Me había parecido que alguien nos seguía. Ahora estoy seguro. Me sigue. Es Di Tao. No es muy buena escondiéndose. Está un nivel por encima del mío. Aunque dentro de la secta no puede hacer nada.
Por ahora, la ignoro. Mis pervertidas me están esperando. Me abrazan en cuando entro en la cabaña de Bei Liu. Desnudas. Era de esperar. Las cojo de sus nalgas. Mientras me besan alternativamente. Me llevan a la cama. Me empujan suavemente hacia ella. Me desnudan entre risas. Una mordiéndose el labio. La otra pasándose la lengua lascivamente.
Bei Liu me monta. Se mueve desesperada desde el principio. Hambrienta. Insaciable. A Bi Lang la hago ponerse sobre mi boca. Juego con su clítoris con mi lengua. La penetro con los dedos. Ambas gimen. Se abrazan. Incluso se besan
Tras el segundo orgasmo, aprovecho que están cansadas para tomar el control. Dejo a Bi Lang sobre la cama. Bocarriba. Penetrándola salvajemente. Como lo está deseando. A Bei Liu la pongo sobre ella. Pegada a ella. No pueden sino besarse. No oponen resistencia.
Alzo el culo de Bei Liu para saborear su vagina mientras penetro a su amiga. Mientras las llevo a las dos al orgasmo. Luego las pongo de lado. Una frente a la otra. Las voy alternando. Mi miembro y mis dedos. Sus gemidos son extremadamente sensuales. Sus cuerpos sudados lujuriosos. Sus estrechas vaginas placenteras.
Las acabo llenando a las dos. Las dejo en la cama. Desnudas. Jadeando. Satisfechas. Las muy perezosas se duermen con una sonrisa en los labios.
Aprovecho para llamar a Shi y avisarla. Ella asiente. Tienen los talismanes por si hacen falta.
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Cuando salgo, Di Tao vuelve a seguirme. Es fácil ver su reflejo en las ventanas. No es muy hábil.
Salgo de la secta hacia el bosque. Me alejo de la entrada. Puedo sentir que me sigue. No parece que se haya dado cuenta de Detectar qi.
Voy hasta una zona de árboles ancianos de troncos anchos. Voy sacando a las chicas. Se esconden tras el tronco mientras avanzo. Lo repito un par de veces. Shi, Song, Yi y Yu están fuera. El resto, a la espera. Finalmente, me paro y me giro.
–¿Qué es lo qué quieres? Di Tao si no estoy equivocado– la llamo.
Ella sale tras un árbol. Parece sorprendida.
–No sé si eres valiente o estúpido. Sabes que estoy y me llamas. Con un nivel menos– dice con desprecio.
–¿Me vas a decir qué quieres?– insisto.
Frunce el ceño. Parece molesta. ¿Quizás quiere que le tenga miedo? Incluso si estuviera solo, probablemente podría escapar.
–No vuelvas a hacer ese mini torneo. Son mías– me ordena.
–¿Y si me niego?
Ella hace una mueca que supongo que es amenazante. Avanza hacia mí.
–Supongo que tendré que darte una lección para que sepas que pasa si te opones a mí– amenaza golpeando un puño contra el otro.
Con calma, empuño el bastón. Ella me mira con desdén y saca un martillo enorme que coge con sus dos manos. Su qi empieza a circular por él. Es más denso que el mío. Sin duda, es peligroso para mí enfrentarla directamente. Claro que no es necesario. Mi función es llamar su atención.
Puede que esté un reino y una etapa por encima. Pero las chicas saben dónde y cómo golpear. Y ella tiene su qi y su atención centradas en mí. Comete el error de no controlar sus alrededores. De dejarse atacar por detrás. De no estar protegida Cae inconsciente.
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–¿Dónde estoy?– pregunta Di Tao confundida.
–Sobre mis piernas– le respondo, y le azoto con fuerza y qi en su nalga derecha.
