Ha pasado una semana desde que "adopté" a las gemelas. Parecen estar recuperándose. Hace dos días estaban en su habitación probándose ropa con Shi y Song, a las que habían invitado. Creo que es la primera vez que las he visto reír. Es curioso, aunque apenas las conozco, me hizo sentir bien. Lo que no saben es que puedo verlas cuando se desnudan incluso en su habitación.
Sus pechos no son muy grandes, aunque tampoco muy pequeños. Ligeramente más grandes que los de Shi, y con los pezones apuntando hacia fuera. Su pelo es rubio, tanto el de su cabeza como el púbico. Son algo más bajitas que Shi. Su culo es relativamente respingón. Son sexis. Las dos a la vez es un espectáculo digno de adoración.
Hasta ahora, siguen manteniendo la distancia. Ayudan a cortar madera mientras tengo sexo con Shi y Song. Sé que nos miran disimuladamente. En especial a mí. Más que nada porque Song me lo ha susurrado varias veces. Y Shi lo ha confirmado, entre risas. Parece que las cuatro se llevan bien. Por la noche no suelen venir a la habitación.
Estamos sentados en el bosque, hablando de lo que he descubierto estos días.
–Están asustados. Los han visto varias veces rondando vuestra cabaña. Y han ocultado la desaparición de su amigo– les explico.
Al principio estaban sorprendidas de cómo obtenía información. Parece que ya han aceptado que los esclavos podemos saber más de lo que parece. Y de que tenemos oídos por todos lados.
–El objetivo más fácil es Mao Zhan. A menudo sale a molestar a las esclavas. Pero por ahora es imposible, está en la etapa cuatro. El más bajo es Jin Shuo. Está en la tres, pero no se aleja mucho. Está bastante asustado. Luego está Mao Xuo, en la etapa seis. No es fácil pillarlo solo, pero tampoco imposible. El problema es que su nivel es demasiado alto por ahora. Jia Xu, en la etapa siete y Jia Xia, en la etapa uno del reino del Alma son inalcanzables ahora mismo. No sé si había alguien más involucrado.
Las dos hermanas asienten. Y las dos lo hacen mordiéndose el labio inferior. La situación está clara. A no ser que Jian Shuo cometa algún error, por ahora no podemos lidiar con ninguno. Se levantan para seguir cortando leña. La verdad es que empiezo a tener mucha. Pero tengo también mucho espacio libre.
Song se tira encima de mí, besándome. Shi no tarda en hacer lo mismo. Les agarro fuertemente el culo.
–Tenemos que hacernos más fuertes– declara Song, intentando parecer seria.
–Es necesario– sigue Shi, con un rostro ligeramente más convincente que el de su amiga.
–Por supuesto– respondo, con mi mano pasando por el hueco entre sus nalgas y llegando hasta su vagina, metiendo un dedo dentro de cada una.
–¡¡AAAAaaaah!! ¡¡AAAAAaaaaaaaa!!– gimen las dos.
Veo de reojo que las gemelas han dejado por un momento de cortar madera y sus rostros están rojos. Más de lo habitual. Supongo que habrá que darles un buen espectáculo.
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Cuando terminamos, las dos se van a hablar con las hermanas. Me lanzan miradas de reojo. Yo hago ver que no me doy cuenta. Finalmente Shi se acerca a mí.
–Si no hay nadie, llama a una para entrar en su cabaña.
No me dice la razón. Supongo que ya me enteraré. Las mando de vuelta poco después. Veo a las dos hermanas hablando muy nerviosas con Shi y Song. Algo traman.
Voy a dejar madera y me paso por cerca de la cabaña que tienen asignada, pero hay uno de ellos cerca. Suelen pasarse en algún momento cada día. Me vuelvo al bosque y llamo a mi mascota. Después de una felación se la meto por el ano, con ella de pie contra un tronco. Mis dedos penetran su vagina.
–¡¡¡Aahh…Aaamooo!!! ¡¡¡AaaaaAAAAHHH!!! ¡No puedo aguantar maaaaaaaás!
