Leylin observó el esqueleto ennegrecido que estaba frente a él, enfocándose en las abismales llamas rojas dentro de sus cavidades oculares. —Te dije que morirías aquí, hoy —dijo lentamente, como si estuviera confirmando un presagio.
—¡Jajaja! ¡Hechicero de pesadillas, te maldigo en el nombre de la calamidad! —sus ennegrecidos dientes rechinaron, enviando vibraciones espirituales desde las profundidades del Alma verdadera de Salilus.
—¿Mostraste tu ataque corrosivo final, pero después de eso, todo lo que tienes es esta débil maldición? ¡Qué decepción! —Leylin disipó el poder que surgía de esa maldición.
¡Crash!
Toda la Fuerza de Origen del Mundo del Paisaje de Ensueños surgió violentamente, conjugándose en un trueno destructivo imparable. Todo rastro del poder de la maldición, fue exterminado por poderosos rayos que arrasaron el área.
¡Suish! ¡Suish!
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