He dejado a Ning que ponga una barrera sobre Rui y la he devuelto, muy a su pesar. Ahora mismo Liang está cumpliendo parte de su promesa. La de vengarse de mí. Y ha conseguido la ayuda de las otras cuatro. Me tienen inmovilizado. Una de cada extremidad. De la quinta extremidad se ocupa Liang. La tiene dentro de ella. Sin poder tocarla, me cuesta más hacerla correrse. Así me dominan más. Aunque ahora es la tercera vez que se corre. Me besa y sonríe cuando se recupera. Sale de encima.
–¿A quién le toca?– pregunta.
Yi levanta la mano. Liang la sustituye y ella se coloca sobre mí. Es la segunda vez consecutiva que me atrapan en poco tiempo. Se están aficionando demasiado.
–Hoy eres nuestro– me sonríe amenazadoramente.
Me acaricia el miembro hasta que vuelve a estar erecto. Luego lo introduce en ella. Sin dejar de mirarme. Antes, con cuatro en contra mía lo tenía difícil. Ahora, con cinco, son terribles cuando se ponen de acuerdo. Aunque ver a Yi avergonzada, a pesar de la apariencia, lo compensa. Todas la están mirando. Pero a pesar de ello, se mueve sobre mí. Me besa. Me muerde la oreja. Juega con mis pezones. Con los suyos. Provocándome.
Se mueve arriba y abajo. Luego hace círculos. A veces incorporada. Otras apretando su cuerpo contra el mío. Se corre por última vez con sus labios pegados a los míos.
Song lo hace todo el rato pegada a mí. Con sus pechos apretados a mí. Restregándose. Su tacto es muy suave. Con sus labios casi sin dejarme respirar. Con su lengua peleándose con la mía. Con sus manos desenredando mi pelo.
Yu está completamente roja. Empieza despacio. Pero poco a poco se pierde en el placer. En la lujuria. Su vagina me aprieta. Me da placer. Sus labios me mordisquean. Sus manos recorren mi cuerpo. Aprieta los dientes cada vez que se corre.
Shi empieza dándome la espalda. Luego se da la vuelta. Sin dejar de montarme. De ser penetrada. Sus manos acarician mi cuerpo. No se aprieta a mí hasta el primer orgasmo. No me besa hasta el segundo. Se me queda mirando y sonriendo un rato después del tercero.
Cuando finalmente me liberan las miro con los ojos entrecerrados. Queriendo aparecer amenazador. Diciéndoles que me vengaré. Ellas ríen. Creo que no temen mi venganza. Más bien, la esperan.
Las envió de vuelta. Me acerco a Rui, rompiendo la barrera. Llamo a Ning para que alce otra. La dejo vigilando. Si no lo hace bien, no hay sexo.
Rui está tumbada boca abajo. Está vestida. Levanto la túnica hasta su cintura. Le levanto el trasero y la penetro. Su cabeza sobre sus brazos. Ya estaba mojada. Supongo que de oírnos. Uso un juguetito para penetrarla también analmente. La penetro una y otra vez con brusquedad, sin dejar que se corra. Lo hago yo en su interior. Después de la sesión anterior, quería sentir la sensación de dominio. Debo ir con cuidado. No es bueno dejarme llevar demasiado. No pensar en lo que hago es peligroso.
La obligo a hacerme una felación. No es que se resista. Cuando está erecto, vuelvo a penetrarla en la misma posición. Su culo sigue con el juguetito. Su túnica está por encima de su pecho. Vuelvo a penetrarla con fuerza. Pero esta vez me aseguro que se corra.
–¿Quieres más?– le susurro al oído.
–¡¡Aaaahhh!! Sí, Amo. ¡Dame más! ¡¡¡¡HHHHAAaAAaaaaAAAHHH!!!!
Mis dos manos sobre sus caderas. Empujando dentro de ella. Me gusta ver su culo temblando cada vez que embisto. Tenerla a mi disposición. Sumisa. Y apretada. La hago correrse un par de veces antes de volverla a llenar. Espero que se recupere antes de hacer que siga vigilando.
Cojo a Ning y la penetro. Igual que a Rui. Pero con las piernas más abiertas. Hacia delante. Al límite de su flexibilidad. Y aún esta más mojada que esta. Se mueve también. Sincronizándose conmigo. Aprieto sus nalgas con fuerza. La cojo del pelo. Le hago levantar la cabeza. Ella aprieta los dientes. Le he prohibido hacer ruido. Ahoga los gemidos. Está muy excitada. Tampoco parece que la escena de abajo le haya afectado. Mientras, Rui sigue con el juguetito en el culo.
La suelto. Dejo que su cabeza se hunda en sus brazos. La sigo penetrando. Sin rapidez. Pero cada embestida con fuerza. Hasta el fondo. Se estremece cada vez. Incluso se ha corrido un par. Tengo que aguantarla para que no se desplome. Finalmente la lleno. Cuando salgo de ella, sigue temblando en el suelo. Jadeando en silencio. La devuelvo.
