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A través del bosque

Por lo que parece, ni somos silenciosos ni damos mucho miedo. Un animal acorazado y con tres cuernos nos ha atacado. Y eso que su fuerza es equivalente a la mía. Y somos dos. No es muy fuerte, pero sus embestidas son peligrosas. Y no es fácil atravesar su piel. Aunque quizás no esperaba que llamara a tres más. Puede que crea que siempre podrá escapar.

Lo esquivamos y lo vamos dañando. "Puño de tigre" ha resultado ser bastante efectivo. En lugar de lidiar con las defensas, provoca una onda que llega al interior. Aún le están pegando bronca a Song por arriesgarse tanto. Aunque estoy convencido de que lo volvería a hacer. La acabamos amenazando con no llamarla si se arriesga demasiado. Al final cede.

Es cierto que hemos acabado más rápido. Pero también que el riesgo ha sido mucho mayor. Y más con el estado de la pierna de Song. Lo hubiéramos acabado venciendo. Sus ataques son fáciles de esquivar. Y solo podía atacar a uno cada vez. Se estaba cansando. Puede que hubiera intentado huir. Pero tampoco tenemos la necesidad de acabar con él.

Como sea. Con el ataque de Song tres veces seguidas, ha recibido heridas internas. Sumado a los numerosos cortes y el cansancio, ha perdido velocidad. Así que ha quedado a nuestra merced. Ahora tenemos un cadáver de tricerátops.

Un rato más tarde, es una serpiente enorme la que nos ha emboscado. Me ha agarrado con fuerza. Tengo que usar mi qi para resistir ser aplastado. "Armadura Interior" ayuda. Puede que su fuerza sea como de la etapa siete, pero me tiene atrapado. Shi está fuera intentando liberarme. Invoco al resto.

Me empieza a faltar aire. Y fuerzas. Por suerte, poco a poco noto que el abrazo cede. El rostro de Shi aparece, apartando el cuerpo de la serpiente. Parece muy preocupado.

–¡Kong! ¿¡Estás bien!?– pregunta.

–Cof, cof. Estoy bien. ¿De dónde ha salido?– me quejo.

Shi me abraza. Noto las lágrimas cayendo. Parece que la he preocupado mucho. Al cabo de poco me han liberado del resto de la serpiente. Y tengo más abrazos.

–Estoy bien. Gracias a vosotras.

Tardan en calmarse. Supongo que las he asustado tanto como Song a mí hace un rato.

–Esto es peligroso. Quizás no deberíamos ir– dice Yu.

–Será peligroso vayamos donde vayamos. Al menos así tenemos un objetivo– argumenta Shi.

No sé si tiene razón o no. Pero al menos evita que las gemelas se sientan culpables. Estamos en una zona peligrosa. Pero volver atrás podría ser peor. Así que seguimos adelante. Tenemos que empezar a buscar un lugar seguro para pasar la noche.

Me vuelve a acompañar Yi. Shi, Song y Liang están haciendo algo de comer. Parte de la carne que hemos recogido últimamente. Parte de los productos del huerto. Los utensilios que hemos conseguido de los estudiantes son muy útiles para ello. Yu mira. Creo que no sabe cocinar.

Nos encontramos con una especie de perro gigante. De color azul. Casi dos metros de altura. Diría que su fuerza es algo inferior a la etapa siete. Nos gruñe. No se decide a atacarnos. Al final se marcha. Se aleja poco a poco, caminando de espaldas. Cuando está a una distancia de unos veinte metros, se gira y desaparece en el bosque.

Mejor. Así evitamos problemas. No estamos buscando pieles. Ni núcleos. Estos ni siquiera tienen. Deben de ser comparables al reino del alma para formarlo. No sé exactamente a qué etapa

–Y yo que quería probar– se queja Yi, envainando las dagas.

Parece que ella no piensa como yo. Parece incluso que se están aficionando. Pero, aunque pudiéramos vencerlo con facilidad, el ruido puede hacer venir a otros. Mejor evitarlos. ¿Quizás soy demasiado precavido? Seguimos avanzando.

—————

Estamos buscando una cueva. Un árbol sería la última opción. Hay simios y serpientes que pueden subir con facilidad. Así que nos hemos acercado a un barranco. Al fondo, circula un río. Con suerte, habrá algún saliente. Alguna cueva a la que podamos llegar.

Encontramos varios salientes. Algunas hendiduras poco profundas. Algunas un poco más, quizás se adentren lo suficiente. Pero no es fácil llegar. Y más difícil sería salir.

–Esta no está muy lejos. Solo hay que escalar un poco sugiere Yi. Y el saliente la hace menos peligrosa. Yu lo haría en un momento.

Es la mejor que hemos encontrado. Hay algo menos de diez metros de escalada. No debería ser un problema en nuestra etapa. Aunque, la verdad, nunca he probado algo así.

–Casi se hace de noche– dice Yi, mirando al cielo –¿Qué es eso?

Sigo su mirada. Es una sombra que se va agrandando. Uno de esos pájaros, que viene a por nosotros. Aquí, en el borde del barranco, no hay árboles.

