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Cultivador olvidado

Entro con Yu. Las demás se quedan en la Residencia, jugando con Rayitas. Poco a poco se va acostumbrando a ellas. Utilizar qi para crear luz es el uso más elemental. Creo que todos deberíamos aprenderlo. Suerte que tenemos a las gemelas.

Es húmedo y silencioso. Yu camina delante. Está un poco tensa. Sé que no debería, pero no puedo evitarlo. Le pongo de golpe la mano sobre el hombro.

–¡AAAAhh! ¡¡¡Kong!!!– grita asustada, primero y enfadada después.

Me mira enfadada mientras me río. Ella infla sus mejillas.

–No me mires a así. Ja, ja. Lo siento, Ja, ja. No lo haré más.

–¡Tonto!

Me pega una patada y se da media vuelta. La abrazo suavemente por detrás.

–Lo siento. No he podido evitarlo. Eres tan adorable. ¿Qué puedo hacer para que me perdones?

–Solo no lo vuelvas a hacer– dice aún con tono de enfado.

–Vale.

La beso en la mejilla. Ella se libra de mi abrazo. Avanza sin mirarme. Parece enfadada. Pero sé que no es así. Solo ha sido una pequeña broma. Y no es la primera. Y muchas veces soy yo la víctima.

–Y no se lo cuentes a Yi.

–Prometido.

Tarda aún un rato en dirigirme la palabra. Luego parece haberlo olvidado.

–¡Aah!– exclama, parándose en seco.

Algo la ha sorprendido. Pero avanza. Aunque despacio. Recelosa. Hemos llegado a una cavidad un poco más grande. Es una habitación. Hay muebles de madera bastante maltrechos. En lo que era la cama, hay un esqueleto. Supongo que es lo que la ha asustado.

–Avisa a las demás. Que lo vean, pero que estén preparadas.

–Ni hablar– se niega ella, con una sonrisa traviesa.

La primera en caer es su hermana. Grita al ver el esqueleto. Y ante el grito y ataque por la espalda de su hermana. Nos mira con cara de pocos amigos cuando nos reímos.

Shi, Song y Liang solo se sorprenden. No se asustan mucho. Estamos acostumbrados a enterrar a los muertos. Incluso a ver esqueletos. Las gemelas parecen un poco decepcionadas. Otra vez será.

–Está espada está bien. Es mejor que la que tengo– se apodera Shi de un arma.

–La lanza está estropeada, pero solo el mango. Probaré a ponerle otro– contempla Song una lanza.

Las gemelas deciden sortearse la daga. La que pierda elegirá la próxima vez. No hay arco o flechas. Sí varios utensilios, muchos de ellos estropeados. Algunos quizás recuperables.

–Estas píldoras deben de ser valiosas, si no se han estropeado– añade Liang, sosteniendo un pequeño frasco.

No parece que estén mal. Aunque ninguno de nosotros sabemos muy bien qué son. Por ahora, las guardo. Cojo un anillo y aplico qi. Por suerte, no está protegido. Saco unos cuadernos. Estar allí los ha protegido.

Uno es de una técnica de cultivación. Llega hasta el reino del Cuerpo. Está basada en extraer la esencia de bestias. Supongo que tiene sentido para alguien que se escondía en el bosque. Pero es inútil para nosotros.

–Debía de estar en el reino del alma. La daga es demasiado buena para alguien en Génesis, pero un poco pobre para alguien en Cuerpo– explica Yu, que ha ganado la daga.

Su hermana refunfuña. Ella parece bastante satisfecha. Está muy interesada en las armas. Ha estudiado varias de ellas en la armería. Aunque no pueda llevárselas, puede verlas y sentirlas.

–¿Quién debía ser?– se pregunta Liang.

–Seguramente nunca lo sabremos– Song se encoge de hombros.

Guardo los cuadernos. Algunos podrían ser interesantes. Decidimos limpiar la habitación. Y hacernos con un anillo más. Hay algo de dinero. En total, unas diez piezas de oro. Una fortuna para mí. Podría comprar algún esclavo barato, quizás a mí mismo. Pero sé lo rápido que se gasta. He acompañado a hacer la compra a la ciudad alguna vez.