–¡Aaaagh!
Está atada de pies y manos. Su falda levantada. Bocabajo. Sobre mis piernas. Perpendicular a mí. Como una niña pequeña a la que se está castigando por portarse mal. La marca de mi mano se ve en su nalga. Que empieza a enrojecer.
–Mereces un castigo– anuncio.
–¿¡Qué te crees que haces!?– intenta revolverse.
–¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
La golpeo hasta que se queda quieta. Aunque esté una etapa por encima, sin duda es doloroso.
–Para ya… Duele…– pide casi sollozando.
–Me querías atacar porque no podías abusar con tranquilidad de tus víctimas. ¿Crees que es suficiente? Acabo de empezar.
Vuelvo a golpearla. Varias veces sin parar. Durante más de un minuto. Hasta que sus dos nalgas está completamente rojas. Empieza a dolerme la mano. Creo que cambiaré a la otra.
–….Para… Por favor…– suplica sollozando.
La cojo del pelo para verle la cara. Tiene un aspecto deplorable. Llorando y moqueando. Supongo que una cosa es abusar, y otra que abusen de ti.
Suelto su pelo y la vuelvo a golpear un poco más. Ya no dice nada. Solo gime de dolor a cada golpe. Entre ellos, se oyen sus lloros.
Podría matarla o violarla. Pero tampoco ha hecho nada tan grave. Y ha sido vista cerca de mí. Podrían sospechar. Por azotarla, la secta no me va a poner problemas.
–… Para… Haré lo que quieras…– suplica.
–Oh… ¿Lo que quiera?
Muevo la mano entre sus nalgas. Llego hasta la abertura de sus labios inferiores. Los recorro. La estimulo. Se tensa.
–Aaahh. No… Eso no… Mis padres me matarían si no soy virgen…– suplica.
–Siempre puedo usar tu culo– la tiento.
Acaricio la abertura de su ano. Con qi. Ella se estremece. No dice nada. Está temblando.
–Tu culo está demasiado sucio ahora mismo. Otra vez será. Promete que no volverás a molestarlas. Ni intentar atacarme.
–…Yo… No lo haré más…– asegura – ¡Aaaagh! ¿Por qué…?
La he azotado una vez más.
–Para que no te olvides. Si vuelves a hacerlo, o planeas algo contra ellas o contra mí, me enteraré– la amenazo.
–… No lo haré más…– repite, sollozando.
La vuelvo a azotar una última vez, bastante fuerte. Luego la dejo en el suelo. Rompo el nudo y me voy. Aún le costará un poco desatarse. Sigue sollozando cuando me alejo.
Me hubiera venido bien tenerla. Pero no quiero arriesgarme a que sospechen de mí. Además de que no puedo meterla dentro aún. Su nivel es más alto.
Espero que haya aprendido la lección. Que no quiera vengarse. Ya tengo suficientes enemigos.
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No parece que Di Tao quiera vengarse. Al menos, no hay indicios en los informes de los esclavos en los últimos dos días. Zhi Mu y su hermano tampoco parecen querer hacer nada de inmediato. Pero sospecho que traman algo. Y poco sé del exestudiante que quiere matarme.
Ahora me estoy despidiendo de Shu. Con un largo beso. Después de haber unido nuestros cuerpos durante un buen rato. Rodando varias veces sobre la cama. Ha sido divertido. Y excitante.
La veo irse. Deseando como siempre poder mantenerla junto a mí. Cuando alguien aparece. Esto sí que no lo esperaba. Es Di Tao. ¿Qué tramará?
–¿Qué quieres?– pregunto un tanto secamente cuando abro.
–Yo…– dice nerviosa y roja –. He… He limpiado mi culo…
Me la quedo mirando. Durante unos segundos, no sé qué quiere decir. ¿En serio? ¿De verdad? No voy a rechazarla si se ofrece. Me va bien para absorber su qi. Además de que será interesante follarla.
