Permíteme leerte con mis labios, permíteme releerte con mis manos.
Deja que mis ojos se graben de memoria tu sonrisa, consagra de una vez el derecho, para al ras de este instante, poder contar tu historia a las estrellas.
Concede al cielo la oportunidad de recitarte, que envidie tu belleza, y divulgue tu historia a quien lo mire.
En mínimas proporciones, mis deseos merodean tus sueños. A horcajadas sobre ti, consiente que mi cuerpo ahora te cuente una historia; así, lo efímero de las emociones nocturnas nos cubrirán un minuto más por la mañana; y al caer la tarde, quizá el levante susurré tus historias favoritas: La tuya y la mía.