Antes de que Julie se diera cuenta, el puente frente a ella desapareció y se quedó con la boca abierta. —¿Dónde se fue el puente? —murmuró entre dientes, y rápidamente intentó buscarlo caminando derecho delante de ella. Pero cuantos más pasos daba, solo era recibida por más árboles.
—Debe ser una broma —dijo Julie, volviéndose hacia atrás, donde aún había espesa niebla, y pronto la niebla empezó a envolverla. —¡Roma! —llamó Román, pero la única respuesta que recibió fue el eco de su voz. —Maldición.
¿Qué iba a hacer ahora?
Julie estaba segura de que había estado justo al lado de Román y no se había movido tanto como para terminar inconscientemente al otro lado del puente. Frunció el ceño profundamente y miró a su alrededor antes de decidir moverse a un lugar con menos niebla.
Comenzó a caminar desde allí, y cuando la densidad de la niebla parecía menor, notó un cartel que colgaba no muy lejos de donde ella estaba.
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