Me aparto y la dejo pasar. Aunque aviso a las chicas para que estén alerta. Si intenta algo, se arrepentirá. Ella entra reticente.
–Desnúdate– le ordeno.
Al menos, así veré si va en serio o trama algo. Ella se sonroja pero obedece. Poco a poco se quita la ropa. Descubriendo su sujetador blanco y sencillo. Poco después, sus suculentos pechos. Su tamaño algo menor que Ma Lang. Sus pezones marrones. Parecen suaves.
Se los medio cubre sin saber muy bien qué hacer. Yo la miro. Se muerde el labio y se quita los zapatos. Luego unas medias que descubren su piel más bien morena. La caída de su falda muestra sus bragas blancas. Tras estas, se esconde un vello púbico más bien escaso y morado. A juego con su pelo, cejas o pestañas. Sus ojos marrones destacan entre tanto morado.
Me mira nerviosa. Sus manos intentando cubrirse su cuerpo desnudo. No queriendo dejarme disfrutar de las vistas de quien quiso darme una lección. A quien estuve azotando un par de días atrás.
–Acuéstate en la cama, bocarriba– le ordeno.
La azoto suavemente en la nalga cuando pasa junto a mí. Ella se tensa. Me mira acobardada.
–No… No me hagas daño…– me suplica.
¿Tanto la traumatizó la lección? Está claro que no le gusta que la peguen. Se tumba en la cama. Una mano sobre su entrepierna. Otra sobre sus pechos. Visiblemente nerviosa y avergonzada. Es sorprendentemente obediente.
–Sujétate las piernas por detrás, por encima de la rodilla. Con las dos manos. Y ábrelas– le sigo ordenando.
Quiero ver hasta que punto obedece. Veo que del todo. Queda totalmente expuesta. Sus pechos. Su vagina. Su culo. Mira hacia el lado. Se muerde el labio inferior.
Me acerco a ella. Entre sus piernas. Cojo uno de sus pechos. Es tan mullido como parece. Añado qi. Aprieto uno de sus pezones. Ella emite un pequeño gemido. Me mira entre asustada, avergonzada y expectante.
Coloco mi cabeza entre sus piernas. Con la lengua, abro sus labios inferiores. Busco su clítoris. Con una de las manos juego con su ano. Cojo lubricante. Lo penetro con un dedo.
–¡¡Aaah!!
La estimulación hace que se tense. Que su cabeza se tire hacia atrás. Que se arquee ligeramente.
Pongo su clítoris entre mis labios. Mi lengua juguetea con él. Mi dedo juega con el interior de su ano. Atacando con qi. Mi otra mano disfruta de una de sus suaves nalgas.
No habla. No se queja. Ni cuando meto un segundo dedo. O un tercero. Solo gime. Cada vez con más intensidad. Sin moverse. Está mojada. Podría penetrar su vagina fácilmente. Aunque no voy a hacerlo. Es virgen. Para ella parece que es importante.
No creo que la hayan penetrado analmente. Debe de ser nuevo para ella. Quizás se ha masturbado. Aunque no parece que haya experimentado tanto placer.
Sigue sin moverse cuando se corre. Respira pesadamente. Se muerde el labio inferior cuando me bajo los pantalones. Cuando ve mi miembro erecto. Cuando lo pongo delante de su ano. Cuando froto su entrada. Aunque no la penetro aún.
–Dime, ¿por qué has venido? ¿Por qué quieres que te folle?– la interrogo.
Acaricio con suavidad su clítoris mientras lo hago. Los labios que ocultaban su vagina. Su ano. Pero con suavidad. Diciéndole así que no continuaré hasta que responda.
–Yo… Tú me castigaste por portarme mal… Nunca nadie lo había hecho… Nadie nunca me presta atención… Pero tú sí… Cuando me tocaste… Yo… Nunca había sentido algo así. Ni cuando…– confiesa completamente roja.
