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Cita en grupo

–¿Es tan difícil para ellos hablar con chicas?– pregunta Song sorprendida.

Bueno, su visión es la misma que la mía, la de un esclavo. Tampoco parece que Shi y Liang lo acaben de entender.

–Ni idea. Creo que para algunas chicas también. Pero en casa, para nosotros era normal jugar con chicos– afirma Yu.

–A mí no me miréis– desvía la mirada Wan.

–Bueno, ella no estaba interesada en chicos hasta Kong. Solo en plantas– se burla Yi.

Su prima le saca la lengua. Todos miramos a Ma Lang. Se sonroja. Parece incómoda.

–Bueno. Para mí nunca ha sido fácil, vale. ¡No hay nada malo en ser tímida!

Nos la quedamos mirando. Ella esconde el rostro en Liang, que la consuela. Creo que todos pensamos igual. Es adorable. Como sea, tampoco es problema nuestro. Solo era curiosidad.

–Pues yo no veo que sea tan difícil. Incluso el ir un poco más allá– interviene Shi, insinuándose, besándome.

–¡Eh! ¡No te adelantes!– protesta Song.

–Es culpa tuya por estar distraída– se ríe ella.

Lo peor de todo es que yo acabo siendo la víctima. ¿O quizás lo mejor?

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Cuatro días después me acabo de follar a Fen Huan, Pen, Ken, Bei Liu y Bi Lang. Me han tendido una trampa. No he podido ni querido escapar. Pero me vengaré. Supongo. Cuando están todas, Pen es más comedida. No humilla a su esclava. Sí se alía con Ken contra mí.

Estamos descansando. Todas apoyadas sobre mí de una forma u otra. Sus cuerpos desnudos son muy estimulantes. Comento casualmente lo del grupo de estudiantes.

–Oh. Pues hay también un grupo de chicas así. También las molestan para forzarlas a combatir. Son victorias fáciles– comenta Bei Liu.

–¿Te acuerdas cuando Fen Huan estaba hablando con una por un talismán? La tomaron por una de ellas y la retaron. Cada vez que me acuerdo de la paliza que le dio y sus caras, no puedo parar de reír– añade Bi Lang.

–Ja, ja. Fue Buenísimo– sigue Liu.

–¿Dices las empollonas? Deberían ser menos tímidas, más decididas– critica Fen Huan. Luego sonríe con cierto orgullo –. Aquella estúpida que me retó se creía la gran cosa. Incluso se burlaba de mí antes de empezar. Se lo buscó ella.

–¿Y no se podría ponerlos en contacto? Así podrían organizar peleas entre ellos– sugiere Pen.

–¿Quiénes?– pregunta Liu, que ha perdido totalmente el hilo de la conversación.

–El grupo de chicos y el de chicas– aclara Pen.

–Mmmm, incluso podrían formar parejas– añade Ken divertida.

–Eso sí sería entretenido– se suma pronto Lang.

–Je, je. Igual podríamos darles algunas lecciones– también apoya Liu.

Tendría que haber mantenido la boca cerrada. Ya me han metido en problemas. Pero no puedo negarme a esos ojos. Las cinco están de acuerdo. Suspiro. Me rindo. Ellas exclaman de alegría. Chocan sus manos. Sus pechos botan eróticamente. Cojo a Ken. Es la primera que tendrá que irse.

–Pero mi colaboración tiene un precio– la amenazo.

Ella sonríe y se tira a mis brazos. Era una broma. Se lo han tomado en serio. Las vuelvo a follar a las cinco.

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Las chicas encuentran la idea interesante. Dicen que si puedo ganar aliados tan fácilmente, mejor que mejor. Supongo que tienen razón, casi siempre la tienen. Así que, al día siguiente, me voy a verlos. Después de que dos pervertidas me anuncien que las chicas han aceptado.

Se han reído mientras lo explicaban. Al parecer, son igual de tímidas que ellos. Y el número es similar. Les ha costado convencerlas. Entre los combates fáciles y conocer a chicos. Nunca se me había ocurrido que había ese problema. O que yo estaría de por medio.

