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Uniformadas

Al día siguiente del evento de peleas, me toca visitar a Sai, sus hermanas y las otras hermanas. Prefiero olvidar la ropa con la que me han hecho vestir las chicas antes. Más bien, la no ropa. Apenas eran unos tirantes y unos pantalones cortos abiertos por todos lados. Rencorosas y vengativas… No me han dicho quién la ha elegido. Puede que incluso entre todas.

Jiao me recibe. Y me lleva con Da Ting. Parece que ya es tradición visitarla primero. Bueno, tampoco me molesta. He aprendido bastante con ella. Y le estoy agradecido por lo que ha hecho y sigue haciendo por ellas. Además, es adorable. Sobre todo, cuando quiere parecer seria. Sin duda, será irresistible en unos años.

Prácticamente, no me dice nada, aparte de saludarme. Primero me sirve el té. Me mira.

–Es diferente. Más fuerte y menos amargo. Tiene un olor agradable– valoro.

–Me llegó la semana pasada. No está mal, aunque prefiero el otro… Yo… Gracias por contármelo– de repente confiesa.

–¿Contarte?– me siento confundido.

–Lo de ellas. Lo que habían sufrido. Por lo que habían pasado. Pude preguntarles. Hablamos mucho. Incluso llora… Bueno, hablamos mucho. Siento que las conozco mejor. Que somos un poco más cercanas. Gracias a ti– me vuelve a agradecer – Aunque… ¿Sabes cuándo podríamos celebrar sus cumpleaños? Parecen que no saben cuándo nacieron. ¿Qué podría hacer? Me gustaría hacerlo por ellas, por las cinco.

–Ni idea, pero intentaré hablar con ellas. Me alegro de verdad. Tienen realmente suerte de tenerte– la alabo.

Soy sincero. Me alegro de que sean más cercanas. De que sean amigas. Es bueno para Da Ting y para ellas. Aunque ella parece avergonzarse. Sentirse un poco incómoda.

–Esto… ¿Qué es eso de un evento de peleas?– me pregunta. Claramente, quiere cambiar de tema.

–Ah… Bueno, verás… Hay algunos, en especial artesanos, que no son muy hábiles con las peleas. Como están obligados a hacer un mínimo al mes, los hay que abusan de ellos. Por eso, decidimos que…

Estoy un rato explicándole sobre los eventos de peleas. Consigo que ría cuando le hablo de cómo mis pervertidas aprovechan para presentar a posibles parejas. Hablo de ellas como las "amigas de Pen". Aunque es probable que sepa la verdad.

–¿Y podría ir a verlo?– me pregunta con curiosidad.

–Claro, aunque tampoco es tan interesante. La última fue ayer, así que la siguiente será en un mes. Si quieres, te aviso– ofrezco.

–Oh… No podré… Esos días… Bueno, ya hablaremos la próxima vez. Ahora mejor que te vayas. O volverán a acusarme de tenerte mucho rato– se queja, inflando un poco las mejillas.

–No les hagas ni caso– le aseguro, conteniéndome para no reír.

A pesar de ello, no tenemos mucho más de que hablar. Así que me acaba echando, diciendo que no las haga esperar. Hay un poco de sonrojo tras sus palabras.

—————

–Ya empieza a ser costumbre que estés un buen rato con ella. Casi me parece poco– me recibe Jiao.

La beso por sorpresa. No hay nadie en el pasillo.

–¿Me has echado de menos?– le pregunto.

–Jo… Espera a que entremos… O tendré que oírlas– se queja, más bien dulce.

Aunque no se ha resistido. Y su sonrisa parece negar sus palabras. La vuelvo a besar en cuanto entro a la habitación.

–¡Eh! ¿¡Y nosotras qué!?– se queja An.

–Es culpa suya. Me ha dicho que la besara cuando entráramos– acuso a Jiao, poniéndola en un aprieto.

–¡No es eso lo que he dicho! Bueno… ¡No así!– protesta ella, mirándome resentida.

–¡No es justo! ¡Yo también quiero mi beso!– protesta Dandan

–¡Y yo!– se une Sai.

–¡Uno para mí también!– ríe Meixiu.

No puedo negarme. Besarlas a todas. Una y otra vez. Están todas en ropa interior. Menos Jiao. Aunque pronto la obligan a desnudarse. Quizás es un buen momento ahora. Antes de que vayamos más allá de besos y caricias.

–Compré unos vestidos para vosotras, por capricho. Me gustaría ver cómo os quedan. ¿Os los probaríais para mí?– les pido, sacándolos y dejándolos encima de la cama.

–¡No tienes que hacer eso! ¡Ya te lo dijimos!– protesta Sai.

–Solo esta vez. Dejadme ese capricho…– les pido, intentando poner una cara de pena.

–Eso es hacer trampas– se queja Dandan.

