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Día tranquilo

Bronceada está algo más colaborativa. Si no, se queda sin manual. No se lo he dicho exactamente así. Pero ha comprendido que debe ser más dedicada. A Ning aún le cuesta controlarse. Ser solo servicial y no dejarse llevar por la lujuria. Rui es la más obediente y devota. No tengo nada de que quejarme.

Las chicas me hacen prometer que no seré demasiado malo con Ma Lang. Aunque puedo serlo un poco. Wan está un tanto tímida. Quizás pensando que mañana le toca a ella quedarse conmigo. Aunque se le pasa tras el primer orgasmo. Song ha estado especialmente activa. Casi violándome de pie. Empujándome contra la pared. Haciendo lo que antes no podía.

Finalmente llamo a Ma Lang. Me mira con timidez. Con expectación.

–Ven– la llamo.

Se acerca.

–¡Iih!– exclama sorprendida.

La he cogido por sorpresa de la cintura. La he acercado a mí. Nos quedamos mirándonos unos segundos. Nuestros ojos muy cerca. Siento el roce de su cuerpo contra el mío. De sus pechos presionando contra mí.

No resisto la llamada de sus labios. No opone resistencia. A que recorra cada rincón su boca con la lengua. Saboreándola minuciosamente. A que juguetee con sus nalgas. A que acaricie la tersa piel de si espalda. De hecho, pronto ella hace lo mismo. Con algo de reticencia al principio. Pero se va excitando mientras nos besamos.

Libero sus labios. Su respiración está acelerada. Sus ojos me miran suplicantes. No se atreve a tomar la iniciativa.

–¿De cuatro patas?– le pregunto, provocándola, jugando con su timidez.

Ella asiente. Roja. Ahogando un gemido. Mis dedos se han deslizado a su entrada. Comprobando que está mojada.

La suelto. Me mira entre excitada y reprochándome. Sabe que me estoy aprovechando de la situación. Jugando con ella. Avergonzándola. Pero no dice nada. Solo se pone más roja. Mientras me da la espalda. Pone sus manos sobre la cama. Abre sus piernas. Me muestro su culo. Su vagina. Totalmente expuesta.

Estoy tentado de jugar un poco más con ella. De Tentarla. De molestarla. Pero supongo que ya está suficiente avergonzada.

–¡¡¡AAAAAAAAAAAAaaaahh!!!– gime cuando la penetro.

–¿Cómo lo quieres?– le susurro al oído.

Lo hago mientras agarro su pecho. Sintiendo su forma. Mientras aparto su cabello castaño de la oreja. En la que soplo. A la que beso suavemente.

–Des… Despacio. Sé… dulce– me pide casi en un susurro.

Así que salgo y entro de ella despacio. Acaricio sus pechos con suavidad. Apretándolos poco a poco. Acariciando sus pezones con dulzura. Con una pizca de qi. Beso su cuello continuamente. A veces le hago girar la cabeza para alcanzar sus labios. A veces beso su espalda. Su pelo. O suelto sus pechos para jugar con sus nalgas. O acaricio sus muslos. O subo por su espalda.

Ella gime. A veces grita mi nombre. Chupa mis dedos si llegan a sus labios. Se deja follar, totalmente sumisa. Se inclina más tras el primer orgasmo. Su cabeza ahora casi en la cama. Sobre sus brazos. Su culo más expuesto si cabe.

Sigo empujando despacio. Alguna vez empujo un poco más fuerte para sorprenderla. Sigo disfrutando de su cuerpo. De su cálido interior. De sus preciosos y blanditos pechos. Me encanta exprimirlos. De sus gemidos de placer.

No me mira cuando acabamos. Solo se enrosca en la cama. Tumbándose de lado. Dejando que la abrace. Abrazando mis brazos. Puedo vislumbrar una sonrisa. Sin atreverse a mirarme.

–Gracias– me dice cuando se recupera.