Consigo encontrar a uno. Le pido que reúna al resto para más tarde, que tengo algo que proponerles. Accede, aunque se queda con las ganas de saber más.

Cuando se lo explico por la tarde, me miran con los ojos muy abiertos. Algunos quieren negarse. ¿Tienen miedo? ¿De interactuar con chicas? ¡Si algunos deben de tener más de veinte años! Los de la etapa 2 de Alma, quizás de 30. Por mucho que no lo parezca. O que hayan dedicado demasiado tiempo a su cultivación y estudios. Si no los convenzo, las chicas me mirarán mal.

–¿El otro día me preguntabais como tener éxito con las chicas y ahora no queréis ir? ¿De verdad? Nunca lo tendréis más fácil. Lo único que tenéis que hacer es acordar los combates. Quienes pierden y quienes ganan. Nada más.

–Pero… ¿Y si ellas preguntan algo?– pregunta asustado uno de ellos.

–Pues contestáis, no muerden…– le respondo algo incrédulo.

Ya sé que le dedican casi todo el tiempo a la cultivación y sus estudios. Pero esto es ridículo. 

–Yo voy, pero solo si tú también vienes– me pide otro.

–Eso, no nos puedes dejar solos.

–Vendrás, ¿verdad?

¿Ahora soy su padre? ¿O su canguro? Suspiro. No me queda otro remedio. Si no, mis pervertidas no me lo perdonarán. Son las que más se han involucrado. Aunque también Fen Huan y Pen. A Ken le han prometido contarle todo. Parecían estar conspirando. Ellas sí dan miedo. Qué poco saben este grupo de inexpertos.

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Son dos días más hasta que organizan el encuentro. Ning ha vuelto a ir al burdel. Sigue cobrando más. Incluso ha tenido un cliente un poco decente, según ella. Aunque ninguno la ha hecho correrse de verdad. Ese ha durado siete minutos y medio. Lo ha cronometrado. Está haciendo una media del tiempo. Y un ranking. Parece que en colaboración con sus nuevas compañeras. Me siento un poco culpable por haberla dejado ir. Por ellas.

También le ha llegado una lesbiana. Les cobra un extra. Dice que prefiere tener una polla dentro. Ha hecho correrse a su cliente en tres minutos la primera vez. Al cabo de otros dos, le había dado tres orgasmos más. Lo cuenta como si nada. Parece encantada. He creado un monstruo. Al menos parece que no tengo que preocuparme de ella. Solo de que está deseando que la folle cuando vuelve.

Bei Liu, Ba Lang y Fen Huan están con el grupo de chicas. Pen mira desde cierta distancia. Han dicho que se repartían el trabajo. No sé qué quieren decir.

Mis pervertidas me saludan efusivamente. No se cortan en abrazarme. Les guiñan un ojo a las otras. Algunas enrojecen, avergonzadas. Algunos de los "míos" también.

Los dos grupos no se miran directamente. Me acerco a Fen Huan. Me sonríe levemente. Es más discreta.

–Creo que lo más fácil es que primero un grupo pierda todos, y luego el otro. Tendréis que mostrar algunas técnicas y un par de intercambios de golpes como mínimo. Hay una chica más, así que dos chicos tendrán que hacer un combate extra. ¿Alguna pregunta? ¿Estáis de acuerdo?– explica ella con autoridad.

Ellos no se atreven a mirarla a los ojos. Suspiro.

–¿Os parece bien?– les pregunto.

Ellos asienten. Parecen admirados de que pueda hablar con ella. O abrazarme a las otras. Solo uno se atreve a preguntar.

–¿Quién organiza los grupos?

Miro a Fen Huan. Ella se encoge de hombros y asiente. Parece que por su lado están igual.

–Ella y yo los haremos hoy– respondo.

Otro día ya veremos. Parecen aliviados. No es tan difícil…

Estamos en la Arena. En realidad hay varias "arenas", cada una con un supervisor. Anotan los combates, y se aseguran de que no haya muchas irregularidades. O accidentes.

