Intenté de todo, intenté devolver a tus ojos ese delirante brillo, pero odiabas el amarillo.
Intente de todo, intenté hacerte reír, pero languidecías porque decías no tener dientes de marfil.
Intenté de todo, te escribí poesía, y aunque en sollozas miradas y medias sonrisas me agradecías, entristecía al percatarme de tus vanas caricias.
Lo Intenté todo, y cuando mis lágrimas alarmantes y desventuradas se insinuaban curiosas en la cumbre de mis pupilas dilatadas, cabizbaja negabas para no mostrar tu lástima.
Te juro que intenté de todo, tus manos me acariciaban temblorosas, y aunque más temblorosa mi alma estaba, te juro que lo intenté todo.