Beso su pelo. Ella se empuja un poco hacia mí. Buscando mimosamente más contacto. Puedo notar como poco a poco se va durmiendo.

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Unos ojos marrones claro apartan la mirada cuando despierto. Tímidos. Unos abundantes pechos siguen presionando mi brazo.

–Buenas días, preciosa– la saludo, intentando no reír.

–Bue… Buenos días.

–¿Tenía algo en la cara? Me estabas mirando muy fijamente…– me burlo de ella.

–No… Esto… Solo esperaba que despertaras. Es la obligación de una sirvienta– intenta disimular.

–Oh. Entonces, ¿vas a servirme?– le pregunto insinuante.

–Si… Si quieres…– asegura sin mucha firmeza.

–Entonces me quedo quieto. Espero que primero llegue mi beso de buenos días– sugiero.

–Va… Vale…

Se pone sobre mí. Su seductor cuerpo totalmente visible. Erótico. Controlo con dificultar el impulso de agarrarla y follarla. Sus labios se juntan a los míos. Su lengua penetra mi boca tímidamente. Pronto se separan.

–Buenos días– me vuelve a saludar.

–¿No ha sido muy corto? ¿No debería ser más apasionado?– protesto.

Ella sabe que lo hago a posta. Pero aun así me vuelve a besar. Dejo que su lengua entre en mi boca. Y jugueteo un poco con ella. Mis manos acarician su cuerpo. Pero no lo agarro. Solo disfruto de su suavidad. De su elasticidad. Dejo que sea ella quien tenga el control. Tarda un buen rato en separarse esta vez.

–¿Y… ahora?– pregunta.

–No sé. Tú eres la que me tiene que servir– me niego a ayudarla.

Reconozco que es divertido provocarla. Quiero ver como reacciona. Me vuelve a besar en los labios. Esta vez más corto. Luego sigue por mis mejillas. Mi cuello. Me mira. La miro sin decir nada. Baja por mi pecho. Juguetea con mis pezones. Su mano acaricia mi entrepierna con suavidad. Mis testículos. Mi pene. Su otra mano recorre mi estómago. Mis brazos.

Me mira de reojo de nuevo. Como si estuviera cometiendo una travesura. Yo solo sonrío. Resulta curiosamente excitante. Además de plácido. Relajante.

Poco a poco se va volviendo más intenso. Su boca llega a mi entrepierna. Lame mi miembro. Primero reticente. Luego no puede controlar la lujuria.

Cuando está erecto, se levanta. Se pone sobre mí. Me mira. Se muerde el labio. El espectáculo de su cuerpo es extraordinario. Excitante. Son eróticos sus pechos temblando al moverse. Al bajar su cuerpo. Al hacerme introducirme en ella. Al estremecerse.

Su respiración se acelera a medida que se mueve. Se acaba inclinando hacia mí. Restregando sus pechos contra mí. Buscando mis labios. Sin dejar de moverse. De gemir. Ya olvidando su timidez previa. Dejándose llevar por la pasión. Solo después del orgasmo se vuelve a sonrojar. Como si se abochornara por lo que acaba de hacer.

–¿Ya está?– vuelvo a pincharla.

Se muerde el labio inferior de nuevo. Reanuda sus movimientos. Pronto acelera más que antes. Gime más fuerte. Su cuerpo ligeramente levantado. Curvado hacia atrás. Sus pechos oscilando con fiereza.

–¡¡¡Aaaaah!!! ¡¡Amo Kong! ¡¡¡AAAAAAAAAaaahhhh!!! ¡¡¡¡Lléname!!!!!– me pide entre gemidos.

No puedo sino obedecer. Dejarme llevar por el placer. Llenarla de mí. Y luego quedarme un rato abrazado a ella.

–Has sido un poco malo conmigo– me acusa.

–Ja, ja, ja. Ahora tenemos que serlo con ellas– le respondo.

–Yo no puedo hacerles nada. Soy la sirvienta. Solo puedo obedecerte– me dice, entre sugerencia y súplica.