Ocupamos dos. Fen Huan y yo vamos llamando a los combatientes. Bei Liu y Bi Lang se encargan de liarlos un poco.

–Tenemos un par de alquimistas. ¿Y tú?– me pregunta Liu en voz alta.

–Sí, tenemos, algunos.

–¿Quiénes?– insisten

Yo los señalo. Ella se acerca a ellos. Mientras, Lang habla con algunas chicas. Que niegan con la cabeza. Nerviosas. Ella se ríe.

–Así que sois alquimistas. ¿Las conocéis? Ellas también lo son. Seguramente habéis coincidido.

–Bueno… yo… no sé…– responde uno de ellos, tartamudeando.

–Ah. Venid, a ver si las conocéis o no. Si no, es mejor presentaros. ¡Sois compañeros!– declara alegremente para su desmayo.

Casi los arrastra. Yo les digo que es mejor que le hagan caso. Ellos no saben dónde mirar. No lleva una ropa especialmente provocativa para ser ella. Es decir, muy sexy y ajustada. Más que cualquiera del grupo de chicas.

Entre Liu y Lang van trayendo de un grupo o de otro. Los fuerzan a hablar. A encontrar un tema de conversación. Lo creía imposible. Pero cuando acaban los combates, la mayoría están hablando entre ellos. Fen Huan también parece sorprendida. Y Pen también, que nos ha ayudado cuando lo hemos "ordenado".

Conversan un tanto torpemente. Con timidez. Pero al menos lo hacen. Quizás serán capaz de saludarse si se ven fuera de allí. La verdad es que no creía a mis pervertidas tan capaces. Con suerte, la próxima vez podrán quedar solos para los combates. Quizás soy muy optimista.

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Les estoy explicando a las chicas mis desventuras de hoy con los dos grupos. Lo encuentran bastante divertido. Los encuentran adorables de tan inocentes.

Todas están desnudas. Como siempre. Seductoras. Provocativas. Pero Yi va más allá. Está a cuatro patas. Jugando con Terror. Su precioso culo se mueve continuamente. Los labios apretados de su vagina parecen estar llamándome. Sus fuertes y estilizadas piernas son de lo más seductoras.

Se mueve demasiado. Apostaría que lo hace queriendo para provocarme. Sea así o no, lo ha conseguido.

La cojo de las nalgas. Mis labios se hunden en los suyos. No en los de la boca. Mi lengua los abre. Buscando en su caverna. Buscando su néctar. Mis manos acarician su redondez, a la vez que la apartan.

–¡¡Aaaaah!! ¡Kong! ¡No ataques de repente!– protesta con una voz demasiado excitada como para considerarla una queja.

–Eso te pasa por provocarlo. Llevas un buen rato mostrándole el culo– se burla Song.

–Yi es una pervertida– la censura Yu.

–Ja, ja. Tiene lo que quería– añade Shi.

Lo cierto es que no intenta apartarse. Que me deja lamerla. Sobarla. Explorarla. Excitarla. Saborear su néctar.

Cuando me aparto se queda muy quieta. Abre ligeramente las piernas. Esperando.

–Pervertida– la acuso.

–¡Tú más! ¡Vamos! ¡No me hagas esperar!– pide lujuriosa, ajena a las demás.

–Está realmente excitada…– murmura Liang.

–¡¡AaaaaaahhHHH!!–gime Yi cuando entro en ella.

La penetro despacio. Aprovecho para seguir acariciando sus nalgas. Su piel. Paso mis dedos con suavidad por la espalda. Añadiendo qi. Haciéndola estremecerse.

Aparto su pelo rubio para descubrir su cuello. Una de sus orejas. Planeando atacarlas luego. Mientras acaricio su mejilla.

–¡Aaaah! ¡No seas malo! ¡Más fuerte! ¡Aaaah!– suplica.

–Pervertida– la sigue criticando su hermana, aunque se está tocando.