Me quedo un rato junto a Rui. Practicando. A veces muevo el juguetito. Sobo sus nalgas. No parece molestarla. Todo lo contrario. ¿O quizás que esté junto a ella? La verdad es que nunca pasamos tiempo así. Si no hay cambios pronto, quizás debería dejar que mueran
–La de pelo azul hace señas– dice de repente.
–Tírale la cuerda.
Lo hace. Al cabo de un rato sube. Se oyen voces desde abajo.
–¡Pu Rong! ¡Traidora!
Pero no les hacemos caso. Ella tampoco. Llega hasta nosotros.
–¡¡Tú!!– exclama cuando me ve.
–Si, yo. Ahora eres mi esclava.
–¡Ni lo sueñes! ¡Vas a hacer lo que…!
La cojo del brazo y la tiro al suelo. La arrastro hasta el borde.
–¿Cómo puede ser más fuerte que yo…?
–Eso no importa. Decide. ¿Eres mi esclava o vuelves?
Se queda un momento en silencio. La empujo un poco más. Tiene la cabeza y parte del cuerpo fuera.
–¡Soy tu esclava! ¡Soy tuya!– exclama asustada.
Tiró de su brazo y la dejo en el suelo.
–Desnúdate. Y dame el anillo.
–¿Qué… qué quieres hacer?– pregunta amedrentada.
–Follarte. No me hagas repetirlo. Eres mi esclava.
Ella me mira con los ojos muy abiertos. Con miedo. Mira hacia Rui. Esta le devuelve la mirada.
–Amo ha dicho que te desnudes. No le hagas esperar.
Temblando, me da el anillo. Se saca la túnica. Me la quedo mirando. Serio. Hasta que se saca también la ropa interior. Se cubre con las manos.
–Túmbate. Rui, revísalo
Se tumba a regañadientes. Rui está revisando el contenido del anillo
–Abre las piernas.
Cuando lo hace, me coloco entre ellas. Me mira asustada. Agarro sus muñecas y las pongo bruscamente contra el suelo. A la altura de su cabeza. Descubriendo su cuerpo desnudo. Está totalmente expuesta. Está temblando. Mordiéndose el labio. Aprieta los puños. Intenta soltarse, pero no puede.
–Un cuerpo aceptable.
Me inclino para morderle su pecho izquierdo. Para chuparle el pezón. A su pesar, gime. No puede resistir el qi que inyecto en sus puntos. Luego paso al otro. Mi miembro roza contra su entrada. Se restriega contra ella. Estimulándola. Me acerco a sus labios y la beso. Se resiste a abrir la boca. A dejar entrar mi lengua. Me aparto. La miro. Obedece. Abre la boca. Vuelvo a besarla. Esta vez con lengua. Se deja hacer. No colabora.
Poco a poco se va humedeciendo. Gimiendo. Sintiendo placer. He ido estimulado sus puntos más sensibles. La miró y sonrío. Ella respira pesadamente. Parece no creerse lo que le está pasando. La penetro. De golpe. Sin avisar.
–¡Aaaaaaaaah!– gime, cerrando los ojos.
–No parece que seas virgen. ¿Tenías novio?
–Yo…
–Eres mi esclava. Responde cuando te pregunto– exijo, penetrándola hasta el fondo. Apretando sus muñecas.
–¡¡HHAAAaaaahh!! Yo… Lo hacía por… puntos ¡Aaaah!
–Así que te prostituías por puntos de contribución.
Ella se muerde el labio. Miro a Rui. Ella se acerca y abofetea a Rong.
–Cuando Amo pregunta, responde.
–S…Sí
–Vaya, quién lo hubiera dicho. Tan orgullosa que parecías. No muevas las manos de ahí.
La suelto. Uso mis manos libres para sobar sus pechos. Sus caderas. Ella intentaba al principio no gemir. Parece haberse rendido. Aunque no veo ningún cambio en su lealtad. Está al mínimo. El de haber aceptado su situación. Pero nada más. Bueno, es suficiente para meterla en la Residencia. Veremos como evoluciona en el futuro. Dejaré a las otras dos a cargo.
–Esta es Rui. A partir de ahora la obedecerás. ¿Entendido?
–¡Ah! S…sí ¡Ah!
–Rui, que aprenda a servirme. Puedes usar a Ning– le ordeno.
–Sí Amo.
Sigo follándome a Rong. Tiene la mirada perdida. Gime. Abandonada. Dejándose hacer. Se ha corrido un par de veces.
–¿Qué hay en el anillo?– pregunto sin dejar de penetrarla.
–Animales, pieles, carne, armas, utensilios varios, algunos documentos… Está bastante lleno.
Extiendo la mano y me lo devuelve. Lo dejo en la Residencia. Se lo doy a las chicas para que lo revisen. Aún están despiertas. Hablando entre ellas. Con un poco de suerte, planeando algo contra mí. Así que mejor les doy algo que hacer.
