—Ella se está quedando en los depósitos a una cuadra de aquí —me delató. Los ojos de Tobias me retaban a intentar mentir para salir de ésta. Sabía que era mejor no intentarlo. Pero, ¿cómo lo sabía? Nadie lo sabía, ni siquiera el gerente ya que era fin de semana, y ni siquiera había tenido la oportunidad de decirle que necesitaba guardar mi coche allí. Sintiéndome agitada, mis manos se volvieron húmedas y sentí una gota de sudor correr por la nuca. ¿Alguien encendió la calefacción? De repente empecé a entrar en pánico, podía sentir que mi ritmo cardíaco aumentaba, escuchar los latidos dentro de mi cabeza. Estaba a punto de ser despedida; iba a perder el último pedazo de normalidad que me quedaba en mi vida. Entonces, ¿qué? No sabía qué haría. ¿Declararme en bancarrota quizás? ¿Intentar conseguir un trabajo en Costco?
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