12 Deliberaciones (I)

El príncipe Ch'awka miraba con bastante curiosidad la línea de humo que se elevaba frente a él, mientras sostenía la taza de café con leche, usando unos gruesos guantes para no sentir su temperatura. El General lo había invitado a su casa para terminar su discusión.

- Discúlpeme su alteza - Comenzó de manera repentina el General - Pero creo que deberíamos continuar lo que hablábamos.

- Cierto, Cierto - Respondió mostrando una sonrisa despreocupada - Es solo, que no había visto este fenómeno antes, me pareció bastante curioso - El General pensó que se molestaría al servirle la bebida caliente, sobretodo por lo gruesa de la ropa que llevaba. Pero se relajó al ver, que lo disfrutaba.

- Entonces - Pronunció - Le vuelvo a repetir mi pregunta, ¿Cómo piensa ayudarme y porqué? - El príncipe sonrió antes de continuar.

- Quiero darle algo de contexto - Expresó con tranquilidad, para acto seguido beberse de un solo sorbo el café con leche y dejar con cuidado la taza sobre la mesa - Como sabrá al ser el tercer príncipe, no tenía muchas opciones para mí futuro, así que termine por ser el líder del equipo de investigación real. Aunque nuestra labor es investigar la forma de acabar con el invierno perpetuó así como sus derivados, entre los cuales se encuentra está enfermedad que lastimosamente acabo con la vida de su querida esposa - El rostro del General se oscureció al escuchar las últimas palabras del príncipe.

- Entonces, me puedes confirmar el rumor sobre la trasmisión genética - Expresó el General con preocupación, la voz temblorosa.

- Ya es casi un hecho - Respondió con seriedad - Debido a las bajas temperaturas, mi país tiene un fuerte problema de abastecimiento de recursos y por más políticas alimenticias que impulsemos, sencillamente, no damos abasto - Los ojos del príncipe se tornaron más cristalinos como si estuviera a punto de llorar con cada palabra que pronunciaba - Esto causa que muchas mujeres gestantes, por su mala alimentación sean más propensa a contraer esa enfermedad, casi el cuarenta por-ciento de sus hijos, de las madres infectadas, terminando desarrollando la misma enfermedad; durante sus primeros quince años de vida - El General solo reaccionó para llevarse las manos a la cabeza, para secarse el sudor que empezaba a recorrer su frente.

- ¿Encontraron alguna manera de curar la enfermedad? - Pregunto casi sin esperanzas.

- No - Respondió con sequedad, al escuchar esas palabras los ojos del General perdieron su brilló - Pero, si tenemos un tratamiento para evitarlo - El General miro al príncipe con los ojos aún apagados.

- ¿Cuales es el porcentaje de éxito? - Pregunto

- El 80% de los pacientes han logrado recuperarse de la enfermedad - Respondió el príncipe mientras se frotaba las manos para entrar en calor - Aunque, en algunas personas tiene el efecto secundario de bajar para siempre la temperatura de su cuerpo. Aunque no es nada grave

- ¿Qué es lo que necesitas para realizar el tratamiento? ¿Cuanto es el costo del mismo?- Pregunto con firmeza

- No tiene costó - Respondió el príncipe, alertando al General, quien en cuestión de segundo recupero la compostura.

- ¿Como es posible que me des un tratamiento exclusivo de tu país, gratis? - Respondió con desconfianza.

- Porque mi única intensión es salvar una vida, General - Los ojos del General se clavaron directamente en el cuello del Príncipe - Además, yo ya posee riquezas suficientes, no necesito más. Puedes mirarlo como un acto de buena voluntad de mi país al tuyo.

- Es cierto, que podía ser una buena forma de iniciar relaciones más pacíficas entre nuestros países - Respondió entre dientes el General.

- ¡Exacto! - Respondió el príncipe - Pero En este país, no existen los equipos que necesito, así que lo único que necesito es que me otorgues un permiso para introducir maquinaria desde mi país.

- No puedo - Respondió instantáneamente el General, descolocando los pensamientos del Príncipe que se tomó su tiempo para hacer una simple pregunta.

- ¿Por qué? Acas...

- ¡Porqué aún estamos en conflicto! - Lo Interrumpió el General - Y no puedo ser tan imprudente como para introducir maquinaria desconocida dentro de esta ciudad - Mientras hablaba sentía como se desgarraba sus entrañas con cada palabra - Mi deber es proteger al pueblo, no puedo aceptar algo tan arriesgado, sobretodo por los rumores que han estado circulando - Al escuchar sus palabras, el príncipe miro al techo y soltó una pequeña sonrisa.

- Me acaba de caer mejor, General - Pronunció el príncipe dejando desconcertado al General - No hay nada peor que un funcionario que no proteja a su pueblo - Mencionó con desprecio - Pero, no se preocupe, la misma princesa me dio permiso y bendición para introducir materiales de mi investigación.

- Le dieron permiso para introducir libros, reportes e informes - Replicó el General - No para maquinarias cuya función desconocemos. Además, mi hija se encuentra bien y no ha mostrado ninguna señal o síntoma de la enfermedad.

