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Caden

Todo niño nace total y rotundamente indefenso y es el deber de sus padres, protegerles de las inclemencias del mundo al que llegaron. Se puede argumentar que el mayor vínculo de amor y de protección es el de la madre a su hijo, pero desafortunadamente para Caden; ese vinculo nunca existió. Desde niño sufrió el rechazo de la sociedad y el de quien fuera su madre, quien lo mantuvo aislado y escondido la gran mayoría de su vida. Justo cuando Caden comenzaba a resignarse a pasar el resto de su existencia en sufrimiento; llega una persona que marcaría el resto de su vida. Ese "Ángel", como Caden lo veía, le hizo sentir amor y comprensión; por primera vez en su miserable existencia sentía que alguien se preocupaba por él. A lo largo de su relación con su "ángel"; Caden descubrirá que las apariencias engañan y que los peores y más dañinos demonios suelen disfrazarse de ángeles de luz.

NATALIADIAZ · Horror
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58: Demonios

Emily

Ese maldito fue capaz de traer a esa perra a mi restaurante. Tiene agallas, o es que le importa poco lo que ocurra con ella. Con su actitud he podido confirmar mis sospechas; la persona que ha estado vigilándome es Kevin. Eso explica que haya tratado de darme celos con esa mujer. ¿Así que aún guarda interés por mí? Recordé lo que sucedió en su oficina el otro día y mordí mis labios. Si no fuera tan desobediente, quizá podría tenerlo en la palma de mi mano todavía. 

Estuve la gran parte de la noche trabajando. Cerramos más tarde de lo habitual. Lo más extraño es que mi padre no se había presentado a trabajar. No sabía lo que estaba ocurriendo hasta que llegué a la casa. Mi padre estaba dándole golpes a la pared con la frente y tuve que acercarme para que se detuviera. 

—¿Qué estás haciendo, papá? 

—Estamos en problemas, hija. 

—¿De qué tipo de problemas hablas?

—Tal parece que alguien se escapó.

—Tú no puedes estar hablando en serio, papa. 

—Hice el conteo como de costumbre, y de los 7 que quedaban, ahora solo quedan 6. 

—Eso no es posible. 

—Sí, si es posible. 

—¡¿Y qué demonios haces aquí en vez de estar buscando?! ¡¿Tienes una idea de lo que puede pasar si ese infeliz llega a la policía?! Te advertí muchas veces que tuvieras cuidado, ¡y mira ahora lo que sucede por tu culpa! Sabía que no podía encargarte eso.

—Nunca había sucedido. No sé cómo le hizo, pero yo siempre hice lo que tenía que hacer. 

—Ya veo. Hiciste tan bien tu trabajo, que lo más probable haya un maldito en este momento delatándonos. 

—Lo siento, hija.

—Un lo siento no ayuda en este momento. ¡Tenemos que ir a buscarlo ya! — corrí hacia el auto para ir con mi padre al lugar. No debí dejarlo hacer esto.

Tan pronto llegamos, fui verificando todas las cerraduras y efectivamente todas estaban cerradas. Las barandas que colocamos en todas las ventanas de esta vieja factoría, son inquebrantables; además de que el espacio que hay entre cada una es estrecho. Una persona no podría salir por ellas. Por tal razón, debe haber otro lugar por el cual salió y debo encontrarlo antes de que los demás también salgan. 

—Busca por los alrededores. No se supone que este lejos. 

—Esta de noche. ¿Cómo se supone que encontraremos algo?

—No me importa lo que tengas que hacer, pero fue tu error, así que deberás encargarte de ello. Por lo pronto, iré a amarrar a los demás. Fue un error dejarlos sueltos. 

—Te estas arriesgando mucho al entrar sola, hija. Déjame acompañarte.

—Puedo sola. Encárgate de encontrar a esa gallina que se escapó del maldito corral. 

No dormimos en toda la noche. Mi padre estuvo parte de la madrugada en busca de la persona que se escapó, pero no logró dar con él. Luego que terminé de asegurar el lugar por donde la persona se escapó, me quedé vigilando la comandancia de la policía más cercana, pero no vi movimiento extraño del sujeto. No tuve más opciones que ir a mi casa de vuelta e irme al restaurante. No podía cerrar hoy y tampoco dejarles el trabajo a mis empleados. Mi padre no podrá venir a trabajar, así que alguien tenía que quedarse a cargo. 