–Bien. Entonces sé obediente.

Obediente, muerde y chupa los pezones de las chicas. Les mete la lengua en la oreja. Las agarra de las manos o los pies. Parece divertirse.

–Tengo que hacerle caso– se defiende cuando la acusan, fingiendo inocencia.

–Te estás divirtiendo demasiado. ¡Aaaah!– le recrimina Shi.

–¡AAAaaah! ¡Mis pezones no! ¡¡¡AAAAAAaaaaahh!!!– protesta Song.

–¡Es solo una excusa! ¡¡¡HHHHHHAAAAAAaaahhhh!!!– denuncia Liang.

–¡¡¡Aaaah!!! ¡Traidora!– le reprocha Yi.

–¡¡¡Aaaah!!!– simplemente gime Yu.

–¡AAAAahhh! ¡Más fuerte! ¡¡¡AAAAAAAaahhh!!!– pide Wang.

Luego se asegura de que esté perfectamente vestido. Y se me queda mirando. Pidiendo un beso sin atreverse a pedirlo. No puedo sino dárselo. Hasta su garganta. Sobando sus glúteos. Luego tengo que de devolverla.

Puedo ver que las otras la rodean. Ríen. Ella se sonroja.

—————

Hago dos páginas de la etapa ocho y una de la nueve. He gastado bastante qi. Y la de nueve me ha costado bastante concentración. Las del reino del Alma serán más difíciles. He obtenido 125000 puntos.

Cuando salgo, hay un par del grupito del otro día. Faltan los demás. Parece que ha tenido el efecto deseado. ¿Estos se han escapado? Por ahora. A uno de ellos no lo tenía controlado. Me miran dudando. Solo con dos no se atreven.

No es suficiente con que no estén. O con que acaben sospechando. Tienen que saberlo. Saber que he sido yo. Así que me acerco a ellos. Me miran con hostilidad.

–Oh, ¿no están vuestros amigos? Me pregunto qué les habrá pasado. Ja, ja. Ya os avisé, y no me hicisteis caso– me burlo, antes de alejarme.

Intento parecer seguro. Aunque estoy algo nervioso. Si sale mal, podía meterme en problemas. Claro que, si no hacía nada, ya lo estaba.

–¿Qué quieres decir, sucio esclavo?– finalmente uno se atreve a decir.

No está muy seguro de sí mismo. No sin sus compañeros. Aunque intente hacerse el duro. Ellos dos solos no se atreverían en una pelea contra mí. Tampoco es que podamos pelear aquí. No le respondo. Sonrío y me alejo.

–¡Eh! ¡Te he preguntado algo!– me exige. No le hago caso. Ya atarán cabos. No se atreve a insistir. A seguirme.

Hoy no voy a la lavandería, demasiado pronto. Pero me informo de uno de los dos. No lo tenía en la lista de objetivos. Las gemelas se encargan de añadir algo a la comida. Tras despistar a quien la lleva.

–Tienes algo para nosotros, tengo hambre– pregunta Yu.

–Lo… Lo siento, llevo otra comida– se excusa el esclavo, inquieto, temiendo que pueda haber represalias.

–Oh, bueno, da igual. Ya esperaré– se despide ella, para alivio de éste.

Yi ha aprovechado para hacer el resto mientras su hermana lo distraía. Me sonríen orgullosa y traviesamente.

Doy una vuelta por donde será el torneo. Las gemelas me acompañan, pero un poco más allá. Buscamos dónde estará Fen Huan. También busco luchadores con bastón, que hay pocos. Quiero verlos luchar. Ya averiguamos algunos de sus nombres. A través de la red de espionaje de esclavos. Las gemelas quieren ver combates con dagas. Preferiblemente en equipos.

Me gustaría que el resto también pudieran ver los combates. Probablemente no pasaría nada. Pero es un riesgo que han decidido no correr.

