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Encontrando Mi Lugar

El segundo ensayo comienza en el aula de música con un ambiente que no logro definir. Tal vez es nerviosismo o anticipación, pero sea lo que sea, todos parecen un poco más concentrados que ayer. Me siento en la silla más cercana a la ventana, observando cómo se prepara cada uno. Luis golpea los tambores con un ritmo nervioso, Diana afina su bajo en silencio y Alejo, como siempre, revisa las cuerdas de su guitarra con un cuidado excesivo, aunque esta vez lanza una que otra mirada en mi dirección. Al parecer, la idea de que yo sea el vocalista aún le parece algo extraño.

Ana, por supuesto, es la única que parece absolutamente tranquila. Se pasea por el aula como si ya estuviera visualizando nuestra primera presentación. Su seguridad es contagiosa, pero también me pone nervioso. Siento que ella tiene expectativas, y eso me preocupa; No quiero decepcionarla, pero tampoco estoy seguro de estar listo para esto.

—Bien, hoy vamos a probar otra canción —anuncia Ana, sacándome de mis pensamientos—. "Mar de Estrellas" es un poco más rápido que "Eterno Vals", así que Samuel, tendrás que seguir el ritmo.

Por dentro, suspiro. "Mar de Estrellas" es una de esas canciones que escuchó mil veces, pero jamás imaginé cantarla. Es un tema alegre, lleno de energía, y las notas altas que exigen son intimidantes. De alguna manera, tengo que encontrar una manera de que mi voz siga el ritmo sin perderme en las notas altas.

El ensayo comienza con Luis marcando el compás, y me concentro en la letra, en las palabras que se suceden rápido en mi mente. Al principio, me cuesta seguir el ritmo, pero poco a poco, mi voz se va mezclando con el sonido de los instrumentos. Diana, con su bajo, marca el ritmo de manera constante, mientras Alejo se deja llevar en los solos de guitarra. Cuando abro los ojos, noto que todos estamos inmersos en la música, como si el aula hubiera desaparecido y estuviéramos en algún lugar donde solo existimos nosotros y la melodía.

De repente, pierdo el ritmo en una de las notas altas y mi voz se quiebra. Me detengo, sintiéndome avergonzado, pero antes de que pueda disculparme, escucho a Luis reír.

—¡No te preocupes, Sam! Todos hemos tenido esos momentos. La música es así, a veces tienes que dejarte llevar y olvidar la perfección.

Ana me lanza una mirada cómplice y asiente. —Tiene razón. Nadie espera que sea perfecto, solo que sientas la música.

Su comentario me hace sentir un poco mejor, aunque todavía tengo una sensación de incomodidad. ¿Realmente puedo adaptarme a este grupo? Soy el único que no tiene experiencia, el único que parece fuera de lugar, pero algo en mí me empujó a intentarlo de nuevo.

Respirando hondo, cierro los ojos y retomo la canción. Esta vez, no me preocupo por la perfección; solo me dejo llevar por el ritmo, por la conexión que siento con la música. No estoy seguro de si lo hago bien, pero cuando termino, todos están sonriendo.

—¡Eso fue genial! —exclama Ana, dándome una palmada en la espalda.

Me sonrojo y murmuro un "gracias" apenas audible, pero siento un extraño calor en el pecho. Tal vez este no sea mi lugar perfecto, pero, de alguna manera, estoy empezando a sentir que pertenezco aquí.

Después del ensayo, Ana se acerca y me ofrece una botella de agua. Se sienta a mi lado y, durante unos segundos, ninguno de los dos dice nada. El silencio no es incómodo, sino casi reconfortante.

—¿Sabes? —comienza ella, mirando hacia el suelo—. Creo que tienes algo especial, Sam. No se trata de que seas el mejor cantante del mundo; es más bien la forma en que te entregas a la música. Es como si dejaras de ser tú mismo y te volvieras parte de la canción.

No sé qué decir. Jamás había pensado en mí de esa forma. Siempre he visto la música como un refugio, algo que hago en soledad para alejarme del mundo. Nunca imaginé que alguien podría ver algo especial en eso, mucho menos alguien como Ana.

—No sé... no me veo de esa forma —admito finalmente—. Para mí, solo es algo que hago para sentirme mejor.

Ana sonríe y asiente, como si entendiera perfectamente lo que quiero decir. —Tal vez, pero creo que eso es lo que te hace especial. La música no es solo técnica; es emoción, y tú tienes mucho de eso. Estoy seguro de que serás genial.

Esas palabras, aunque sencillas, me llenan de una extraña mezcla de orgullo y temor. Nadie, nunca, me había dicho algo parecido, y, de alguna forma, me siento diferente. No sé si puedo ser el cantante que todos esperan, pero, por primera vez, estoy dispuesto a intentarlo.

Cuando salimos del aula, el sol ya está bajando y una brisa fresca nos envuelve. Nos despedimos con un "hasta mañana" y me dirijo a casa sintiendo que algo en mí ha cambiado. No sé si es la música, la banda o simplemente el hecho de que alguien cree en mí, pero de alguna manera, la vida parece un poco más interesante, un poco más llena de posibilidades.

Esa noche, mientras intento dormir, recuerdo las palabras de Ana. "Es como si dejaras de ser tú mismo y te volvieras parte de la canción". Repito esas palabras en mi mente una y otra vez, tratando de entender qué significa realmente. Tal vez ella ve algo en mí que yo no puedo ver. Tal vez, por primera vez, estoy empezando a ver algo en mí mismo también.