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En el interior de una oficina con la puerta asegurada, dos jóvenes protagonizan una escena lujuriosa mientras sus feromonas se desbordan incontrolablemente.

Sentado sobre el escritorio y con las piernas abiertas, exponiendo su intimidad, un chico de tez morena, vibrantes ojos verdes y mejillas sonrojadas lloriquea mientras se masturba frente a un Alfa de clase.

Contrario al moreno, el Alfa se muestra divertido. Con una postura relajada, una sonrisa juguetona y lujuriosos ojos ámbar, un joven de cabello negro y tez blanca disfruta la vista proporcionada por su amante mientras esparce su potente feromona, provocando que el moreno se estremezca y sea incapaz de detener la secreción de fluidos en su parte inferior.

—¡Ah!... No... –el moreno lloriquea entre gemidos, tendiendo sus acciones en la parte superior para dirigirse a la parte inferior, sin embargo, siquiera llega a tocarse el orificio cuando el Alfa golpea su mano para que detenga sus acciones y él, por inercia, junta las piernas y gime suplicando atención, pero su pareja a veces es demasiado cruel.

—Deja de llorar –el Alfa lo regaña con voz dominante. —Si te vieran, pensarían que te estoy intimidando o coaccionando. Dime, ¿es así?

—N... No...

—Bien. Entonces abre adecuadamente tus piernas para mí, déjame verte –el Alfa habla con voz de mando y el moreno es incapaz de negarse. Con el rostro enrojecido por la vergüenza y la excitación, su amante deja expuesto su miembro erecto y su hambriento agujero. Complacido, el chico sonríe y lo felicita. —Buen chico.

A pesar de ver la disposición de su amante y de que su sangre hierve por el deseo de entrar en él, el Alfa disfruta ver a su amante hecho un desastre y suplicar por su miembro palpitante, por lo que alarga el juego previo y finge desconocimiento.

Con una sonrisa gentil, el Alfa se levanta de la silla y recarga una de sus manos en el costado del chico mientras la otra juega con la punta de su pene, provocando que su amante gima de placer y desesperación.

Entonces el Alfa suelta un gruñido antes de lanzarse sobre su pecho, chupando y mordiendo su pezón con esmero mientras la mano que jugueteaba con su pene pasa a retorcer su otro pezón sin romper en ningún momento el contacto visual con ese par de ojos dominantes. —... Por favor... Ah... Ah... – él suplica, pero es inútil, su amante no se detiene incluso cuando sus pezones ya se encuentran demasiado duros y enrojecidos, haciéndolo estremecer incontrolablemente.

Desesperado y deseoso de llenar el vacío, el moreno no piensa con claridad y nuevamente dirige una de sus manos a su agujero, sin embargo, nuevamente es detenido.

Tan pronto ve sus intenciones, el Alfa se molesta y suelta un gruñido antes de capturar su cuello con rudeza. El tacto áspero de sus manos y ver las venas abultadas de sus fuertes brazos lo hacen estremecer pese a la rudeza de su amante, por lo que suelta un gemido ahogado.

—Si continúas siendo rebelde, nos detendremos aquí. Dime, ¿nos detenemos? –el Alfa le advierte con esa mirada dominante que no tiene reparo en cumplir sus amenazas.

Siendo así, el chico cierra los ojos, suelta un gemido y niega con la cabeza agachada. Después de todo, él ahora está en un punto sin retorno. No estará complacido ni a gusto hasta que su Alfa lo embista como sólo él lo hace.

Viéndolo así, el Alfa sonríe y libera su cuello para para luego capturar su barbilla y hacerlo elevar el rostro con el fin de apreciar ese hermoso rostro lloroso y enrojecido, de ojos nublados y labios tan carnosos como jugosos.

—Buen chico –el Alfa lo elogia con una sonrisa. —Aquí está tu premio –anuncia antes de asaltar la boca de su amante.

Él pelinegro juega con la lengua de su amante, muerde sus labios y disfruta de sus gemidos mientras lo impregna con sus feromonas.

—Sam... Por favor... –el chico suplica entre gemidos.

Entonces el Alfa lo toma del cabello y lo hace mirar el techo mientras recorre lentamente su garganta con su cálida lengua hasta llegar a su barbilla, provocándole una corriente eléctrica en el proceso que se intensificó al sentirlo introducir dos de sus largos dedos en su interior.

El chico intenta ahogar sus gemidos y su Alfa disfruta de cada expresión que hace.

—Esas expresiones son solo mías. Nunca muestres esta parte de ti a nadie más, si lo haces... No podría soportarlo –el Alfa comenta de repente. —Si te sorprendo con otro bastardo, a él lo mataré frente a ti y a ti te voy a encerrar. Te pondré una linda correa de oro y un collar de diamantes, ¿qué te parece? –él confiesa y suelta una risita, como tomándose a broma sus propias palabras a pesar de que no lo son.

—Ah... Nunca... Nunca podría... Solo me gusta tú –el moreno responde entre gemidos. Luego, sin temor a la muerte, rodea el cuello de su amante con los brazos y lo besa. Tanta es la sorpresa de su amante que sus movimientos se detienen. Y por si lo anterior fuera poco, tan pronto se termina el beso, él captura violentamente el rostro de su Alfa y con una mirada posesiva escupe una advertencia imposible de ignorar: —Ponme una correa si quieres, enciérrame y rómpeme las piernas... Haz lo que quieras conmigo, pero no esperes menos de mí si tan solo tengo la sospecha de que estás viendo a alguien más. No te creas más listo que yo, porque un día podrías amanecer sin verga.

La tensión entre ambos no arruina el ambiente, todo lo contrario.

Los ojos del Alfa brillan con lujuria y felicidad, soltando una risita ronca.

De pronto, el pelinegro sube las rodillas del moreno en sus brazos y captura su redondo trasero con las manos, despegándolo del escritorio e introduciéndose con ferocidad en su resbaladizo pasaje.

Entonces el moreno suelta un gemido ahogado que se mezcla a con el gruñido de su amante y eyacula en el proceso.

Las acciones del Alfa habían sido tan repentinas que, si no se hubiese aferrado a su cuello lo suficiente, él probablemente hubiera caído.

—Mi dinero, mi corazón, mi vida, y la verga que tanto te gusta. Todo eso es tuyo, nunca lo dudes–el Alfa le asegura antes de comenzar el vaivén, provocando ruidosos sonidos obscenos y mientras los fluidos de amor caen insensatamente en el suelo y el miembro del moreno despierta por segunda vez.