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Un curioso despertar

Otro despertar con el peso de algo esponjoso en mi cara y el sabor a felpa en mis labios, era mi despertador personal que cada día me despierta a las siete sin fallar y sin mi consentimiento, era una pequeña criatura llamada Adeley, ojos cafés, pequeña estatura y una actitud alegre y enérgica a la que le encanta molestar a su hermana.

Después de mucha insistencia y de decirle que ya había despertado y que ya me levantaría ~lo que era mentira~, se fue y me dejo con la advertencia de que volvería si no me veía afuera de mi cuarto en un momento. Obligadamente tuve que levantarme con las pocas ganas que tenía fui a lavarme y darme una ducha, {agua fría para terminar de despertarme}, la cual me puso los pelos de punta al sentir el primer contacto con el agua fría. Salí de la ducha envuelta en mi toalla y me dirigí al lavabo donde me cepillé los dientes para terminar de higienizarme y poder salir antes de que ese pequeño monstruito viniera a buscarme, alce un poco de agua y me la lleve a mi cara para que terminara de salir la pereza que todavía recia en mí, agarre una toalla que se encontraba colgada a la par de lavabo y me seque la cara, después de hacerlo me mire un momento en el espejo, solo veía a una adolescente de ojos verdes, con ganas de seguir durmiendo y unas ojeras que me hacían parecer varios años mayor de lo que era.

Salí del baño y me dirigí a mi cuarto, siendo más específica, a mi armario para buscar lo que me podría poner, aunque la verdad no me importaba mucho, rebusque entre mis cosas. Al final me tenía que decidir entre un yersi negro o una sudadera de color roja, un pantalón gean negro o uno azul. Después de mucho deliberar conmigo misma me termine decidiendo por el yersi negro y el yin del mismo color, al parecer vestiría como emo por hoy, o bueno eso cruzo por mi cabeza mientras me cambiaba, después de colocarme la ropa me senté en mi cama y busque uno de mis pares de medias y mis zapatillas {que esperaba que estuvieran debajo de mi cama}, porque además de mi hermanita había otra criaturita traviesa y era Mik un pequeño perro de color negro que se pasaba haciendo travesuras, solo esperaba que no hubiera entrado a mi cuarto en la noche, de nuevo.

Me puse boca abajo sobre de mi cama para poder ver si se encontraban ahí y afortunadamente si estaban ahí, las agarre rápidamente porque escuché el sonido de unas patitas corcas corriendo sobre el piso de madera, rápidamente me senté en mi cama y vi que era esa bolita de pelos al ras de mi cama saltando para poder subir donde yo me encontraba. Insistentemente seguía saltando ahora con unos ladridos en forma de súplica, ya no podía dejarlo así. Lo alce y lo puse a mi lado, pero no sin antes de que se viniera sobre de mí y me agradeciera con unos besos, después de eso se calmó {ya que se había cumplido su capricho} y se acostó a mi lado donde terminaba de enlistarme para desayunar.