Al principio, Rain no pudo evitar cuestionarse la verdad detrás de las afirmaciones de su abuelo sobre ataques de monstruos en la zona. Le parecía exagerado e increíble creer que tales criaturas pudieran existir en su pacífico campo. Se preguntaba si su abuelo simplemente estaba intentando evitar que se fuera. Parecía un modo barato de hacerlo apuntando a otras personas a las que él quería.
Sin embargo, su escepticismo se disipó rápidamente cuando se encontró con granjeros que llevaban las cicatrices visibles de batallas recientes. Les faltaban extremidades, las heridas eran recientes y el dolor grabado en sus rostros contaba una historia de adversidad y lucha. Estas no eran historias inventadas o frutos de la imaginación. La evidencia era demasiado real y demasiado cruda para ignorarla.
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