La ropa que guardaba en el anillo es aprovechable. No sé si es buena. Para mí, un lujo. Hay restos de ropa fuera. No han sobrevivido al paso del tiempo. Me pregunto cuanto tiempo llevaba aquí.

También hay un extraño pergamino. Parece un pedazo de uno más grande. Y es como si aceptara qi. Aunque no el nuestro. Como si no fuera adecuado.

–Quizás solo responde al de alguna persona, de algún linaje concreto– sugiere Song.

–O hay que estar en un reino más avanzado. En el del alma, el qi se comprime, sube de calidad– sugiere Yi.

–A saber. Guárdalo. Quizás más adelante sirva para algo– propone Shi.

Eso hago. No es que sea un problema. Solo que todos tenemos curiosidad. Lástima que no haya nada que podamos hacer.

Decidimos limpiar la habitación. Nos podría servir de escondite en el futuro. Si no volvemos y nos quedamos aquí. No suena del todo mal. Si incrementamos nuestra fuerza lo suficiente, ya no sería un lugar muy peligroso. Y la ilusión sigue funcionando al cerrar la puerta. Aunque no sé cuánto durará la madera.

Encontramos algunas piedras de energía. Son valiosas. Se usan para cultivar. O para otras muchas cosas, como crear formaciones. Por ejemplo, la formación defensiva a la que estas daban poder. Nos miramos incómodos. Si no se hubiera estropeado, si no hubiera sido creada de forma un tanto precaria, quizás estaríamos muertos. La próxima vez, iremos con más cuidado.

Había también otras formaciones en la puerta que no parecían peligrosas. Una era la ilusión. Las otras tenían que ver con la detección. Quizás para esconderse de otros. Pero ya no funcionan. Parte de la estructura se ha estropeado al pudrirse la madera.

Quizás el esqueleto había sido un experto en formaciones. Al menos sabía algo de ellas. Y un par de los cuadernos son sobre ese tema. Por ahora, no me interesa demasiado. Tampoco parecía que a ninguna de las chicas, pero ya veremos.

Por esta noche, nos quedamos dentro. Es más seguro. A las gemelas les da un poco de miedo los posibles fantasma. A pesar de ello se quedan. Abrazadas con fuerza. La guardia les resultará larga.

—————

Parece que Shi y Song han hecho dos únicos turnos de guardia, Song la última. Compadeciendo a las gemelas.

Voy a buscar a Song a la salida de la cueva, tratando de no despertar al resto. Shi y Liang abren los ojos. Me hacen un guiño y se quedan durmiendo. Llego hasta Song. La abrazo. La beso. Me besa. Mis dedos penetrándola. Los suyos jugueteando con mi miembro. Los otros estrujando sus voluptuosos pechos. Pellizcando suavemente sus pezones. Los suyos jugueteando con los míos.

Nos miramos con pasión cuando nuestras lenguas se separan. No tardamos en volverlas a juntar. Nuestras respiraciones se aceleran. Ella se estremece. Su interior aprieta mis dedos.

Sus brazos pierden fuerzas. Se deja caer. Se acuesta de lado. Las piernas y rodillas dobladas. Como si estuviera sentada. Yo detrás de ella. Accediendo a sus pechos con una mano. Acariciando su pelo con la otra, su largo cabello zanahoria. Penetrándola. Su cabeza girada, buscando la mía. Encontrándola.

–Nunca dejas en paz mis pechos… ¡AAAaaaaahh!– protesta débilmente.

–Me encantan tus pechos pecosos. Son tan suaves. Tan esponjosos– le susurro, estrujándolos.

–¡¡Aaaaaah!! ¡Malo! ¡¡Aaaaah! ¡Aaah!

Una de sus manos se apoya en el suelo. La otra llega hasta mis nalgas. Me da un cachete. Ríe cuando le estrujo más su pecho. Me besa. Mi mano suelta uno y llega al otro. Luego vuelve al primero. Su tacto es adictivo. Muy sensual. Nunca me canso de ellos.

