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Caden

Todo niño nace total y rotundamente indefenso y es el deber de sus padres, protegerles de las inclemencias del mundo al que llegaron. Se puede argumentar que el mayor vínculo de amor y de protección es el de la madre a su hijo, pero desafortunadamente para Caden; ese vinculo nunca existió. Desde niño sufrió el rechazo de la sociedad y el de quien fuera su madre, quien lo mantuvo aislado y escondido la gran mayoría de su vida. Justo cuando Caden comenzaba a resignarse a pasar el resto de su existencia en sufrimiento; llega una persona que marcaría el resto de su vida. Ese "Ángel", como Caden lo veía, le hizo sentir amor y comprensión; por primera vez en su miserable existencia sentía que alguien se preocupaba por él. A lo largo de su relación con su "ángel"; Caden descubrirá que las apariencias engañan y que los peores y más dañinos demonios suelen disfrazarse de ángeles de luz.

NATALIADIAZ · Horror
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24: ¿Ahora sí lo eres?

—¿Qué haces en mi casa? ¿Qué es lo que quieres?— preguntó retrocediendo.

—Que pregunta tan estúpida, Noah. Vine por ti, quiero que regreses a casa conmigo.

—Yo no soy Noah.

—¿Cuánto tiempo más planeas mentirme? Te he estado vigilando todo este tiempo, Noah. ¿Creíste que me verías la cara de imbécil? ¿Me acostumbraste a ti para luego dejarme?— me acerqué lentamente hacia ella y siguió retrocediendo, hasta ver el cuerpo de su amante tendido en el sofá y llevó su mano a la boca.

—¡Carlos!— gritó, y salió corriendo hacia la puerta trasera. Corrí detrás de ella y logré agarrarla por la cintura, pero me dio una patada en la pierna.

—No quiero hacerte daño, pero no pongas a prueba mi paciencia, Noah — le grité molesto. La puerta no le abría y la agarré de espalda poniendo el cuchillo en su cuello. Ella se quedó quieta y se calló—. Si que tienes fuerza, Noah. Vamos a arreglar las cosas de una manera más tranquila, eso hacen las parejas, ¿No es así? — su llanto me estaba desesperando —. ¡Ya cállate, por favor!

—Hablemos, ¿Si? — me dijo con su voz entrecortada.

—¿Lo ves? Mucho mejor. Voy a soltarte y te vas a portar bien, ¿De acuerdo?— asintió con su cabeza y la solté.

—¿Qué quieres de mí? ¿Por qué le hiciste eso a Carlos?— preguntó en llanto.

—Porque me estabas engañando con él. Hagamos de cuenta que esto no pasó y empecemos de cero. Vamos a casa, Noah — su cuerpo estaba tembloroso—. Cálmate, no te haré nada, solo te pido que nos vayamos.

—Guarda el cuchillo, ¿Si? Te juro que iré contigo, pero guárdalo.

—¿Por qué le tienes tanto miedo? Te encantaba usarlo también, es tu cuchillo favorito.

—Guárdalo, por favor— guardé el cuchillo en mi pantalón, y ella caminó lentamente hacia mí—. Iré contigo a casa, ya todo está bien entre nosotros, ¿Verdad? — vi que estaba tratando de pasarme por el lado y me estuvo raro, así que me quedé observando sus movimientos.

—¿Vas a ir a casa conmigo de verdad?— cuestioné incrédulo.

—Sí.

—¿Tengo cara de idiota para ti? — pregunté, a lo que trató de correr a la puerta de entrada y la agarré por la blusa, se la desgarré sin querer. Ella soltó un grito y me vi en la obligación de tapar su boca, pero me mordió y eso me hizo enojar mucho—. Me has hecho perder la maldita paciencia — le agarré el brazo para tirarla contra el suelo, no medí la fuerza y se dio golpe en la cabeza con la mesa de madera. Dejó de gritar y aún estaba consciente, solo que aturdida. Me subí sobre ella y le agarré ambos brazos por encima de su cabeza—. ¿Ves lo que me haces hacer? Yo no quería lastimarte, pero me obligaste. Quieras o no, vas a regresar a la casa conmigo, porque no me iré de aquí sin ti. Si vuelves a gritar, te juro que te cortaré el cuello— se quedó mirándome y lágrimas bajaban por su mejilla.

Me levanté para buscar las llaves del auto, para así llevarla a la casa. Si me voy a pie con ella, será un problema si me ven, me ha complicado las cosas. Busqué en el bolsillo del pantalón de su amante y cogí las llaves, aún ella se mantenía en silencio en el suelo, así que la agarré en mis brazos y la llevé al auto. No vi a nadie cerca, solo esperaba que no nos hayan visto. La traje a la casa y la bajé. Tengo que sacar aquel cuerpo del cuarto, lo olvidé por completo. La acosté en el sofá de la sala y busqué el otro cuerpo que estaba en la cama y lo llevé al lavarropas. Necesitaba meterla dentro del sótano, así que busqué las llaves para abrirlo, y desde arriba tiré el cuerpo dentro. Tengo que darme prisa o Noah puede tratar de irse. Al salir del cuarto, escuché un sonido en la cocina y al mirar hacia el sofá, ella ya no estaba.

—¡Maldita sea!— miré a la puerta de entrada y estaba cerrada, significa que está en algún parte de la casa.

Caminé a la puerta de entrada y le puse ambas cerraduras. ¡De aquí no saldrá!

—¿Dónde estás, Noah? ¿Ahora vamos a jugar a las escondidas?— dije caminando sigilosamente por el pasillo.

Caminé hacia la cocina para ver si estaba ahí, pero no. Seguí buscando lentamente en cada rincón de la casa y vi un movimiento extraño en él armario del cuarto. Sonreí y me acerqué, pero al abrirlo no estaba ahí. Sentí un golpe fuerte en mi cabeza y me retorcí, caí al suelo y ella trató de correr, ahí fue cuando le agarré la pierna haciéndola caer al suelo. La cabeza me dolía bastante, pero el golpe no fue lo suficientemente fuerte como para matarme o al menos noquearme. Tiró varias patadas, pero todas las sujeté; me subí sobre ella y aún tiraba patadas, trató de darme un puño, pero le sujeté ambas manos.

—¿Tienes otra forma para solucionar nuestras diferencias, Noah? Una forma donde ambos disfrutemos, porque de esta forma solo disfrutas tú. Me has dado mucho dolor de cabeza y estoy cansado de este juego. Recuerdo que las diferencias las arreglamos siempre en la cama. ¿Por qué no vamos a la cama entonces?

—¡Suéltame, por favor! ¡Yo no soy Noah! ¡No quiero esto! ¡Déjame ir, por favor!

—Es imposible que permita eso. ¿Sabes cuánta falta me hacías? No puedo estar sin ti, estaba a punto de volverme loco — la besé a la fuerza y me mordió —. ¿Por qué me rechazas? ¿Ya no sientes nada por mí? ¿Acaso ese tipo era más importante?— grité molesto.

—¡Yo no soy Noah! Claro que Carlos era más importante, a ti ni te conozco.

—¿Así que él era más importante? ¿A él si lo amabas? ¿Qué fui yo para ti entonces? ¿Un maldito juguete?

—No sé de qué hablas. ¿Por qué no puedes entender que no soy Noah?

—Estoy harto de esta mierda. Si no eres Noah, según tu, entonces debo matarte para así hacer la cena de hoy.

—¿Qué? — abrió sus ojos de par en par.

—¿Ahora si eres Noah?— sonreí por su expresión de susto.