— ¡OSO! - grito muy asustada, la bestia se me acerca... con sus garras y sus ojos llenos de violencia, me quedo paralizada llena de miedo, dejo caer la leña pesada del brinco y uno de los troncos cae sobre mi pie —¡!AHG!!— exclamo del dolor; me dejo caer del dolor del pie, la criatura está tan cerca, estaba apuntó de atacarme, extiende su pata peluda con garras filosas, hasta que una flecha sale disparada sin previo aviso, matando al animal, inhalo y exhalo rápidamente por la conmoción, Hiroki se me acerca preocupado.
— ¡princesa! — exclama muy conmocionado, se me acerca poniéndose en cuclillas — ¡¿se encuentra bien?! - pregunta muy preocupado, asiento un par de veces e intento pararme, pero no lo logro, el dolor de ese golpe es muy intenso, Hiroki se da cuenta rápidamente, me levanta del suelo cargándome tan caballeroso y me da asiento en una roca - ¿en dónde se lastimó? - apunto al pie derecho a dolorido e inflamado. Hiroki comienza a examinar el pie mirando sus alrededores, presiono el lugar que estaba hinchado y rojo; doy una mueca de dolor - no se mueva que le va a doler más... no es grave, en la mañana estarás bien, pero tal vez te salga un moretón.
— ¿tal vez? – asiente sobando un poco este
— bueno sigue recogiendo la leña, pero con más cuidado
— pero me duele un pie - me quejo por el dolor.
— Exacto un pie, no las manos - dijo cortante, "pero que grosero" Murmuro muy indignada. Simplemente no puedo entender ese cambio de actitud, cuando estoy en peligro me trata muy bien, pero cuando estamos tranquilos él es muy mandón y grosero.
Recojo la leña que pude levantar, el dolor del pie fue muy difícil, me toca dar saltitos y caminar un poco coja para no apoyarlo y lastimarme.
Hiroki realiza la fogata con una rama frotándolas unas con otras para crear el calor, y las junto con la otra leña; él me quita la madera de encima y las tira al humo de la fogata para que se vea más grande y, por último, puso troncos caídos alrededor de la fogata para que nos pudiéramos sentar, me siento muy adolorida en uno de los troncos observando mi pobre pie maltratado. Naoki llega con la comida, a punto de asarse y prepararla.
Comimos los pescados satisfechos para acabar con nuestra hambre, los hacemos casi al punto de rostizarse, en realidad no soy fan del pescado asado, pero la verdad tengo tanta hambre que no me importa comer hasta quedar llena, y en realidad no están nada mal, es más Hiroki fue el que los preparó y si me gustaron estos, no los que solían hacer en el castillo.
Naoki fue el primero en acostarse a dormir; mientras tanto, Hiroki y yo estuvimos despiertos, estaba alerta para que otro animal no viniera a atacarnos; miro el ardor de la fogata que solo me hace pensar en lo que estamos viviendo, bostezo con los ojos muy caídos.
— mejor duerme, no has dormido en una noche y no puedo permitir que te quedes despierta — dijo Hiroki cambiando nuevamente de actitud. Le sonrío gentilmente.
— ... Gracias...- le contesto y prosigo con una pequeña pausa— Por lo de hoy... Y por lo de esa noche - dije un poco penosa; en realidad... no me importa como tal la grosería de Hiroki... al fin y al cabo gracias a él estoy viva y me salvó de la crueldad de Satoshi, claro es por lo que mi padre se lo pidió, eso me hace ver, que aun con esa actitud tan fastidiosa sea una persona tan leal a sus promesas... creo... que es la primera persona que en verdad da lealtad, aunque no desee hacerlo y eso es de admirar.
— no me agradezca nada, solo hice mi labor, como te dije, le prometí a tu padre que te protegería — Voltea a verme con una gentil sonrisa, me mira luego a los ojos — Pero te voy un consejo princesa, aprende a ser fuerte por tu cuenta, date la oportunidad que cada experiencia como la de anoche te quede grabado para hacerte fuerte — dice esto apuntando su mirada disimuladamente a mi vestido manchado de sangre — ya no tienes lujos, sirvientas y ropa bonita, ahora cada vez las cosas se van a hacer más difíciles para todos y te vas a dar cuenta de que todo te lo tienes que ganar con esfuerzo y dedicación — me mira a los ojos, en sus pupilas parece que él no siempre ha sido un príncipe, él también de alguna manera le tocaron cosas difíciles.