Un líquido amarillento sale de ella. Le había prohibido mear en todo el día. Era una de las técnicas que salían en el cuaderno. Mientras está meando la hago correrse. Sus piernas se quedan sin fuerza, pero no la dejo caer. Aún la hago correrse dos veces más antes de llenarla.
La hago girarse y besarme. Lo hace casi por instinto, jadeando. Cuando la devuelvo. Se queda tirada en la cama, exhausta.
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Vuelvo a llevar madera. Esta vez no hay nadie por la cabaña de las hermanas, así que llamo a una de ellas. No sé a cuál, no las distingo. Pero parece que Shi y Song lo consiguen.
–¡Ah!– exclama sorprendida.
Me mira y se vuelve, de nuevo avergonzada. Abre el escudo y me hace pasar.
–Lla…Llama a Yu, por… favor.
Así que ésta era Yi. Traigo a Yu y me las quedo mirando.
–¿Pa…Pasa algo?– pregunta Yu, nerviosa.
–¿Cómo os distinguen Shi y Song?– pregunto, totalmente desconcertado.
Ellas me miran un momento con los ojos muy abiertos. Luego ríen, rompiéndose un poco el hielo.
–Es fácil, yo soy Yu.
–Y yo soy Yi.
–¿Os estáis riendo de mí, verdad?– les pregunto un tanto resignado.
Ellas vuelven a reírse. Luego Yi se sonroja de nuevo y me mira.
–Queremos ser más fuertes. Yo… Nosotras…¿Lo harías?¿Po… Podrías traer la cama?
Yu mueve las manos nerviosamente, totalmente roja, aún más que Yi. Yo invoco la cama.
–¿Cómo… lo… hacemos…?– pregunta Yi.
La verdad es que yo también estoy un poco nervioso. Shi y Song me han repetido continuamente que sea muy suave con ellas. No sé muy bien cómo. Decido empezar con Yi. La atraigo hacia mí y la beso. Primero sin lengua. Ella está muy rígida. La cojo en brazos como a una princesa. La llevo hasta la cama, dejándola muy suavemente sobre esta. Mientras, invoco una silla junto a Yu.
Yi me mira con los ojos muy abiertos. Puedo escuchar su corazón. Me inclino sobre ella y vuelvo a besar suavemente sus labios. Llevo mi mano a su mejilla y la acaricio. Vuelvo a besarla, ahora un poco más profundamente. Me separo y la miro. Ella se deja hacer. Ha relajado ligeramente su cuerpo. Vuelvo a besarla. Ahora mi lengua recorre sus labios. Llega hasta sus dientes. Cuando nos separamos, noto como su respiración se ha empezado a acelerar.
Con mi otra mano agarro suavemente sus caderas, sobre su ropa. Vuelvo a besarla. Esta vez busco su lengua. Juego con ella un par de veces. Tímidamente ella también empieza a hacerlo. A responder a la mía. Me vuelvo a separar y le sonrió. Ella me devuelve la sonrisa con timidez.
Mi siguiente beso busca directamente su lengua. Ella responde. Cada vez más apasionadamente. Mi mano acaricia su espalda. Cuando llega a su culo, ella se pone rígida un instante. Dejo de besarla y la miro. Por un instante me mira asustada. Espero a que ella decida, sonriéndole, sin hacer nada. Finalmente ella pone sus manos en mi cuello y me besa. Su lengua penetra mi boca buscando la mía. La escondo, jugando con ella. Hasta que la encuentra y se entrelazan. Acaricio su trasero ahora con mis dos manos.
–Song tiene razón, a veces eres un poco malo– se queja, roja.
Que pueda hacerlo es buena noticia. Volvemos a besarnos apasionadamente. Luego nos separamos del todo. Desabotono su túnica. Ella traga saliva y se muerde el labio, pero me deja hacer. Subo la túnica, mostrando la suave piel de su zona más oculta.
–No llevas bragas– observo sorprendido.
–Shi dijo que no lleváramos– responde, mirando hacia otro lado.
Aprieta sus piernas, pero ya es demasiado tarde para intentar esconderse. Yo sigo quitándole la túnica, descubriendo sus pechos. Cuando se la quito del todo me la quedo mirando, mientras ella me devuelve la mirada, un tanto rígida.
