Es difícil conseguir a alguien si permaneces en mi mente, incluso es de fácil entender que siempre te llevo presente. Aunque no hablas, no ríes ni lloras, tu silencio les hace creer que estoy solo.
No existe alguien capaz de arrastrarme a lo desconocido, o frases que yo no haya leído de algún libro; historias que ya no haya imaginado en las noches eternas, donde se dificulta el pernoctar, perdiéndome en la oscuridad de mis pensamientos. ¿Existirán, acaso, abrazos temerarios?, ¿Hallaré, gustoso, alguna mirada que susurre; besos que me hablen; caricias que me griten, y fauces silenciosas?
Tú continúas allí, observándome desde las sombras, cada vez más cerca, esperando que agote mis palabras. Yaces allende, al borde de mi mundo, empañándolo, haciéndolo borroso e intangible, añadiendo amargos sabores a mis letargos. Pero ahora, sin más, es tiempo de estar solo.