``` El día de su boda con su amor de la infancia, Natalie Ford recibió un regalo inesperado: un certificado de matrimonio. Declaraba que ya estaba casada con un completo extraño—Aiden Handrix. Mientras los invitados a la boda seguían burlándose e insultándola, su amante Ivan decidió abandonarla, optando por casarse con su media hermana Briena en su lugar. Para colmo de males, fue expulsada de su casa. Para probar su inocencia, Natalie Ford solo podía tomar un camino: tenía que encontrar a este misterioso Aiden Handrix y descubrir la verdad. Al día siguiente, había noticias populares en la televisión. Justine Harper, la heredera de la familia más rica de Bayford, regresaba a casa. Los ojos de Natalie se estrecharon al mirar la pantalla de la televisión. —¿Por qué este hombre se parece exactamente al hombre de la foto en mi certificado de matrimonio? En la búsqueda de desentrañar el misterio detrás de su supuesto matrimonio, decidió seguirlo y preguntarle personalmente. —¿Estás casado? —preguntó Natalie. —No. —¿Tienes un hermano gemelo? —insistió. —No. —¿Por casualidad has oído el nombre Aiden Handrix? —su tono se endureció. —No. —Entonces, ¿quién demonios eres? —demandó saber. —Tu hermano. —Espera, ¿qué? —sus ojos se abrieron de par en par. —Sí. Ahora empaca tus cosas y ven a casa conmigo —dijo él. ¿Primero obtuvo un marido de la nada y ahora un hermano con la misma cara? ¿Estaba dios creando clones y ofreciéndoselos con diferentes relaciones? ```
Mientras tanto, en la oficina del grupo Ford.
Sephina estaba hirviendo de ira después de ver la rueda de prensa de Natalie.
—Esa desgraciada, se atreve a desafiarme abiertamente —escupió Sephina—. ¿Quiere ser una empresa líder? Puede seguir soñando.
—Pero madre, logró conseguir que una superestrella como Víctor Ried se ponga de su lado. ¿Cómo lo hizo? —preguntó Clara, aún sorprendida—. Con él en esa compañía, muchos otros actores podrían seguirla.
—No va a pasar —Sephina miró a su asistente—. Redacta un contrato lucrativo para Víctor Ried y envíamelo. Ofrécele lo que pida pero haz que firme con nuestra compañía.
La asistente asintió.
Justo en ese momento, le informaron que Ken estaba aquí para verla.
—Hazlo pasar —ordenó Sephina.
Ken entró en la lujosa oficina de Sephina, con el rostro lleno de preocupación.
—Presidente Ford, ¿vio lo que hizo la señorita Natalie? —indagó Ken.
Sephina murmuró.
Support your favorite authors and translators in webnovel.com