Kevin

Llegué al hospital y me reuní con el Dr. Rivera para que me pusiera al tanto de los casos que se habían presentado durante su turno. Al ponernos al dia, me trajo un expediente con casi toda la información en blanco. 

—Recibimos un hombre a eso de las 6 de la mañana; presentaba una deshidratación aguda severa, desnutrición y agresividad. Alegó haber estado secuestrado y que escapó de sus secuestradores, pero no mostraba evidencia o heridas en su cuerpo que indicaran haber sido agredido, como este indicó antes de perder el conocimiento. No tenemos información del paciente, ya que no tenía identificación consigo. Tan pronto despierte, esperemos que nos brinde la información necesaria. 

—Iré a examinarlo. Gracias por el resumen.

—Dejo el caso en sus manos, Dr. Millán — sonrió antes de salir de la oficina. 

Fui a visitar a varios pacientes que estaría dando de alta hoy mismo y dejé por último el caso del que me habló el Dr. Rivera. Cuando entré a la habitación con la enfermera, el paciente estaba sentado y temblando en el suelo, justo al lado de la camilla. Nos acercamos los dos para levantarlo y sentarlo en la camilla.

—Buenas noches. Soy el Dr. Millán. Estaré atendiéndolo por esta noche. Primero que todo, quisiera saber su nombre.

—Ayúdeme, doctor— me sujetó por la bata y traté de calmarlo. 

—Estoy aquí para ayudarlo. ¿Cuál es su nombre?

—Necesito salir de aquí, doctor —trató de levantarse, y le puse la mano en el hombro.

—Debe calmarse. Podrá salir de aquí luego que reciba la ayuda que necesita. Permítame examinarlo.

—Ellos deben estar cerca— miró hacia la puerta nervioso y volvió a mirarme. 

—Necesito que se calme. ¿Quiénes deben estar cerca?

—Esos demonios que comen personas. Sí, ellos deben estar aquí por mí. 

—Debe calmarse. Aquí está seguro, nadie podrá lastimarlo. Ahora necesito que me cuente sobre estas personas para poder ayudarlo— al escuchar lo que dijo, tuve un mal presentimiento.

—No sé quiénes son. Ellos… ellos cazan personas y… hay más como yo en ese infierno. 

—¿Cazan personas?

—Sí, ellos… ellos se los comen. Hay muchos allá dentro. Deben ayudarlos. 

—Cuando dice ellos, ¿De cuántas personas habla?

—Son dos personas. Ellos devoran personas; mujeres, hombres, niños. Ellos vienen a comerme. Yo… debo salir de aquí. 

—¿Es alérgico a algún medicamento?

—No, pero yo no necesito medicamentos, yo solo quiero salir de aquí. 

—No se preocupe, todo estará bien—me acerqué a la enfermera para pedirle que buscara una inyección de Meperidina. 

—Enseguida, doctor— salió de la habitación.

Miré al hombre y me acerqué.

—¿Tiene una descripción exacta de esas personas que menciona?

—Nunca les he visto la cara claramente, siempre están encapuchados, pero por la voz, pude notar que uno de ellos es una mujer. 

—¿Y cómo sabe que comen personas?

—Los he visto torturar a varios. Suelen traer bolsas negras y bandejas cada vez que eligen a alguien. Debe llamar a la policía, doctor. Hay más personas ahí y deben ayudarlos, o esos demonios se los comerán.

La enfermera llegó con lo que le ordené y retrocedí para que tuviera el espacio. 

—Créame que los ayudaremos. No se preocupe por eso. Ahora solo necesito que se relaje. 

—No, doctor, yo no quiero dormir.

—Cuando despierte, ya todo habrá pasado.

A pesar de que se negó y su actitud se tornó más agresiva, el medicamento le hizo efecto de forma inmediata. No puedo sacar de la cabeza de que todo esto debe ser parte de Emily y su padre. Ella es la única demente que siempre ha tenido planes de encerrar personas. Sin contar que ahora tiene un restaurante. Obviamente de alguna parte está obteniendo la carne. Esta mujer continúa creando problemas para mí. Aunque pensándolo bien, quizá no sea tan malo. Entre más errores cometa, más necesitará de mí. Debo buscar una forma de que me pague estos favores.