Pu Rong parece a punto de perder el conocimiento. Sus pechos de tamaño medio siguen rebotando. Están ligeramente separados. Mirando hacia afuera. Son firmes. Cojo uno de sus pezones y aprieto. Añadiendo qi. Ella se estremece. Arquea ligeramente la espalda. Me excita dominarla. Sobre todo cuando recuerdo el pasado. Su mirada de desprecio y arrogancia.
Acelero la penetración. Noto su corazón latir con fuerza. Su respiración acelerada. Sus ojos están cerrados. Sus dientes apretados. Sus puños cerrados. Se corre. Pero no paro. Fuerzo su orgasmo a mantenerse. A no parar. Hasta que me corro dentro de ella. La llevó al límite del placer. Más allá de lo que puede soportar. Ha perdido el conocimiento.
Dejo que Rui "me limpie". Mientras, creo una habitación. Sencilla. Con una cama de paja. Dejo de estrujar los pechos de Rong. La dejo dentro. Miro a Rui. Ha trabajado bastante. Y lo ha hecho bien. Supongo que debo darle una "recompensa".
–¿Quieres que te folle otra vez?
Ella abre mucho los ojos. Asiente. Luego se tumba. Como estaba Pu Rong. Supongo que se ha imaginado a sí misma cuando follaba a la otra. Está mojada y no hacen falta preliminares. Así que la penetro. Su cuerpo está totalmente expuesto. Sin ningún tipo de resistencia. La manoseo y la embisto. Sus pechos son algo menos abundantes que los de Rong. Pero sexys al rebotar. O al ser estrujados bajo mi mano. A diferencia de Rong, no deja de mirarme. No disimula el placer. Incluso está salivando.
La envío de vuelta un rato después. Los dos satisfechos. El resto de estudiantes están cerca de morir. La verdad es que ya no me importa. Tengo el anillo. No voy a insistir para tener otra esclava. Si se arrepiente a última hora, ya será demasiado tarde.
Voy hasta un árbol y hago que Ning cree una barrera. Luego la envío a dormir. No ha insistido mucho. Debe de estar cansada.
Llamo a las gemelas. Hoy les toca a ellas vigilarme. Van armadas con sus dagas. Y unas lanzas. Me besan. Me hacen acostarme sobre los muslos de Yu. Está roja. Ni que no hubiéramos tenido sexo salvaje. Sus piernas son blanditas. Y huele bien. Aunque preferiría no estar sobre un árbol. Noto cuatro manos acariciándome el pelo y la cara. Suavemente. Tiernamente. Incluso una de las dos está murmurando una canción suave. Debe ser lo que llaman una canción de cuna. Nunca me habían cantado algo así.
Me la quedo escuchando. Aunque cada vez parece más lejos, más difusa, más…
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Cuando despierto al día siguiente, estoy sobre Yi. En algún momento, han cambiado. Me sonríe. Le sonrío. Me besa. Se acerca Yu. Nos besamos.
–¿Algún problema esta noche?
–Roncabas– se burla Yi –. ¡Ah!
La he pellizcado. Yu se ríe. Yi me muerde. La oreja. No muy fuerte. Le aprieto un pezón sobre la ropa. Gime sorprendida. Me coge mi miembro con fuerza. Acabamos teniendo sexo. Sentada ella sobre mí. Sentado yo en la rama. Contra el tronco. Nos pellizcamos y mordemos. Nos besamos. Nos mordisqueamos las lenguas. Sacudimos las nalgas del otro. Reímos. Gemimos. Nos corremos.
–Sois como niños– ríe Yu.
Grave error por su parte. Ahora somos dos contra uno. La desnudamos. Le hacemos cosquillas. Acaba también sentada sobre mí. Pero de espaldas. Yo cogiéndola de los pechos. Ella moviéndose y gimiendo. Aunque sin mucha brusquedad. Con cuidado. Estamos sobre una rama, por mucho que sea ancha. Está deliciosa. Y es muy suave.
Cuando acabamos las envío de vuelta. Sus ropas han llegado hace rato. Veo que las otras tres están despiertas. Están discutiendo algo. Tienen un mapa.
Bang Rui también está despierta, practicando como siempre. Pan Ning es bastante más perezosa. Pero Rui la ha despertado. Le ha puesto un cinturón con un consolador. Para que Pu Rong practique una felación. Por lo que parece, también le hará practicar sexo anal luego. Rong simplemente obedece. No parece muy entusiasmada.
Mientras, las gemelas llegan con las otras tres. Al principio sonriendo. Luego más serias. Supongo que lo que hay en el mapa es importante. Luego las llamaré. Creo que lo haré una a una. Es menos peligroso para mí.
La verdad es que sigo sin acabar de acostumbrarme a mi situación actual. A ser libre de decidir qué hacer hoy. A dónde ir. Es cierto que es un lugar peligroso. Pero me siento extrañamente bien. Libre. Aunque quizás la decisión de qué hacer la tomarán ellas por mí. Bueno, también me está bien.