–Eres preciosa– le digo, volviéndola a besar.
Necesita otro beso antes de que vuelva a relajarse un poco. Le acaricio el pecho y se tensa. El qi en su pezón le hace soltar un gemido. Dejo sus labios y bajo por su cuello, llegando poco a poco a sus pechos. Con una mano acaricio uno de ellos. Con la lengua el otro. Ella se lleva la mano a la boca y la muerde, pero no puede evitar gemir.
–¡Aah! ¡Ah!
Mi otra mano va bajando. Acaricia su pelo púbico y llega a su vagina. Está ligeramente húmeda, pero no es suficiente. Sigo estimulando sus pechos. Acaricio por encima de la piel su clítoris, con extrema suavidad y muy poco qi.
–¡¡¡Aaaaahh!! ¡Aaah! ¡Ah! ¡AAh! ¡MMmh!
Empieza a estar mojada, así que llevo un dedo a su abertura. Ella se tensa al notarlo. Acaricio su entrada sin atravesarla, mientras sigo estimulando sus pezones. Al cabo de un rato la tensión disminuye. Lo introduzco un poco. Vuelve a tensarse. Espero a que se vuelva a relajar, sin dejar de acariciarla. Lo meto y saco suavemente, sin entrar mucho. Voy ganando terreno poco a poco. Cuando introduzco un segundo dedo, se vuelve a tensar. Solo es un momento.
Sigo estimulándola, provocándole un primer orgasmo, lo más suave posible. Espero a que se relaje y sigo durante un rato. Cuando tiene su segundo orgasmo paro. La miro a los ojos y vuelvo a besarla. Esta vez es más apasionado.
Me coloco entre sus piernas, con mi miembro erecto, a punto de penetrarla.
–¿Va…a… doler?– pregunta nerviosa, Apretando sus piernas contra mi cintura inconscientemente.
Le sonrío. La cojo de la cintura y la atraigo hacia mí. Entonces me doy la vuelta, quedando yo sobre la cama y ella acostada. Ella grita sorprendida ante el inesperado movimiento.
–¡¡Hiiiii!!
–Hazlo tú. Así no tienes que tener miedo.
Ella me mira, desconcertada. Luego mira a mi miembro erecto. El rojo de sus mejillas se acentúa. Miro de reojo a Yu. Está mirando también hacia mi miembro con los ojos muy abiertos. Muy nerviosa, Yi intenta ponerse sobre él, pero se desliza fuera de la entrada.
–Cógelo, no muerde
Me mira algo incrédula. Vuelve a mirar mi miembro antes de cogerlo con su mano temblorosa. Mientras, le acaricio sus muslos, con un suave qi. Ella baja un poco sus caderas, introduciendo apenas la punta. Me vuelve a mirar. Se muerde el labio Y empieza a bajar, poco a poco, hasta al final consigue sentarse sobre mí.
–No… No duele… ¿Qué hago ahora?– pregunta avergonzada.
–Muévete arriba y abajo, que entre y salga.
Ella me vuelve mirar. En realidad ya lo sabía, nos ha visto hacerlo varias veces. Se mueve despacio. Gime ante el roce en sus zonas más sensibles, ayudado con un poco de mi qi. Durante un rato solo mira a mi pecho. Rehúye mi mirada. Poco a poco va acelerando. Al cabo de un rato me mira fugazmente. La segunda vez mantiene la mirada un poco más. La tercera es ya apasionada. Sus modestos pechos se balancean sin control.
–Esto es….¡Aaaaahhh! No sabía que era tan… ¡¡¡AAAaaaah!!! Es tan diferente a… ¡¡AAAAAAAAAHHHH!! No mentían… ¡¡¡¡AAAAAAAHH!!!!
Tiene un orgasmo. Luego otro. Y otro.
–No puedo…– se rinde en mis brazos, con su pecho contra el mío.
La beso. Nuestras lenguas se entrelazan mientras nos damos la vuelta y vuelvo a estar encima. Esta vez ya no hay miedo en su rostro. Más bien pasión. Y anticipación. Empujo dentro de ella. Entro y salgo cada vez más rápido. No paro ni cuando tiene un orgasmo. Ahora que está dispuesta, la llevo al límite. Finalmente me corro dentro de ella.
–¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHH!!!!!! ¡¡¡¡¡HHHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!
Luego me quedo un rato sobre ella, besándola suavemente, acariciando su cabello mientras ella se recupera. Por supuesto he expandido ligeramente su contenedor y he absorbido algo de su qi. También he hecho algo más. Estaba embarazada. Les dije que podía evitar que eso sucediera. Y que no podía saber exactamente en que punto estaba. Esto último es mentira. Pero no tiene por qué saberlo, así no tendrá que sufrirlo. Simplemente he cumplido mi promesa de evitar que fuera más allá.
Me incorporo. Miro entonces a Yu. Está roja. Creo que no ha dejado de mirarnos en ningún momento. Al ver que la miro, su color se intensifica. Se levanta y se quita la ropa. Luego se acerca, cubriéndose con las manos. Se tumba en la cama. Temblando abre las piernas.
–Haz… Haz lo que tengas que… que hacer– tartamudea, muy nerviosa.
Suspiro. No sé muy bien cómo debería actuar. Decido probar a costarme junto a ella. Le cojo de la mano y la miro. Ella parece confundida.
–Bésame.
Durante unos instantes ella no se mueve. Luego, titubeante, acerca sus labios a los míos y los junta apenas un instante.
–¿A…Así?
–Un poco más largo
Duda antes de volver a juntar sus labios con los míos. No sabe muy bien que hacer. Solo los mantiene pegados.
–¿Así?– vuelve a preguntar, apartando el pelo de su cara.
–Vuelve a hacerlo. Ahora usa la lengua y juega con la mía.
–¿La… lengua?
–Sí.
Vuelve a besarme. Torpemente, introduce su lengua en mi boca. Tantea mi lengua con la suya, sin saber muy bien que hacer. Así, que yo muevo la mía, envolviéndola, inyectando un poco de qi.
–Ah– gime levemente, separando sus labios mirándome, con la respiración ligeramente agitada.
Yo la miro y le sonrío. Ella intenta devolverme una sonrisa tímida, pero aún está muy nerviosa.
–Otra vez.
Ella me obedece y vuelve a besarme. Esta vez busca mi lengua con algo más de confianza. Cuando uso qi, ella se tensa, pero esta vez no se aleja. Seguimos un rato más, hasta que ella se separa para recuperar el aliento.
–Ponte encima y vuelve a besarme.
Ella sigue mis instrucciones, nerviosa. Al tocar su cuerpo contra el mío, se tensa y separa. Vuelve a acercarlo, a dejarlo caer sobre mí. Noto el contacto con su piel suave. De sus modestos pechos contra el mío. Su cuerpo sigue rígido cuando me vuelve a besar.
Pongo mis manos en su espalda y se tensa aún más, pero sigue con el beso. Su lengua se mueve muy despacio ahora. Su cuerpo tiembla. Muevo mis manos con suavidad en su espalda. Un qi suave recorre mis dedos. Dejo que poco a poco se vaya relajando. Al mismo tiempo, cada vez es menos tímida con sus besos. Y más agresiva con su lengua.
Se separa de nuevo, respirando para recuperar el aliento. Mirándome. En ese momento llevo por sorpresa mi mano hasta su nalga derecha, agarrándola. Inyecto también qi.
–¡Aah!
Su rostro vuelve a enrojecer. Sus ojos se han abierto más. Pero no dice nada. Vuelve a besarme. Esta vez parece que me ataque con sus besos. Como si quisiera vengarse de mí. Llevo mi otra mano también a sus nalgas. Ella se detiene solo un instante. Luego mueve su lengua con insistencia alrededor de la mía. Mientras, mis manos estrujan y masajean sus nalgas.
Estamos un rato así, hasta que ella vuelve a separarse, recuperando el aliento y mirándome. Muevo entonces una mano entre la separación de sus nalgas, llegando a la abertura de su vagina. Ella vuelve a cerrar los ojos y tensarse. Aprieta los dientes para no gemir. Tiembla ligeramente. Cierra los ojos.
–¿Quieres que pare?