–Kong es muy injusto– me critica Jiao.

–Seguro que hay algo pervertido en esto– desconfía An.

–Eso espero– murmura Meixiu.

–Está bien…– se rinde Sai.

Como las demás, me hacen girarme. Incluso me tapan los ojos. Sin duda, les divierte.

Las puedo oír como se visten. Como me critican a mis espaldas, literalmente. Saben que las estoy escuchando.

–Encaja perfecto, como hecho a medida– se sorprende Dandan.

–Y a mí. El muy pervertido, sabe nuestras medidas– aprovecha An para criticarme otra vez.

–Las he comprobado muchas veces– aseguro.

–Pervertido– murmura Jiao, aún mirándome mal por lo de antes.

–Mucho– asiente Sai, aunque noto el tacto de sus labios dándome un beso.

Me quita la venda. Me deja girarme. Me las quedo mirando. Es un vestido elegante. Pero con todas vestidas iguales, es como si fuera un uniforme.

–¿No vas a decir nada?– pide Meixiu con timidez.

–No. Me habéis dejado sin habla– reconozco –. Realmente preciosas.

Son vestidos rojo oscuro de una pieza. Con dibujos ornamentales amarillos, quizás dorados. Las faldas son largas, abiertas por los lados bajo las rodillas. Cubren los hombros, pero no tienen mangas. Aunque sí unos guantes largos a juego. No son ceñidos, aunque tampoco esconden sus curvas. Sin escote.

En resumen, son elegantes. Pero no de fiesta. Pueden usarse normalmente. La verdad, pensaba más en ir con ellas otra vez al mercado que en algo más sensual. Aunque eso no quiere decir que lo descarte.

–No te van a salvar los halagos– amenaza An.

–Son cómodos y suaves. Es divertido estar todas iguales. Si tuviera uno Da Ting también, sería perfecto– lamenta Dandan.

–Bueno, compré también uno para ella, pero no me he atrevido a dárselo– confieso.

–¿¡De verdad!? ¡Déjamelo ver!– pide Jiao.

Ella y su hermana comprueban el vestido. Me miran acusadoras.

–Es perfecto. ¿Cómo sabes sus medidas?– me interroga Meixiu.

–No las sé. Pero la dependienta las tenía de la última vez. Se acordaba de vosotras– le explico.

–Mmmm. Es una buena excusa– me mira Jiao, no muy convencida.

–Je, je. Se la tenemos que dar. Se quejará, pero al final se la pondrá. Ya pondremos alguna excusa si pregunta por las medidas– trama Dandan. Es la más traviesa de las tres hermanas.

–Lo guardo para que no se arrugue– lo lleva Jiao a un armario.

–Y bien, ¿qué piensas hacer ahora que nos has hecho vestir así?– me interroga Sai.

–¿Os lo explico u os lo muestro?– le respondo sugerente.

–Pervertido– me vuelve a acusar Meixiu.

Eso no cambia lo que sucede a continuación. Tenemos sexo vestidos. Entre risas, no me desnudan del todo. Aunque sí que me obligan a ir con cuidado para no mancharlos.

Después de la primera ronda, se desnudan. Ha estado bien por una vez. Pero no quieren limitaciones. Así que la segunda ronda es más salvaje. La tercera más íntima. La cuarta…

Tengo que reconocer que la cuarta ha sido muy sensual. Las cinco a cuatro patas. Moviendo sus culos. Cronometrando 30 segundos para cada una. Aunque solo ha durado un rato. Tenía que llenarlas. Lo necesitan para su cultivación. Así que ha habido cinco minutos finales para cada una.

Sobre la quinta, la sexta, la… Mejor no hablar. En algunas, han abusado demasiado de mí. Ha sido traumático. Bueno, en realidad no. No tengo nada de que quejarme. Excepto los mordiscos de Jiao. Después del cuarto, me ha perdonado. Aunque me ha mordido unas pocas veces más. "Para la próxima vez".

—————

Acabamos todos acostados en la cama. Cansados. Desnudos. Pero aún charlando. Por supuesto, me he asegurado de que estén bien. Van a subir las tres a siete, seis y seis. Están a más de medio camino de dejar de ser esclavas. Aunque, para ser esclavas, son bastante privilegiadas. Han tenido suerte.

Sus meridianos están bien. Subir tan rápido les causa estrés, pero tienen métodos para controlarlo. Incluso sin mi ayuda. Me alegro por ellas. Sería aún mejor si no me estuvieran insistiendo por los vestidos. Les han gustado, pero quieren pagarlos cuando sean estudiantes.

–Son un regalo de cumpleaños– aseguro.

–¡No es un nuestro cumpleaños!– se niega An.

–¿Y cuándo es?– pregunto, aprovechando la oportunidad.

–Sabes que no lo sabemos. Como tú– protesta Sai.