Después de ello, vuelvo a la cabaña. Me follo a Rong jugando con sus pechos cada vez más grandes. Al principio de pie, ella de espaldas. Ning sugiriendo retoques. Luego la empujo contra la pared. Violándola. Penetrándola una y otra vez. Haciéndola disfrutar quiera o no. Su lealtad no aumenta haga lo que haga. Así que me solo me preocupo en disfrutarla.

Ning y Rui me miran con expectación. Mojadas. Así que las acabo follando igual. Tengo que reconocer que Ning está quedando preciosa. Aunque tampoco me desagradaba antes. Y sigue siendo igual de pervertida. ¿O más? He decidido dejarla disfrutar ahora. Y entrenarla por la noche.

—————

Hoy tampoco le toca venir a nadie. Mañana volverán las esclavas. Consienten dejarme descansar un poco. Pasamos toda la tarde juntos. Excepto Wan. Que no puede dejar sus plantas. Sus experimentos. Sus prácticas.

No es fácil controlarse. Se han negado a vestirse. Son demasiado eróticas. Pero no me dejan ir más allá de unos besos. De unas caricias. De muchas risas.

Discutimos los planes de futuro. Disfrutamos de nuestra compañía. Jugamos entre nosotros. Con Rayitas y Terror. Son bastante traviesas. Song me hace practicar un poco con ella. Bastón contra lanza. Las otras miran, comprensivas. Todos sabemos lo que ha sufrido. Aunque ahora esté empeñada en hacerme sufrir a mí. No se contiene.

Lo que está claro es que no debo hacerlas enfadar. Me han torturado cinco minutos a cosquillas. Se turnaban entre agarrarme y torturame. Y no dejaban de reír. No he podido defenderme. He tenido que prometer que entrenaré duro.

Por la noche, acabamos follando todos juntos. Todas besándome. Acariciándome. Sobándome. Mientras me follo a una de ellas. O una de ellas me folla a mí. Ha sido un poco caótico. Ha sido divertido. Y muy excitante.

Luego decido llamar a las cuatro esclavas. Incluso a Rong. Aunque no le tocara. Me apetecía. Las hago ponerse sobre la mesa tumbadas de cara a ella. Dándome la espalda. Sus pechos aplastados contra la madera. Me follo a Rui mientras las hago masturbarse al resto. Con movimientos rápidos y cortos. Cogiéndola de las muñecas. Disfrutando de ella. La llevo rápido al orgasmo. Eyaculo en ella.

Luego sigo con Ning. Mientras contemplo el culo de las otras tres. También follándola para mi placer. Usándola para correrme en ella.

–Prepara a Rui– le ordeno, antes de pasar a Rong.

La follo e inspecciono sus nalgas. Cada vez son más prominentes. No dice nada de que la haya traído. Sabe que es mi esclava. Fue el trato. Aunque no lo acabe de aceptar del todo. Mientras, Ning está lubricando el culo de Rui.

Tras llenar a Rong, sigo con Bronceada. Rong prepara a Ning. Y Rui espera expectante. Ofreciendo su culo.

–¿Como van las prácticas con el "Golpe Celestial"?

–¡¡Aaaahh!! Bien. Creo que… ¡¡Aaaaahh!! Empiezo a dominarlo ¡¡¡¡HHHHHHHAAAAAaaaaahhhhHHH!!!!

La lleno y vuelvo a Rui. Sin preámbulos, la penetro analmente. Disfruto de la estrechez de su culo. Mientras ella gime con lascivia. Mientras la uso. Mientras la lleno y ella se corre. Y va a preparar a Bronceada.

Al final, las he follado a las cuatro por los dos agujeros. Me quedo un rato contemplando y acariciando sus nalgas. Ning y Rui están satisfechas. Bronceada y Rong entre satisfechas y resignadas.

Decido usarlas por el último agujero. Cogiéndolas del pelo. Mientras me hacen una felación. Mientras lleno sus bocas. Y las devuelvo antes de llamar a Wan. Que ahora parece un poco nerviosa. Ha dejado de practicar alquimia y está esperándome.