Ella niega con la cabeza, sin abrir los ojos. Introduzco despacio un dedo.
–Estás mojada.
Ella abre los ojos. Luego su boca, dispuesta a protestar. Pero inserto qi. Hace rato que estaba cerca del orgasmo, así que hago que llegue.
–¡¡AAAaaaaaah!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAHHh!!! ¡¡¡AAaaaaaah!!! ¡¡Aaahhh!! ¡Aaaah! ¡Aah! ¡Ah!
Pongo la otra mano sobre su cabeza atraigo sus labios a los míos. No se resiste. Invado su boca con mi lengua. Invado su vagina con mis dedos. Su cuerpo vibra cada vez que se introducen en ella. No la suelto hasta que tiene otro orgasmo. Respira profunda y rápidamente. Sus ojos están llorosos, pero brillando de pasión. Mi miembro apretándose a su vagina, deseando entrar.
–¿Quieres meterlo?
–No, hazlo… tú– me pide, en voz casi inaudible.
Suavemente, dejo que su cuerpo caiga sobre la cama, boca arriba. Ella abre las piernas con timidez, esperándome. Hay miedo en sus ojos. Está nerviosa. Pero también hay pasión. Y anticipación.
Me acerco a sus labios y le doy un largo y húmedo beso. Mientras, una mano juguetea con su cabello rubio. La otra con uno de sus pechos. Me separo entonces y colocó el miembro en su entrada. La penetro despacio. Miro su expresión antes de avanzar más y más en su interior. Cuando llego hasta lo más profundo, vuelvo a besarla. Ahora ya acepta mis besos. Los recibe con pasión.
Mientras la beso, empiezo a moverme con suavidad, sin liberar sus labios. Ni siquiera cuando tiene otro orgasmo.
–¡¡¡MMMMMMMMmmmmmm!!!
Mis manos no dejan de acariciar su pecho, su pelo, sus nalgas, el perfil de cuerpo, sus piernas. Me separo de ella un momento. Sus ojos brillan pidiendo más. Sus labios se mantienen semiabiertos, pidiendo otro beso.
–Más… Más rápido– pide en un murmullo.
Vuelvo a besarla. También acelero. Entro y salgo de ella. Su corazón y respiración se acelera. La mía también. Tiene otro orgasmo, que aprieta mi miembro. Decido esperar un poco más. Acelero, dejando que mi cuerpo llegue al límite. Que el suyo también lo haga. Finalmente tenemos los dos un orgasmo. La lleno de mi semen mientras ella gime.
–¡¡¡¡HHHHAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAaaHHh!!! ¡¡¡AAAaah!!! ¡¡¡AAaaaah!!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!! ¡¡¡AAaaaaah!!! ¡¡AAaaah!!
Nos quedamos mirándonos un rato, recuperando el aliento. Cuando ella se gira avergonzada, se encuentra con la mirada de su hermana. Su cara vuelve a tomar un fuerte color rojo.
–No ha estado mal, ¿verdad?– la pincha Bai Yi
–No…– reconoce Bai Yu, en un voz casi inaudible.
–Gracias– dice Yi, besándome en la mejilla.
Me giro y le doy un beso en los labios, agarrándola de la cintura. Al principio se sorprende, pero luego lo acepta. Cuando acabo, otro beso llega a mi mejilla.
–Gracias– repite Yu, muy tímida.
Me mira con la boca entreabierta. Creo que espera también un beso. Se lo doy, cogiéndola también de la cintura. Tengo una a cada lado, mirándome, desnudas, iguales.
–¿Es…Esta noche también?– me pregunta tímidamente Yi.
–Si queréis, os llamaré.
Miro a Yi, y acepta con la cabeza. Yu hace lo mismo, pero más roja, más tímida.
–Va siendo hora de irme– les digo.
Ellas aceptan, reacias. Aunque antes las vuelvo a besar, moviendo mis manos sobre sus nalgas. Luego envío a Yu y la cama de vuelta. Yi abre la barrera. Con la detección de qi me aseguro de que no haya nadie, antes de devolverla también y salir. Tengo acceso a la barrera, me lo han dado, así que la cierro tras de mí.