1 1. Golpes

POV SAMANTHA

Hoy era un nuevo día en el infierno llamado instituto. Era el cuarto instituto en los dos últimos años y en caso de que mi madre se enterase de que seguía pasando en este instituto nos tendríamos que mudar a otro lugar.

Desde que empecé el instituto, sufrí de bullying. No tengo ni la menor idea de por qué yo, bueno, desde que el novio que tenía en ese momento decidió que era mejor molerme a palos a quererme como lo hacía en un principio. Siempre me lo pregunto, porque realmente no tiene sentido. Igual es porque ese mismo verano mi padre nos abandonó para irse con otra y en el último par de años nos había estado pegando palizas tanto a mí como a mi madre, cosa que odie y que mamá evitase que me las diese a mí. O si era porque realmente tenían razón en que era una inútil, foca y fea. Y ahora os estaréis preguntado ¿por qué tu madre no te cambió antes de estos dos últimos años? O ¿por qué no les plantas cara?

La primera se contesta fácilmente, mamá no tenía ni idea hasta que la llamaron del hospital para decirle que me habían dado una paliza en el instituto. Ese día fue el día que vi a mi madre muy enfadada hablando por teléfono con los del instituto para saber porque no la habían llamado o no habían hecho nada para evitar que me hiciesen bullying.

Al parecer la razón que estos le dieron no era suficiente, por lo que decidió cambiarme de instituto esperando que las cosas mejorasen para mí y no dejó de pedirme disculpas por no haberse dado cuenta antes, pero no la culpo, desde que papá se fue es ella la que se encarga de traer dinero a casa. Tiene tres trabajos y cuando llega a casa está demasiado cansada como para prestarme atención, no me molesta realmente que no me preste demasiada atención.

Desde la primera vez que se dio cuenta de lo que pasaba, pasa mucho más tiempo conmigo, a pesar de que le dije millones de veces que no es necesario que lo haga, que estoy bien, pero mi madre es terca, por lo que pasa todo el tiempo que tiene libre conmigo básicamente.

La segunda pregunta también es otra pregunta fácil de responder, al menos para mí. No les planto cara porque todo lo que dicen es cierto y no lo puedo evitar. Bueno, según Taylor, nada de eso era cierto, pero yo sé que lo dice porque es la única persona desde que empecé el instituto que me aprecia lo suficiente como para no hacerme bullying como el resto.

-Sam, es hora de levantarse.

En cuanto escucho a mi madre decir esas palabras, suspiro y me levanto para tomarme una ducha, vestirme y lavarme los dientes. No tardo más de veinte minutos, y cuando bajo mi madre me regala una de sus sonrisas que la verdad me alegran un poco el día.

-Buenos días, Sam. ¿Quieres tortitas?

-No mamá, pero gracias.

- ¿Te encuentras bien?

-Si, solo que no tengo hambre.

-Eso llevas diciendo un par de días. Podemos ir al médico si no te encuentras bien.

-Mamá, me encuentro bien, de verdad. Solo que la madre de Taylor quería que probásemos dulces y acabamos llenas.

-Al menos espero que estuviesen buenos.

-Si, para la próxima te traeré alguno para que los pruebes.

-No es necesario, ahora mejor vayamos antes de que llegues tarde al instituto.

Debo decir que quedé medio aliviada para que no me insistiese en comer, porque no quería comer. En caso de que se diese cuenta de que eso era una mentira, me haría comer algo, o peor, me llevaría al médico de cabeza, y no me encuentro mal, solo que no quiero comer.

En cuanto terminó de tomarse el café, salimos de la casa, y nos dirigimos al coche para que me llevase al instituto. Durante el camino todo fue en silencio, y no es porque no quisiese hablar con mi madre, solo que no me apetecía hablar. Según ella, había cambiado desde que el bullying había empezado, porque antes no me callaba para nada, y ahora era todo lo contrario, y no se lo voy a negar, eso es cierto, pero es que no tengo nada que hablar, al menos algo de lo que se tenga que enterar ella, no quiero añadirle más peso de lo que tiene, y estoy segura que contándole todo se lo añadiré, por lo que estoy mejor callada.

Cuando llegamos al instituto, me giré para darle un beso en la mejilla a mi madre, ella me lo dio en la frente y procedió a decirme la misma frase de todos los días, que si me pasaba algo, que no dudase en llamarla y que estaría en el instituto en ese mismo momento. Debo decir que tengo la mejor madre del mundo.