Su pierna buena está entre las mías. La otra por encima. Beso su cuello cuando esconde sus labios. Aparto su cabello para llegar a su oreja. Ella gime de placer. No tenemos prisa. Nos recreamos en nuestra presencia, en nuestra calidez. Cuando la lleno, se ha rendido a mí. Es su cuarto orgasmo.

–Kong…– susurra mi nombre con pasión.

–Eso ha sido intenso. Yo también quiero– aparece de repente una voz.

–Y yo. Quien gane va primera– dice otra.

–Malditas mironas pervertidas– masculla Song, como si ella nunca lo hubiera hecho.

Shi y Liang juegan a un extraño juego con las manos. Las he visto hacerlo alguna que otra vez. No sé muy bien cómo va. Liang gana esta vez. También es sensual con ella. Aunque hay dos más que se unen al juego. Toqueteándonos a los dos. Sus pequeños pechos nunca están solos. Su clítoris es estimulado sin parar. Y tampoco mis orejas se libran. O mi espalda presionada sugerentemente. Incluso mis testículos.

Liang se queja, pero no mucho. Y Shi también lo hace después, cuando es víctima de los mismo. Nos quedamos riendo los cuatro, hasta que aparecen dos hermanas un poco asustadas.

–¿¡Por qué nos habéis dejado solas!?– protesta Yi.

–¡Daba miedo!– exclama Yu, adorable.

–¿Por qué? Solo son fantasmas– se burla Song.

–¡No digas eso!– se queja Yu.

–No seas malas– regaño a Song, aunque no tiene mucho efecto.

Al final, las gemelas se quedan abrazadas a mí. Las acabo follando a las dos juntas. Una sobre la otra. Hacía tiempo que no lo hacíamos así. He tenido que echar a las otras tres para que se calmaran. Me temo que seguirán burlándose de ellas varios días.

Yi está arriba, dándome la espalda. Yu abajo, boca arriba. Abrazadas. Voy alternando en una y otra.

–No te vayas aún…

–¡Aaah! Tan de repente ¡Aaaah!

–¡Sí! ¡Así! ¡Aaaah! ¡Dame un poco más!.

–¡¡Aaaah!! ¡Yi! ¡No me muerdas! ¡¡Aaaaaahhh!!

–¡¡Aaaah!! ¡¡¡Yu!!! ¡¡Rencorosa!! ¡¡¡Hhaaaaaaahhh!!!

Al final acaban las dos estiradas sobre la cama. Boca arriba. Llenas de mí. Respirando pesadamente. Totalmente expuestas.

–Sois realmente preciosas.

––¡Tonto!–– dicen a la vez.

Se cubren tras tirarme unos cojines. Nos reímos. Nos besamos.

–Pero eres nuestro tonto– susurra Yi.

–Nuestro tonto preferido– ríe Yu.

Nos besamos otra vez. Las devuelvo un rato después. Tras estar los tres abrazados.

—————

Hago a Rong que se folle a Ning por detrás. Mientras, yo se lo hago por el frente. Sus piernas sobre su cabeza. Perpendiculares a su cuerpo. No deja de gemir. Se corre con suma facilidad. Incluso sin mi ayuda. Casi tengo que pararla. No parece que Rong disfrute mucho con ello. Pero parece esforzarse en hacerlo bien. Espero que entendiera el mensaje.

Cuando dejo a Ning en el suelo, hago sentarse a Rong sobre mí. La obligo a que sea ella quien se ponga mi miembro en su ano. Quien lo lubrique. Quien se mueva.

–Un poco más rápido– le ordeno, mientras presiono sus pezones con mis dedos y qi.

–Sí, Amo. ¡Haaah! ¡Aaaah! ¡¡Aaah!!.

–Ves preparando a Rui.

–Sí amo. ¡Ah! Slurp

Rui se coloca sobre su cabeza. Para que le lama la entrepierna.

–Vamos, zorra, lámeme– le ordena esta, exponiendo su clítoris.

Rui es la superior de las tres. Luego está Ning. Rong es la esclava de las esclavas. Rui no parece llevarse muy bien con ella. Abusa de ella. Verbal y físicamente. Se mea en su boca. Le hace bebérselo. La agarra del pelo. Apretando su cara contra su coño.