–Pues entonces, no importa si lo celebramos hoy y os regalo los vestidos– argumento.

–Hoy no quiero celebrar mi cumpleaños– se niega también Dandan, inflando sus mejillas premeditadamente. Adorable.

–Entonces, ¿cuándo?– pregunto.

Se me quedan mirando. Parecen pensativas.

–¿Qué tal la primera vez que tuvimos sexo?– propone Dandan.

–No vale, Sai fue antes– se queja An.

–Pues la primera vez que lo hicimos las tres juntas– sugiere de nuevo Dandan.

–¿Y nosotras?– se queja Meixiu, inflando sus mejillas. Está monísima también.

–Que sean cuando lo hicimos las cinco– propone Dandan.

–A mí me parece bien– ríe Sai.

–¿Por qué no?– acepta Jiao.

–Vale– me mira Meixiu, con algo de timidez.

–Supongo que tenemos un acuerdo– asiente An.

–¿En serio?– pregunto, sorprendido.

Ellas ríen, me besan. Van en serio. Suspiro. Aunque me siento halagado. Que yo sea tan importantes para ellas. No puedo evitar besarlas una a una otra vez. Lástima que estén demasiado cansadas para una última ronda.

–Entonces, los vestidos son el regalo de entonces, un poco retrasado– propongo.

–¡Eso es trampa!– protesta Jiao.

No es la única que se queja. Aunque, de alguna forma, no son tan tajantes. Me cuesta un poco, pero consigo convencerlas. Con muchas caricias y besos.

–¿No es un poco extraño poner un día así como celebración? ¿Qué pensará Da Ting si se entera?– pregunto.

La verdad es que es ella quien quiere celebrarlo. Así que me preocupa un poco. Puede resultar incómodo. Aunque, para mi sorpresa, ellas se ríen.

–Se lo contamos todo– revela Sai.

–Es muy mona cuando se avergüenza– ríe Dandan.

–Son muy malas con ella– las critica Meixiu.

–Tiene que acostumbrarse. Algún día tendrá que buscar a alguien– la contradice Jiao.

–Ya, pero…– no está muy convencida su hermana. 

–¿Todo?– las miro, un tanto sorprendidas.

–Ja, ja. ¡Al detalle!– ríe Dandan.

–¿Avergonzado?– me provoca An.

La verdad es que no. Aunque no sé qué pensará ella de mí. Bueno, la verdad es que ya sabía qué hacíamos. Pero no esperaba que fueran tan precisas. Me inclino sobre An.

–¿Quieres tener más cosas que contarle?– le devuelvo la provocación.

Ella sonríe. Me abraza. Me besa dulcemente.

–El próximo día. Hoy estoy a mi límite.

Aún estamos un rato más hablando. Besándonos. Acariciándonos. Hasta que, poco a poco, nos vamos durmiendo.

—————

–¡Pervertido!

–Esto es…

–Pues son monos.

–Ya sabía yo que no podía acabar así.

–¿Nos tenemos que poner esto?

Antes de irme, les he dado la ropa interior que compré para ellas.

–¿No os lo pondréis para mí?– les pido, como si llorara.

–¡Eso es chantaje!– se ríe An.

–Pero, otro regalo…– es reticente Jiao.

–Eso no es un regalo para nosotras, es para él– la contradice Dandan, colocándose el sujetador por encima para ver cómo le queda. Muy sensual.

Es un buen argumento. Así, no tendré que convencerlas. Espero.

–La verdad es que sí– está de acuerdo Meixiu, mirándome de reojo mientras alza las bragas semitransparentes.

–Ya me empezaba a preocupar que nos hubiera regalado vestidos tan modestos– Sai respira exageradamente aliviada.

–¿Por quién me tomáis?– me quejo.

Todas se giran a la vez hacia mí. Me miran fijamente durante unos segundos. Luego se ríen. Suspiro. Y acabo riéndome con ellas.

En cuanto al cumpleaños que han decidido, todavía queda tiempo. Además, puede que ellas misma se lo digan a Da Ting, aunque sea como anécdota. No sé qué cara pondrá. En parte, me gustaría verlo.

Cabe decir que no me han explicado mucho de la conversación con Da Ting. Solo que se sinceraron. Que hablaron de su pasado, lo bueno y lo malo. Que, como ella, se sienten más unidas. Sin duda, fue muy emotivo. Lo he notado por la forma que lo han explicado. Por sus miradas. Por su tono.

Lo único que han revelado es que hablaron mucho de mí. Entre risas, que me criticaron mucho. Aunque luego me han abrazado con dulzura. Reconozco que tengo curiosidad, pero sé que no me van a decir más. No es fácil hablar de ello.

Me prometen que se los pondrán. Con algunos guiños y risas. Alguna algo sonrojada. Nos besamos antes de que me dejen marchar. Ha sido una noche muy sensual.