Esperé un par de minutos a que mi madre se fuese y luego entré en el instituto con la cabeza baja y capucha puesta. No tardo mucho en llegar a mi taquilla, y se me hace raro que nadie se cruzase en mi camino, pero tampoco me voy a quejar por eso, pero al parecer había pensado demasiado rápido, porque de repente noto como alguien me golpea con la puerta de mi taquilla.

-Oh, vaya, no te había visto.

Miro a mi lado para encontrarme a Jackson partiéndose el culo de su gran chiste junto a su novia Roselin y al equipo de fútbol. Jackson es el capitán del equipo de fútbol del instituto y Roselin era la líder de las animadoras. Mítica pareja ¿no?

- ¿Me hiciste matemáticas, Martínez?

Y en ese momento me cagué en todo. Sabía yo que se me olvidaba algo. En este momento se me iba a venir la paliza de la semana. No sé porque tengo que ser tan estúpida.

- ¿Y bien, Martínez? ¿Los tienes o no?

-No.

-Eres una inútil… Realmente no te sirvió lo de la última vez ¿no es así?... Supongo que tendré que enseñarte de nuevo la lección.

Con eso, se apartó de la estúpida de su novia y empezó a golpearme en el estómago, cosa que debo decir que estoy más que agradecida, porque así mi madre no verá los moretones que luego tendré.

- ¡¡¡¡Hey!!!! Dejadla en paz, estúpidos.

Antes de que Tylor llegase a donde estaba yo, Jackson me coge por el pelo y hace que mire para él. De verdad que odiaba esa sonrisa más que a nada en el mundo.

-Esto no se quedará así, Martínez. Más te vale tener los deberes para mañana.

Yo solo asentí y se fueron riéndose. Cuando llegó Tylor, se puso de rodillas delante de mí y empezó a revisarme para ver el alcance de mis heridas.

- ¿Por qué lo han hecho esta vez?

-Los deberes de matemáticas… se me olvidaron… no sirvo ni para recordar cosas.

-No cariño, esto no es tu culpa, asique no te heches la culpa de que ese tipo sea un gilipollas.

-Pero es la verdad.

-No lo es. Mejor ¿Por qué no nos vamos a la biblioteca y me dejas echar un vistazo a tus heridas?

-Estoy bien Taylor, y me tengo que ir a clase.

- ¿Estás segura de que estás bien?

-Si, ahora no te preocupes más y vete a clase antes de que llegues tarde.

-Está bien, pero sabes que si necesitas algo, no dudes en llamarme. Sabes que saldré de clase.

-Lo sé.

-Nos vemos en el descanso.

-Nos vemos.

Con eso, Taylor se dirigió a su clase mientras yo me quedé allí plantada. Realmente no iba a ir a clase, no era lo que quería en este momento, por lo que me dirijo hacia el baño para ver el alcance de mis heridas y esperando que no se me abriese ninguno de los cortes.

De camino al baño, iba pensando en lo largo que iba a ser este día y lo que se me ocurriría para que mamá no se diese cuenta de que algo andaba mal conmigo de nuevo, cuando de repente choco contra alguien.

-Mierda… perdona por tropezar contigo. ¿Estás bien?

Miré hacia arriba y vi a un chico al que nunca había visto en el instituto. Lentamente asiento y este extiende su mano para ayudarme supongo, pero si algo había aprendido en los últimos años es que no me debía fiar de nadie, por lo que me levanto por mi propio pie y este lleva su mano a la nuca.

-Siento por haberte arrollado, estoy un poco perdido. ¿Crees que me podrías decir dónde está la clase de biología?

-Al final de este pasillo a la derecha.

-Muchas gracias.

El chico había empezado a andar hasta que se detiene en medio del pasillo y se gira en mi dirección.

-Por cierto, me llamó André y soy nuevo. Encantado de conocerte…

-Samantha.

-Samantha. Bonito nombre.

-Gracias.

-De nada. Espero volverte a ver por el instituto.

No le dije nada, solo le sonreí y él volvió a emprender el camino a su clase la cual es en la que yo misma debía de estar.

Debo admitir que el chico parecía majo, pero estoy más que segura que en cuanto se enterase de quien era yo, sería como el resto. Aparté todo pensamiento de mi mente y volví a emprender mi camino hacia el baño.

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