–Límpiame– le ordeno a Rong.

Está aún convulsionado. La he dejado correrse una vez. Se arrastra hasta mí y se lo mete en la boca.

Mientras, hago acostarse a Rui a mi lado. La penetro bruscamente con los dedos, llevándola al orgasmo. Llevo sus rodillas hasta sus hombros y la penetro. Rong está tirada en el suelo. Le he ordenado que mire. Que aprenda.

Rui se agarra los pies con las manos. Estos se tocan. Su boca abierta mientras la penetro. Gimiendo. Entregada. En esta posición, es fácil llegar hasta el fondo en cada embestida. Está totalmente expuesta e indefensa. Sometida a mi voluntad. Estimulo su clítoris, perfectamente visible.

–¿Qué se siente?

–¡¡Aaaahh!! ¡Amo dentro de mí! ¡¡¡AaaaaaAAAH!!! ¡Yo toda de Amo! ¡¡¡¡HHHHhhhaaaAAAaaAAAAAHHHhh!!!! ¡Abierta para Amo! ¡¡¡AaaaaahhH!!!

Follar a Rong tiene el aliciente de dominarla. Rui el de estar completamente sometida a mí. Su lealtad y sumisión son absolutas según los estándares de la Residencia. Su única pega es que aún tengo presente lo que estuvo a punto de hacerle a Shi. Y lo que le hizo a Song.

No se queja ni cuando golpeo sus nalgas. Ni cuando muerdo su tobillo. Acepta cada embestida. Las disfruta incluso si le duelen. Quizás porque soy yo quien la penetra.

–Límpiala. Con la lengua– le ordeno a Rong, señalando la vagina goteante de Rui.

Yo fuerzo mi miembro en la garganta de Rui. No tarda en estar erecto. Rodeado por su lengua. Obligándola a tragárselo. Ella se relame cuando acabo. Las devuelvo a las dos. Rong sigue limpiándola un rato. Diría que hasta que le provoca otro orgasmo.

—————

Salimos en dirección noroeste. Hacia la zona donde se supone que están nuestros objetivos. No tengo muy claro lo que quieren hacer con ellos. La verdad es que ni siquiera estoy seguro de que quiera incorporar a Bai Xuan. Aunque siempre podría ser útil como almacén de qi. Respetaré lo que decidan las gemelas. Las otras creen que ni ellas están aún seguras.

Este bosque es más húmedo. Hay pequeñas ciénagas aquí y allá. Incluso alguna más grande. Las rodeamos. Desconocemos su profundidad. O lo que hay allí dentro. Hemos visto como una especie de jabalí era arrastrado a una de ellas. Sus chillidos de pánico eran evidentes. Debía de ser como alguien en la etapa seis, quizás siete. No hemos llegado a ver qué lo arrastraba. Eso lo hace más tenebroso.

–¿Has visto eso?– susurra Yi.

–Sí.

Era una especie de tentáculo ancho y alargado. O quizás una serpiente. Envuelto en el lodo de la ciénaga. Moviéndose por ella. Apenas lo hemos visto un instante. Aun si fuera más débil que nosotros, en la ciénaga igual no podríamos salir con vida. Mejor no nos acercamos mucho.

Cuando llegamos a un cenagal enorme, decidimos dar un gran rodeo. Es cierto que la tierra sólida tampoco es segura. Incluso hemos topado con una serpiente y un extraño reptil con una curiosa cresta a lo largo del lomo. Nos han atacado. El reptil era incluso más fuerte que yo. Claro que no esperaba luchar contra cinco.

También he encontrado una rama de una madera bastante dura. De longitud similar a una lanza, aunque más gruesa. Me he sentido extrañamente atraído a ella. Les he pedido si podían arreglarla un poco. Yi dice que quizás he encontrado mi arma. Una un tanto inusual. Un bastón.

Puedo ver como las chicas la están puliendo con cuidado. Y recortando por donde les he dicho. Aunque han dejado un trozo sin tratar. Curiosamente, Yi lo había señalado. ¿Se lo ha pedido para ella? En serio son un poco… Un verdadero encanto.