Nos agachamos a tiempo de esquivarla. Pero el viento que genera es muy fuerte. Nos empuja y tira por el barranco. Yi grita. Yo también.

Tenemos suerte, caemos en el saliente de la cueva que estábamos mirando. Estamos magullados. Duele. Nos metemos dentro. Antes de que vuelva el pajarraco.

––¿Estás bien?–– nos preguntamos a la vez.

Reímos. Nos duele al reír. Nos sentamos meditar y llamamos al resto. Nos miran preocupadas. Pero les aseguramos que estamos bien. Se oye un chillido fuera. Parece que el pájaro está molesto. Espero que mañana podamos salir sin problemas.

Tardamos casi un hora en recuperarnos. La caída ha sido dura. Yo tardo algo menos. Tengo "Armadura Interior" y una etapa más. Ha sido menos grave. Aunque ha dolido.

La cueva no es mi profunda. Pero debería ser suficiente para pasar la noche. No hay rastro de que ningún animal viva aquí. Creo que podemos descansar tranquilos. Por si acaso, Ning pone un escudo.

La comida está deliciosa. Al menos para el paladar de un esclavo. Ellas comen un poco, pero casi todo es para mí. En la Residencia, no necesitan comer. Pero eso no significan que no puedan saborearlo.

Recogen y me hacen mandarlas de vuelta. Me dan tiempo para tratar con las tres esclavas.

Rui se merece una recompensa. Mientras me hace una felación, hago que las otras dos la penetren vaginal y analmente. Lo disfruta. Luego sustituyo a Rong.

–¡¡¡Aaaaaahhh!!! ¡¡Amo está dentro!! ¡¡HHHAAAAaaaaahhh!!

Su culo está realmente apretado. Y convulsiona a cada orgasmo. Le hago tener uno tras otro. Suaves pero continuos. Ella tiene la lengua fuera. Babea ligeramente. Gime entrecortadamente. Se desploma sobre Ning. Pero no paramos.

–Agmo… Aaaahhh… Tanz fueenoo… Aaaahhh

Parece que ni siguiera puede hablar bien. Me corro en ella. La dejo babeando en la cama. No sé si está consciente.

A Ning, como premio menor, la follo analmente. Su rendimiento no ha sido muy alto, aunque tampoco malo.

–¿No puede también Rong penetrarme…?– me pide.

–Has estado lenta y asustada todo el rato. La próxima vez hazlo mejor.

Parece un tanto decepcionada. Aunque no por ello deja de disfrutarlo. He creado dos monstruos depravados. La dejo en la cama con Rui. Satisfecha.

A Rong la empujo contra la cama. Le abro las piernas. Las pongo sobre mis hombros. A su pesar, está mojada. La penetro.

–Mírame– le ordeno.

Ella lo hace. No parece muy contenta. Pero obedece.

–¿Me odias?–le pregunto.

Ella aparta la mirada. Rui la coge del pelo y le hace mirarme.

–Amo te ha hecho una pregunta– le recuerda, sin soltarla.

–¿¡Cómo quieres que no te odie!? ¡Me has esclavizado! ¡Me violas todos los días!– explota.

–Te salvé la vida a cambio de que fueras mi esclava. Tú aceptaste. ¿Cuál es el problema?

–¡Podrías solo habernos salvado la vida a todos! ¡Ah!

Una embestida y qi la hace callar por un momento.

–Podría. Pero no tenía por qué hacerlo. Además de que no hubiera sido bueno para mí. Me habríais delatado. Puedes odiarme si quieres. Pero más vale que no me desobedezcas. Puedo darte tanto dolor como placer– la amenazo.

–¡¡Aaagh!!

Provoco una punzada de dolor en el brazo, para que sepa de que hablo. Parece que es imposible tratarla de otra forma. Así que al menos que me tema.

–Ahora estate quieta mientras te follo.

Le agarro con rudeza un pecho mientras la embisto. Sin prisa. Pero tampoco despacio. Yo de pie. Ella sobre la cama. La miro a los ojos. Ella me devuelve la mirada reticente. Hay un poco más de miedo de lo normal.

–Tú te lo pierdes– le susurra Rui.

Es un tanto frustrante, aunque también excitante. Dominarla y someterla cada día.

–Estás bastante apretada. Quiero que siga así. Asegúrate de mantenerlo así cuando medites. No quiero tener que recordarlo.

Ella aprieta los dientes cuando hago una amago de repetir el dolor de antes. Se apresura a asentir. Luego la fuerzo a besarme, antes de correrme en ella. Y hacerla llegar al orgasmo.

Me la quedo mirando un rato. Despatarrada sobre la cama. Recuperando la respiración. Luego las devuelvo a ellas y la cama. Traeré otra mejor.

Miro hacia afuera antes de llamar a las chicas. Ha oscurecido. Todo parece bastante tranquilo. Las traigo.

–¿Estáis todas bien?– pregunto, mirando especialmente a Yi. Parece que se ha recuperado.

–Sí, estamos bien. Ha sido un día movido– sonríe esta.

–Movido es poco. Aún tiemblo de pensarlo– añade Liang.

