La _socialité_ que le hizo la pregunta a Aaron lo miró expectante y él se dio cuenta de que se había perdido en sus pensamientos otra vez. Estaba entre el enemigo; necesitaba mantenerse concentrado.
—Me temo que ya tengo una cita —mintió—. Tendría que encontrar una rápidamente. ¿Pero dónde? ¿Una de las amigas de Jennica, tal vez?
La mujer hizo pucheros. —¡Nunca estás disponible! No me digas que ya tienes una prometida.
La mayoría de las personas de su generación en este círculo ya estaban casadas o al menos comprometidas. No era una suposición irrazonable. Él había sido uno de ellos en su primera vida. Sería suicida admitir que técnicamente estaba soltero frente a esta multitud de buitres.
No tuvo la oportunidad de responder porque Lacy se pegó a su brazo y habló por él. —Por supuesto que sí; ¿quién te crees que eres? Aaron solo se casaría con lo mejor.
Los ojos de la mujer brillaron con lágrimas. —¿Estás comprometido con ella?
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