Me hace sentir mal, él tiene razón debería ser más humilde y fuerte, no dejarme llevar por este mal momento y pensar por un momento que, aunque tenga esas cicatrices en mis brazos, o esos raspones y los odie, con el tiempo van a sanar y resaltarlas con lo que me convierta. Le asiento sin comentar nada más y sintiendo un pequeño alivio.
Me acuesto en el tronco cansada, pero con la mente grabada de las palabras que me dijo Hiroki, cerrando los ojos y dormir profundamente.
Al despertar y sentir la serenidad de la mañana y los rayos del sol; me levanto con mucha pereza bostezando "¿cuánto tiempo dormí?" me pregunté por qué siento el sol un poco más caliente de lo habitual. Veo a Naoki cazando peces en el río, pero no veo a Hiroki en ningún lado.
— por fin despiertas – sonríe Naoki acercándose con las presas en cada mano. Le devuelvo el mismo gesto intentando sentarme.
— ¿sabes dónde está Hiroki que no lo veo por ningún lado? - pregunto.
— se fue y no me dijo a donde iría, pero si me dijo que tenías que encargarte del fuego apenas te despertaras.
Ya veo, así que se fue; me pregunto a donde iría, espero que no nos haya abandonado en medio del bosque, mi mente empieza a recordar todo lo que pasó anoche, lo que me dijo Hiroki y eso me hace sentir extraña, tomaré su concejo y lo seguiré como debe ser.
Veo que mi pie ya no está inflamado, solamente estaba un poquito morado, ya no me duele tanto como anoche porque fue un golpe muy fuerte. Me levanto del césped y comienzo a buscar leña y ramas por los alrededores. La pongo en un círculo de piedras e intento hacer la técnica que hizo Hiroki anoche, froto dos ramas secas y sople con fuerza, veo que no me da resultado.
— ¿le ayudo? – se ofrece Naoki, pero me niego, lo que me dijo Hiroki anoche estaba en lo cierto, tengo que aprender a ser fuerte y a valerme por mí misma, aprender a hacer las cosas sola y repetirlo las veces que sean necesarias hasta que me salgan, quiero ahora demostrar que soy capaz de hacer las cosas a mi manera.
Después de un tiempo, sin resultado alguno, la espalda empieza a dolerme, siento un ardor en mi estómago de hambre, ya que no he desayunado, comienzo a sentirme fatigada, no sé si es por el calor del medio día o porque no he dormido o comido bien.
Logro ver el humo salir de las ramas que llevo mucho tiempo frotando y soplando, coloco la pequeña flama en los troncos para que se expandiera, soplo tan fuerte como puedo, hasta que la fogata por fin incendia, el humo del fuego se esparce en todo mi rostro llegando a mis pulmones y la fatiga me hacen toser, tanto que en un lapso de cinco minutos me empieza a doler la garganta.
Naoki llega con las presas de pescado y las pone a asar en el fuego abrazador que yo misma he logrado encender. Toso fuertemente y muy seguido, cada vez el dolor de garganta aumenta, Naoki se da cuenta.
— ¿será que el humo le hizo daño? — en cojo los hombros tosiendo sin entender, la tos que estaba sintiendo estaba un poquito más fuerte y se sentía un poco de ardor en la garganta.
— estoy bien — intento no preocuparlo, sin embargo, mi voz ya está algo ahogada y ronca.
— princesa no creo que esté bien... Quédese aquí, iré por un poco de agua - siento que el pecho se me iba a salir en cualquier momento, me tomo las manos el pecho y hago una mueca del dolor de garganta que siento tan horrible. De repente, una mano delicada frota por mi espalda agradablemente, el susurro de una voz tranquila y serena que me hizo arder las mejillas.
— ya estoy aquí...— dijo la voz masculina de Hiroki masajeando la espalda, frotando sus manos fuertes — inhala y exhala...— dijo dando instrucciones con una voz tranquila y apacible, poco a poco dejando de sentir tos, aunque sea calmándola un poco.
— traje el agua... — dijo Naoki con una expresión un poco decepcionado por no llegar a tiempo. No entiendo por qué mi pecho empezó a arder, tal vez porque es un poco vergonzoso o más bien penoso porque me recuerda cuando Satoshi me frotaba la espalda de la misma manera cuando tenía algún resfriado, la verdad odio recordar esos momentos, me duele tanto y me hace pensar si aún sigo amando Satoshi, aunque en realidad lo dudo mucho, cada día que pasa solo lo odio más y más.