- Por que aun no ha llegado a los quince años - Respondió con malicia - Los síntomas puede evidenciarse en cualquier momento, General - Este se quedó callado ante la información - Dígame al menos que lo pensará - Termino con un tono suplicante.

- Le daré el benefició de la duda, a fin de cuentas tiene la bendición de la princesa. Pero hasta que se descarten los rumores, no puedo autorizar una maniobra tan arriesgada, especialmente tan cerca del torneo que pone en juego el destino de 3 países - Respondió con seriedad - Se muy bien que tanto su intención como de la princesa, es acabar con el torneo y encontrar una solución pacífica - El príncipe cambio por completo su expresión al escuchar esas palabras.

- Entonces, ¿no sería mejor que nos apoye, para así evitar muertes innecesarias de sus ciudadanos? - Pregunto con una sonrisa maliciosa el príncipe.

- Me encantaría - Replicó el General - Pero no puedo desobedecer al Rey y mientras no se resuelva los rumores.

- ¿Ni siquiera para ayudar a su hija? - Pregunto el Príncipe.

- Ella se encuentra bien - Respondió el General visiblemente molestó, caso sin ocultarlo

- Esperemos que la mantenga así - Continuo el príncipe - En todo caso, al menos me promete que lo pensará.

- Exactamente - Respondió el General, para luego despedirlo y acompañarlo a la puerta, el príncipe subió a su auto privado y condujo en dirección al hotel donde se hospedaba, mientras se alejaba de la casa del General, las sombras dentro de su auto empezaron a aumentar su tamaño, entonces una voz provino de una de ellas.

- No fue una buena negociación - Se escuchó desde donde la sombra del príncipe proyectada en el asiento del copiloto.

- Todo lo contrario, no pudo ir mejor - Respondió el príncipe - Ahora solo tenemos que acelerar las cosas, ya sabes que tienes que buscar.

- De acuerdo - Respondió la voz, antes de que la sombra volviera a su tamaño normal.

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El área de entrenamiento, se encontraba destrozada, varias columnas de hielo, se encontraban fragmentadas y sus pedazos se esparcían hasta donde alcanza la vista; el suelo erosionado, con algunas zonas cubiertas de lava solidificada, o transformado en arenas movedizas y al costado, otras zonas se había congelado. En el centro de la misma, tumbado en el suelo, con el sudor cubriendo su cuerpo y apenas respirando, el Cazador miraba el cielo intentando relajar sus músculos adoloridos. Mientras Dear paseaba a su alrededor, cubierta de polvo y hielo, completamente magullada.

- Creo que deberíamos volver a intentarlo - Comenzó la chica, cuyos ojos resplandecientes, no podía mostrar más satisfacción - Ha pasado demasiado tiempo desde que me emocionó tanto una pelea.

- No - Respondió a duras penas el Cazador, desilusionado a la joven.

- ¡¿Por qué?! - Reacciono la joven con un tono infantil, mientras con sus manos obligó al Cazador a erguirse para balancear sus hombros con fuerza en señal de protesta, causándole un profundo dolor, pero por su cansancio no podía ni gritar, solo mostrar una dolorosa mueca - Ni siquiera hemos visto quien ha ganado, no puedes dejar emocionarme de esta manera y luego intentar huir - Cuando Dear, estaba a punto de aumentar la fuerza de sus movimientos, una mano salida detrás de ella, aferrándose con velocidad a su muñeca y parando en seco su movimiento.

- Creo que te estás excedi... - Pronunció una figura desde su espalda, con un tono conciliador. Dear, sin pensarlo salto sobre la muchacha, interrumpiendo su frase, al chocar contra el suelo sus cabellos se entrelazaron, Dear pudo apreciar el intenso color carmesí de sus labios y el aroma embriagante de su piel, quedando petrificada. Carlos que se encontraba a cierta distancia, corrió a separarlas. Pero de un solo grito fue detenido por la princesa que sintió como la hostilidad de Dear se desvanecía, quien después de murmurar una disculpa saltó alejándose de la princesa.

- ¿Por qué me detuvo? - pregunto Carlos algo confundido - Nadie debería de poder tratarla de esa forma - Continuo Carlos reprimiendo la actitud de la princesa.

- Porque quise - Replicó está con cierta malicia, dejando a Carlos taciturno - Además, mientras estuvo encima de mí, logro ver su pecho - El comentario sonrojó al caballero - Tenía una marca de esclavitud, pero no cualquiera sino la Gama G - Al escuchar eso el caballero entendió.

- Genial, entonces es una gladiadora - Susurró Carlos mientras el Cazador se incorporaba con ayuda de su ballesta /-No había podido hacer mucho contra ella -/Pensó. Entonces el un par de segundos el Cazador los examinó, a pesar de tener ropa simples. La chica solo llevaba un vestido blancos de una pieza con una túnica y el joven una armadura sin emblemas, ni adornos. Los materiales de los mismos eran caros y refinados, algo que pocas personas se podían costear.

- ¿Por qué un miembro de la realeza y su guardia personal han venido a vernos? - Pregunto el Cazador, dejando a ambos atónitos.

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