lo tomas o lo dejas– simplemente expone el vendedor.
Yo he regateado alguna vez con él. También las chicas. Normalmente, se muestra más servicial. Supongo que considera que no tienen el dinero para comprarlo.
Se le ve un poco irritado cuando le preguntan el precio de algunos objetos más. Hasta que al final se van a otro puesto. Allí, está Liang para vigilar.
–Odio a los paletos de pueblo. Si no tienen dinero, al menos que no me hagan perder el tiempo– se queja el vendedor en voz alta cuando se van.
Me limito a encogerme de hombros. Me parece una actitud un tanto exagerada. Además, quién sabe, quizás su tío sí podría comprar algo gracias a ellos más tarde. Como sea. No es asunto mío. Aunque sí que tiene algo que me interesa.
–Estas gemas, ¿por cuánto?– le pregunto.
–50.000 puntos cada una– responde.
–¿Me quieres timar? Aunque su nivel está bien, tienen muchas impurezas. Además, no han sido extraídas con cuidado, se ven las grietas. Si te doy 1.000, ya es mucho– apunto los defectos.
–Bueno, tienen algunas taras, ¿pero no te has pasado con 1.000? Al menos valen 40.000– rebaja el precio.
–¿Estás de broma…?
Al final, las consigo por 5.000 cada una, con la condición de que las compre todas. Son 23. Creo que las he pagado un poco por debajo de su precio real. Aunque, gracias a ello, las ha vendido todas. Son para Xiulan'er. Me pidió que comprara si veía. Y me hizo una clase de todas las características y problemas que podían tener.
Se quejó un par de veces de que no prestaba atención. Pero estaba demasiado mona explicándolo tan seria. En su habitación, pues allí tenía muestras. Estaban Bei Liu y Bi Lang con nosotros.
Ellas parecían interesadas. Aunque también molestaron y avergonzaron un poco a nuestra joyera. Supongo que es difícil resistirse.
Me doy una vuelta por el mercado. Sin dejar de vigilarlos. Cuando veo que van hacia la tienda de ropa. Ellas delante. Ellos las siguen. Frunzo el ceño. No me gusta la cara que han puesto. Ni sus gestos.
Miro a Shi, que está cerca. Ella asiente. Me conoce bien. Voy hasta la tienda. Entro con ella.
–Pruébate algo. Este vestido te quedaría bien– sugiere Mao Dian.
–No hace falta. No nos hace falta ropa para cultivar– niega Yu.
Vuelve a poner la excusa de cultivar. Bien que le gusta probarse algunos modelos. Están preciosas las dos con ciertos vestidos de una pieza que no les llegan a las rodillas. Y muy ceñidos.
–Venid. Decidnos al menos cómo nos quedan– pide Mao Tu.
–No os podéis negar al menos a eso– le apoya Mao Dian.
–Es muy forzado. Algo traman– me susurra Shi, mientras pone frente a ella un vestido negro –. ¿Me queda bien?
–Muy elegante. Aunque el azul hace juego con tus ojos– sugiero.
–Ya lo has vuelto a hacer…– me critica.
–¿El qué?– pregunto extrañado.
–Nada– niega, ligeramente sonrojada. ¿Qué he dicho?
–Bien. Vamos y acabemos rápido. Tenemos que entrenar– acepta mientras tanto Yi.
Toma la delantera con su hermana hacia un probador. Ellos las siguen. No me gusta su sonrisa.
–Vamos, van al probador– insto a Shi.
Ella viene con el vestido negro que había cogido. No hay tiempo de coger más. Vamos al probador de al lado. Deberíamos poder oírlos. No es uno de los especiales. Los que tienen insonorización. Supongo que ellos no saben que existen. Creo que Yi lo ha elegido a propósito.
–No te preocupes. Saben lo que hacen. También se han dado cuenta de que están tramando algo– me quiere tranquilizar Shi.
Lo cierto es que ella y Yu han intercambiado algunas miradas. Y veo que Song también ha entrado. Está cerca de la salida. Probablemente, alguna de las chicas estará fuera, cerca de la entrada. Seguramente Liang.
Nos acercamos. Con la intención de estar preparados para ayudar ante cualquier eventualidad. Aunque las gemelas no tendrían que tener ningún problema, no podemos dejar que rebelen su cultivación.
No son inferiores a ellos, y menos juntas, pero no sabemos qué ases tienen bajo sus mangas. Ni cuál es su intención. Lo que no esperamos es escuchar tan pronto una reacción.
–¡Pum!
–¡Ay!– se queja uno de ellos
–¡Clonc!
–¡Urgh!– se duele el otro.
Lo oímos antes de entrar en nuestro probador. Está claro que las gemelas han actuado rápido. Y salen de inmediato. Parecen furiosas. Aunque sonríen y nos guiñan un ojo por un momento. A la vez. Ya veo. Están actuando, aparentando estar enfadadas. Bueno, puede que lo estén. Pero no con nosotros.
–Ven a buscarnos a nuestra cabaña dentro de un rato. Danos tiempo– me susurra Yu, antes de sobrepasarnos.
Nosotros entramos en el probador para no llamar la atención. Aprovechamos para abrazarnos y besarnos. Con mucha dulzura. Mirándonos. Sonriéndonos. Disfrutando de estos breves momentos solo para nosotros.
Salimos cuando los dos hermanos salen del suyo. Podrían haber esperado un poco más. Caminan un poco extraños.
–Parece que les han dado donde duele– se burla Shi, aguantando la risa.
Puedo ver un poco más allá a Song tapándose la boca. Sin querer mirar. Les debe hacer gracia. A mí me da un poco de miedo. Más me vale no irritar a las gemelas. Aunque ellos se lo merecen. No sé qué querían hacer, pero tengo mis sospechas.
Shi habla con la dependienta antes de irse. No sé qué le ha dicho. No parece que quiera revelármelo. También sé que sería inútil preguntar.
Al final, nos volvemos. Creo que todas están un poco ansiosas por saber exactamente qué ha pasado. Así que las recojo. Mirando de reojo a un cultivador de pelo morado claro. Está en siete de Génesis. Quería ligar con Ma Lang. Y está estaba un tanto intimidada, a pesar de tener dos etapas más.
Hong lo ha echado. Aunque su nivel es menor, tiene más experiencia. Las chicas han dicho no sé qué de darle unas lecciones a Ma Lang. Suerte. Le hará falta.
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Espero un rato para ir a buscar a las gemelas. Vaya. Hay mucho tráfico a esta hora. Incluso algunas hablando con sus grupos frente a sus cabañas. No quiero que me vean cerca de la de las gemelas. No necesitan rumores.
–Ahora las traigo– promete Liang.
Se apresura a llegar a la cabaña y llamar. No hay tantas con el rostro tapado aquí como en el mercado. Pero hay algunas. Así que no llama mucho la atención.
Un rato más tarde, aparecen las tres.
–Luego hablamos. No tengas prisa– me sonríe Liang.
Las gemelas también sonríen. Me dan un beso en cada mejilla.
–Hasta la noche– se despiden.
Oh, vamos. Me dejan con las ganas de saber qué ha pasado exactamente. A diferencia de ellas. En nada, están todas reunidas, hablando. Incluso Wan. Supongo que me toca esperar.