Acelero. Hasta que llego a la velocidad adecuada. En la que ella gime con pasión. Las he follado suficiente para conocerlas. Para saber cuándo alcanzo el punto óptimo.

Me inclino para besar su pelo. La cojo de sus modestos pechos. Los masajeo. Disfruto de su tacto. De su suavidad y calidez. Paso sobre la peca de su pecho izquierdo. Estimulo sus pezones.

Tiene un cuerpo esbelto. Elegante. Que esconde músculos potentes. Una gran velocidad y reacción. Y que es altamente sensual.

Sus brazos ceden tras el primer orgasmo. Su cabeza se apoya sobre ellos. Inclinándose más. Rindiéndose a mí. A mis embestidas. Quedando su culo aún más expuesto. Dejándose ser dominada. Penetrada hasta el fondo.

Intenta ahogar sus gemidos, pero pronto se rinde. Le encanta que la folle por detrás. A cuatro patas. Aunque luego se avergonzará por su actitud delante de todas. No mucho. Ya se conocen. Ya se han visto muchas veces.

Tras el segundo orgasmo, la cojo de sus caderas. Acelero. Dejándome llevar. Disfrutando de su interior. Sin dejarla descansar.

Pronto llego también al orgasmo. Su precioso cuerpo sudado convulsiona. Apretándome. Acelerando mi eyaculación. Haciendo que la acabe de llenar.

Cuando alzo los ojos, me encuentro que el resto están jugando con Terror. En círculo. A cuatro patas. Moviendo el culo. Provocándome.

–Aaaah… Pervertidas envidiosas– las acusa Yi con voz débil.

Yo admiro el espectáculo. Luego paso al enorme culo de Wan. Que oculta el rostro. Pero no puedo ocultar sus gemidos. Su cuerpo voluptuoso no deja de vibrar. De rebotar sus pechos. Sus nalgas. Sus carnes.

En comparación, Liang es más delicada. Pero no menos apasionada. Incluso se mueve ella a ratos. Pidiendo más.

Song está a su lado. Sus pechos piden que los estruje mientras la follo.

Shi marca el ritmo hasta el primer orgasmo. Después se deja llevar. Me deja que la embista. Que disfrute de su interior y de su exterior. Me encanta sentirla entre mis manos. Estar dentro de ella. Besar su piel, ahora tan suave. Sentir que es mía y yo soy suyo.

Ma Lang está empapada cuando llego a ella. Su sabor es dulce. Su cuerpo explosivo. Su interior apretado, placentero. Sus gemidos apasionados.

Yu tiene que soportar las críticas de su hermana. Vengándose. Pero eso no le impide gemir y disfrutar. Aunque intenta ahogarlos un poco.

–La culpa ha sido de Terror– proclama Liang.

–Sin duda. Es una rata pervertida– coincide Song.

–Claro. Todas vosotras tan puras e inocentes– digo yo sarcásticamente.

Se miran. He hablado de más. Se tiran sobre mí. No puedo escapar. Me hacen cosquillas entre risas.

–Ja, ja. Lo retiro. Ja, ja– me rindo.

Liang aún se ríe cuando se queda conmigo. Cuando he devuelto a las demás.

–Eso te pasa por hablar de más– se burla de mí.

–Como si fuera mentira– me quejo.

Ella se ríe. Me besa. Se recuesta sobre mí.

Es relajante tenerla conmigo. Oírla hablar de las cosas sencillas del día. De Rayitas y Terror. De sus prácticas. Del resto de chicas. Y un poco vergonzoso cuando me dice lo orgullosa que está de mí. Lo mucho que me quiere. Decírselo yo también. Cuando me da un último largo y dulce beso de buenas noches.

No tarda en dormirse. En general, a los esclavos nunca nos ha costado. A no ser que queramos mantenernos despiertos un poco más. Por ejemplo, para disfrutar del aroma del pelo de tu amada. De su plácida respiración. Del calor y roce de su cuerpo. Nunca me canso de tenerlas junto a mí.