Es su primera vez en una pelea. Si no contamos cuando nos perseguían las hienas. La verdad es que ha tenido mucha sangre fría. La abrazo.

–¡Eh! ¡Yo también tiemblo!– protesta Song.

Todas se ríen. Liang le saca la lengua.

–Ya te abrazamos nosotras– se burla Shi.

Antes de que pueda reaccionar, ella y las gemelas están sobre Song.

–¡Soltadme! ¡Ya veréis!

Y se están peleando un rato. Podría intentar separarlas. Pero es más divertido traerles algunos cojines para alentar la lucha.

Liang se las queda mirando. Mientras le beso el cuello. Sentada sobre mí. Dándome la espalda. Con su mano en mi cabeza. Moviéndose con suavidad sobre mi miembro. Mis manos en su pequeño pecho y su entrepierna. Su respiración se va acelerando.

–Nos despistamos un momento y Liang se… 

–¡Plaf!

Yi ha querido quejarse, pero un cojín ha impactado en su cara.

–¡Yu! ¡Traidora!

–Ja, ja, ja. Has fallado… ¡Plaf!

Ha conseguido esquivar a su hermana, pero no a Shi. Y no tiene tiempo de regodearse, pues Song la ataca. Es un todas contra todas.

Satisfechos, Liang y yo nos quedamos un rato abrazados. Ellas se acuestan agotadas de la pelea. Riendo. Desnudas.

Me levanto y agarro a Shi. Mi miembro restregando su entrada. Mi cuerpo presionando su espalda. Mis manos agarrando las suyas para que no pueda moverse.

–¡Kong! ¡Eso es atacar a traición!– me acusa.

–No siempre puedo cogerte desprevenida– le susurro al oído, antes de besarlo.

–Esto no acabará aquí…– me amenaza.

–Ja, ja. Ahora eres mía– me hago el duro. Luego le susurro –¿Quiere que continúe?

–Si esperas más te muerdo… ¡¡¡AAaaaaahh!!!

La penetro. La embisto con firmeza. Pero sin ser demasiado rudo.

–¿Eso es todo lo que puedes hacer?– me provoca –¡¡¡HHHAAAAAaaaAA!!!

Se acabó lo de no ser demasiado rudo. Está contra la cama. Su rostro hundido en las sábanas. Su culo alzado. Sus manos estiradas hacia delante. Agarradas por las mías.

Bombeo en ella sin parar. Ella no opone ninguna resistencia. Más bien lo contrario. Si paro en algún momento, se mueve ella. Echo de menos sus labios. Pero también así es muy sexy.

–Lo está disfrutando la muy pervertida– critica Song, con la mano en la entrepierna.

–Mmmmm ¡MMMMmmmmm!– gime Shi.

¿Quizás la estaba amenazando? La llevo a un fuerte y violento orgasmo. Luego a otro. Cuando acabo con ella, se queda tumbada en la cama.

–Ah… Kong… Malo… Ah…

La beso en la mejilla. Me sonríe. Luego miro a las otras.

–Veo que hoy está muy crecido. Te tendremos que dar una lección entre las tres– amenaza Song.

–No lo creo– replico.

–¿Ah, sí?– sigue ella, con tono desafiante.

–Yi y yo teníamos una acuerdo.

–Mmmm. Es cierto– reconoce Yi.

De repente, salta sobre mí. Se apropia de mis labios. Tardo unos segundos en reaccionar. En contraatacar con la lengua. En sujetarle de las nalgas con firmeza.

–Se ha adelantado– protesta Yu, molesta.

Sus modestos pechos se aprietan contra mí. Su muslo se mete entre mis piernas. Rozando mi miembro. Provocando. Sus manos rodean mi cuello. Luego una baja a mi entrepierna. Noto que la suya está mojada. He llevado mi mano allí.

La penetro con un dedo. Y con qi. Se tensa un instante. Llevo la otra mano a su pecho. Ella no deja de restregarse. De acariciarme. De besarme. La llevo a un orgasmo con mis manos.

–¡¡¡HHHHHAAAAAAAAAAHHh!!!

Cuando se recupera me empuja a la cama. Se pone sobre mí. Su vagina engulle mi miembro. Se inclina para mirarme a los ojos. Nuestros labios casi se tocan. Noto su aliento. Ella se mueve sobre mí. Sus manos sobre la cama. Entrelazadas con las mías.

No me opongo a que tenga el control. A veces me da un beso. Otras la sorprendo, alzando mi cabeza y robándole sus labios. Ella sonríe. Maliciosamente. Lujuriosamente. Me muerde un labio. Con suavidad la nariz. Luego un apasionado beso. Luego sigue mirándome. Su boca abierta. Gimiendo. A punto de correrse de nuevo.

–¡Ah! ¡¡Kong!! ¡¡¡AAAaaaahh!!! ¡¡Lléname!! ¡¡¡Aaaaaaaah!!!

Eso hago. Nos corremos a la vez. Se desploma sobre mí. Nuestras mejillas tocándose. Ambos respirando pesadamente. Nos quedamos un rato así. Hasta que alguien empuja a Yi.