Día 1:
Desperté por el sonido de los golpes en la puerta y escuché las voces de mis hermanos al otro lado.
—Te traje agua— me acerqué a la puerta, pero no la abrieron—. La pasaré por debajo de la puerta porque no tengo las llaves —vi el vaso de plástico por debajo de la puerta y traté de alcanzarlo. Al cogerlo lo solté, había una pequeña rata muerta en el vaso. Me alejé a la esquina donde estaba y me senté en el suelo—. ¿Te gustó la sorpresa, cobarde?— riendo se alejaron de la puerta. Sus carcajadas eran desesperantes, hacían eco en mi cabeza y tapé mis oídos para no escucharlas más. ¿Cómo pude pensar que harían algo bueno por mí?
No sabía qué hora era, ya que el tiempo parecía eterno estando en ese lugar. Lo único que sentía era el calor, la desesperación de salir de ahí. Mi cuerpo estaba sudoroso y las gotas que bajaban por mi espalda, hacía que ardiera más. Para tratar de dormir fue incómodo, no pude dormir boca arriba. Me acosté boca abajo, recostando mi cabeza sobre mis brazos. En la tierra había muchas hormigas y, al no tener una sábana para poner en el piso, querían comerme vivo. Me acerqué al plato de cereal, pero lo que quedaba era muy poco y las hormigas ya se habían metido en el plato, no tenía donde ponerlo para evitar que sucediera. No tenía agua para tomar, ya me había tomado el vaso que mi mamá dejó ayer. Sentía mi garganta seca y, aún faltaba para salir de aquí. Sentía ganas de ir al baño y no encontraba dónde hacerlo, así que caminé a una esquina lejos del lugar donde me acuesto e hice mis necesidades. Al no tomar mucho líquido, no era mucho lo que tenía retenido. Mi mamá no vino en todo el día. Mis tripas estaban sonando y el ardor en mi estómago se intensificaba cada segundo. Traté de guardar la calma, solo debo aguantar un día más. Escuché la voz de mis hermanos al llegar de la escuela y me asomé por la ranura de la puerta. Mi madre los estaba recibiendo con los brazos abiertos. ¿Por qué solo yo tengo que ser castigado? ¿Por qué me tratan así? ¿Por qué soy una molestia para todo el mundo? ¿Por qué mamá solo se enoja conmigo y con ellos no? ¿Por qué me rechaza? Yo solo quiero que me trate, como trata a mis hermanos. ¿Por qué no puedo ser como ellos?
Día 2:
Solo quedaba un poco menos que ayer. Tenía náuseas y gastritis. Cada segundo que transcurría, mi estómago ardía mucho; era como tener fuego dentro de el. Mi espalda ya no me importaba, ese dolor en mi barriga era más fuerte. Mi mamá se había ido a la parada con mis hermanos como de costumbre, creí que al regresar vendría a traerme algo de comer, pero no fue así. Vi cuando entró a la casa y cerró la puerta detrás de ella. ¿Acaso se olvidó de mí?
—Mamá... — musité con mi voz entrecortada. No quería gritar más fuerte o ella se molestaría. No pude hacer nada más que aguantarme.
Me recosté en la esquina y apreté fuertemente mi barriga. Mis tripas estaban sonando y esa sensación me estaba haciendo sentir náuseas. Me retorcía en el suelo del dolor. Si esto continúa, voy a morir aquí. En la noche escuché unos pasos cerca y traté de asomarme por la ranura de la puerta. Debía ser mamá. ¡Por fin se acordó de mí! Efectivamente era mi mamá, pero estaba acompañada de un hombre. ¿Quién es ese hombre? Mi mamá se inclinó sobre la puerta y vi cuando bajó su ropa interior. ¿Qué está haciendo? No entendía lo que estaba ocurriendo.
—¿Segura que quieres hacerlo aquí? Este lugar apesta— dijo el hombre de voz gruesa.
—Solo continúa, cariño.
Escuché que se estaban quejando; en especial mi mamá. « Más » era lo que pedía en cada quejido que hacía. No entendía el porqué me estaba sintiendo extraño. Mi cuerpo tuvo un ligero escalofrío y la sangre me estaba hirviendo de la rabia. ¿Por qué mamá hace esto? Se escuchaban los golpes que daba el cuerpo de mi mamá contra la puerta en madera. Sus quejidos eran un poco más fuerte. Pensé que le estaban haciendo algo malo, pero no parece que eso esté ocurriendo. Y yo que creí que venía por mi. Al terminar, el hombre se fue y mi mamá se acercó a la ranura de la puerta.
—¿Te gustó, Caden? — soltó una risita traviesa.
—¿Por qué haces esto, mamá?
—Solo te estoy ayudando. Estás suficientemente grande para que sepas lo que hacen los adultos.
—Tengo hambre, mamá.
—Mañana acaba tu castigo. Espera a mañana.
—Mamá, no me dejes más aquí — se fue sin decir nada más. No quiso escucharme otra vez. Aún está muy molesta conmigo.
Pasé toda la noche despierto. No podía dormir con el hambre y la sed que tenía; el dolor tampoco me ayudaba. Al escuchar que mamá abrió la puerta, fijé mi mirada en ella.
—Te traje la ropa lavada de la escuela, espero no la ensucies. Ya te advertí lo que pasará si vuelven a llamarme de la escuela.
—No lo volveré a hacer, mamá— me levanté del suelo y extendí mi mano para coger la ropa.
—Báñate primero. Afuera dejé otro balde de agua y las cosas.
Salí a bañarme y ella no dejó de vigilarme mientras lo hacía. Al terminar, me dio la ropa de la escuela limpia.
—Cuando termines lárgate a la escuela.
—Sí, mamá—se fue para la casa y me dejó solo.
Al terminar caminé a la parada, era como si mi alma fuera quien lo hiciera. Mi cuerpo se sentía muy débil y mi cabeza estaba dando vueltas. Tengo que ir a la escuela a comer algo. Al llegar la guagua me subí y me senté en el asiento que no estaba ocupado. Noah me dedicó una sonrisa desde el asiento que estaba y sentí mis mejillas calientes. Desvié la mirada de la vergüenza, ella es muy linda. Al llegar a la escuela caminé por el pasillo, estaba mareado y mi corazón lo sentía muy agitado. Me quedé quieto por unos instantes esperando que se me pasara, cuando sentí unas manos cálidas en mi brazo.
—¿Te encuentras bien? Estás muy pálido — la voz de ese Ángel me hizo sentir una calidez en mi pecho. Su expresión lucía preocupada. No me gusta ver esa expresión en su rostro angelical. Mi cuerpo se sintió muy liviano de momento y mi visión se tornó más borrosa. Sentí un desbalance y no recuerdo nada más.