–¿Ni cuándo?– insisto.
Aparta la mirada avergonzada. Es divertido molestarla.
–Cuando me masturbo…– confiesa en un susurro casi inaudible –¡¡AAAaaaaaaahhhHH!!
La penetro entonces. Despacio. A la vez que añado qi. Un poco en su ano. Una descarga en su clítoris. Entro poco a poco en ella. Extendiendo el lubricante. Llegando hasta el fondo.
–¿Qué se siente?– pregunto.
–¡Aaaaahhh! Tan llena. ¡¡¡HHHHAAAAaaaaahhh!!!
Me empiezo a mover. Penetrando su culo. Estimulando su clítoris. Escuchando sus gemidos. Disfrutando de su interior. Del espectáculo de sus pechos rebotando. De ella rendida a mí. Aunque quizás ya lo estaba desde el principio.
Me detengo y me la quedo mirando tras su orgasmo.
–No vuelvas a molestarlas. Quiero que les pidas perdón– le exijo.
Ella me mira reacia. Suplicante. ¿Le asusta la idea de pedir perdón?
–O lo haces, o acabamos aquí, ahora y para siempre– la amenazo. Incluso la sacudo con suavidad.
Me sigue mirando suplicante. Incluso asoman lágrimas. Yo le aguanto la mirada. Intento permanecer serio. Probablemente nunca ha perdido perdón. Una niña rica, consentida pero sin cariño. Finalmente asiente.
En cuánto lo hace empiezo a moverme de nuevo. Ella a gemir. Esta vez aumento la intensidad. Ella parece olvidarse de todo menos del placer. Acaba soltando sus piernas. Estas caen sobre la cama. Flácidas. Sin fuerzas. Solo se mueven sus pechos cada vez que embisto. Su boca babeando ligeramente. Su cabeza mirando hacia el lado. Se ha dejado ir totalmente. Aprovecho para absorber qi de la etapa dos. Con ella y Fen Huan, puedo ir más rápido.
Finalmente decido acabar. Dejarme ir también por el placer. Eyacular dentro de su culo. Oírla gemir una vez más. Casi con desesperación.
La miro mientras recupera el aliento. Su pecho subiendo y bajando. Exhausta. Satisfecha. Jugueteo un poco con sus pechos. Estrujándolos. Ella se deja a hacer.
Cuando finalmente me mira, se la ve cansada. Pero también sonríe. Satisfecha.
–Límpiame– le ordeno, señalando mi miembro.
Ya que tengo un juguete sexual nuevo, la entrenaré un poco. Por desgracia, no me la puedo quedar del todo. Tiene un prometido. Algo entre familias. Dudo que sea homosexual como el de Fen Huan.
–¿Có… Cómo?– pregunta confundida.
–Con tu boca. Con tu lengua. Mételo dentro y usa la lengua– explico.
Aunque reluctante, obedece. Verla a cuatro patas mientras me hace una felación resulta excitante. Aunque sea algo torpe. Se detiene cuando está reluciente. Me mira. Podría hacerla continuar. Pero ya está bien por hoy.
Antes de dejarla ir, la hago darse la vuelta. Se tensa al notar que algo entra en su culo.
–En un regalo. Para que no me eches mucho de menos. Vibra cuando le añades qi. No vuelvas a venir, yo iré. Dame permiso para entrar en tu cabaña. Nadie más estará dentro, ¿verdad?
–Ah… Sí. Nadie viene. ¡Aaah! ¡Vibra!
No tenía que probarlo ahora… Es su problema. Se tiene que vestir e irse con el consolador vibrando en su culo. Le cuesta un poco caminar normal. Aunque tiene una sonrisa en los labios. Le ha sorprendido que la besara. He podido sentir su lealtad hacia mí crecer cuando lo he hecho. Se relame los labios.
Supongo que a partir de ahora se portará bien. Quizás no es tan mala si se la educa un poco. Tendré que seguir educándola.